La transfobia y racismo del presidente brasilero Jair Bolsonaro encontró respuesta en la música transnegra de las artistas Linn da Quebrada y Jup do Bairro al ritmo de funk brasilero. El mandatario de Brasil ha llegado afirmar que prefiere que un hijo suyo “muriera en un accidente” a que sea gay. Los comentarios misóginos y homofóbicos de Bolsonaro son criticados por una mujer que convierte su voz y su cuerpo en arma y expresión política, tratando de romper el discursos de odio oficial, a pesar de la industria musical de su país.
En el país carioca la “sexualidad y el género son campos abiertos de nuestras personalidades. ¿Qué puede hacer un cuerpo sin juicio?”, se pregunta Jup do Bairro en su álbum debut, Corpo sem juízo. La artista reflexiona sobre la diversidad y los límites físicos autoimpuestos. El album fue publicado el pasado mes de agosto. Bairro utiliza su figura física, el de “una travesti gorda, bixa (gay), negra y periférica”, como se define, y lo exhibe en el centro de una batalla social que lucha contra los cánones corporales, estéticos y de género en un país como Brasil. En el país de Bolsonaro las minorías sexuales y el colectivo LGTBEIQ, están en pie de lucha frente a las amenazas del sistema politico brasilero de conculcar sus derechos.
El ritmo de funk electrónico es una construcción musical narrativa sobre la liberación de los cuerpos y la reafirmación de la identidad. En el tema Transgressao la artista compara su proceso trans con una oruga en metamorfosis con ritmos oníricos. “En la asfixia creada por mi propio cambio / Una mucosa con vacío y falsas esperanzas / En el capullo de mi propia creación / Pensando en la muerte inevitable, me preparo para morir en soledad”, canta Jup do Bairro una composición suya de adolescente.
El arte musical de Corpo sem juízo es una metáfora de un grito colectivo en una denuncia social que revela los nombres de cientos de trans y travestis asesinados cada año en Brasil. Solo durante el año 2019 fueron exterminadas 130 personas por su preferencia sexual, entre ellas Theusa Passaelli, una activista asesinada en Río de Janeiro a manos de homófobos. “es como enfrentar la muerte y permanecer inmortal”, canta Jup en el tema.
Linn da Quebrada alza su voz para denunciar cantando: “me vestí bien para que aplaudieran / pero hasta ahora, solo se han reído de mi”. El tema es parte de su primer disco Pajubá (2017) que enfrenta al pode político oficial y a los ejecutivos de la industria musical brasilera que la marginaron durante años. Aunque la música negra tiene millones de adeptos, son los blancos y cisgénero quienes hacen el mejor negocio artístico en Brasil. El album Pajubá rompió ese esquema de poder, con letras que mezclan humor gay y crítica social que reflejan la condición social de trans negros y travestis reprimidos por las corrientes artísticas tradicionales.
El album constituye un rescate identitario de Linn, en el que la artista lleva hasta el extremo la idea del cuerpo como terreno político. La expresión corporal es convertida en lucha visceral como una filosofía de combate y reivindicación de género. Este sentido artístico tiene expresión también en conciertos, performances y documentales como Meu corpo é político (2017) y el filme autobiográfico Bixa Travesty (2018) en el que Linn habla sin tapujos del machismo al que enfrentó cuando acabó su transición. En este documental la artista proclama que ella fue “quien rompió la costilla de Adam” para convertirse en la “nueva Eva”, un resurgimiento que continúa en su nuevo disco Trava Línguas (2020), obra que exalta la liberación de los cuerpos.
La dupla Linn da Quebrada y Jup do Bairro son una potente alianza artística contra el status quo conservador brasilero impulsado desde el propio gobierno. Una propuesta femenina de trans negras y periféricas dispuesta a abrirse paso contra el establisment cultural de su país. Con tan solo 26 años, esta joven DJ y productora es “responsable de impulsar nuevas narrativas en la industria musical del país y de dar cabida a artistas que permanecen fuera del circuito comercial”. Fundadora en el 2016 del colectivo trans feminista Bandida formado por artistas negras y de clases humildes, dispuestas a abrir su propio camino en una sociedad homofóbica y reaccionaria. Resistencia es la consigna de esta nueva canción brasilera contestataria del poder pólitico oficial con tirmos explosivos de samba, tropicália y el baile funk contra manifestaciones represivas del arte corporal y opuestas al cambio social.