Ecuador país con vocación agraria. Se dice como se dicen tantas cosas sin convicción, en ciertos casos con buena intención, y en otros, como una ilustre mentira. El país tiene una heredad feudal colonizado por España que exportó su modelo económico medioeval del mansus in dominicatus, que impuso la encomienda feudal y que en Ecuador se tradujo en huasipungo. Un señor hacendado dueño de la tierra y de sus peones, siervos de la gleba, a los cuales explota laboralmente a cambio de protección ante peligros sociales y naturales, un trueque con el tributo fruto de su trabajo. Vocación agraria porque heredaron de sus abuelos unas cuantas hectáreas en los latifundios más pequeños del continente, que una Reforma Agraria nunca pudo repartir entre los labriegos, gente que trabaja la tierra y, por tanto, corresponde su propietario dominio. Vocación agraria que, acaso, sea la única fuerza en el agro que permite sobrevivir al sector.
Sumado a la herencia histórica, Ecuador muestra un horizonte agrícola afectado por factores nuevos como la pandemia por coronavirus, la crisis económica y la necesidad de incentivos estatales. En este año las autoridades reconocen que el país cerrará con pérdidas en los sectores productivos del campo y la ciudad que, según el Ministerio de la Producción, suman 6.114 millones de dólares desde mediados de marzo a mediados de junio de este año. El sector más afectado es el comercio con bajas de 8.722 millones de dólares, con pérdidas diarias de hasta 246 millones al inicio de la cuarentena, seguido por los rubros servicios e industria. En tanto, el desempleo provocó 240 mil desafiliaciones del sistema de seguridad social.
En términos cualitativos el sector agrícola muestra el impacto económico provocado por la crisis sanitaria en problemas de productividad, competitividad, comercialización, costos de producción e inseguridad sanitaria. Si bien el Covid-19 no contamina directamente a la producción de camarón, flores, banano o a productos que generan proteína de origen animal, sin embargo, el virus sí afecta a quienes producen y consumen los productos antes mencionados.
El consumidor encuentra obstáculos para acceder a ciertos productos, y por tanto el productor se ve afectado ya que no puede ubicarlos en el mercado. La pandemia ha complicado la situación dentro de la cadena agroproductiva, desde la finca al consumidor, donde hay un eslabón que también tiene inconvenientes, y es la cadena logística indispensable para la transportación y distribución, según afirman los expertos. Entre los problemas acuciantes el virus incide en el buen desenvolvimiento de los mercados, con obstáculos logísticos, tanto por demoras en los sitios de acopio como puertos y lugares de abastecimiento. De allí que la importancia de la integración y articulación de las cadenas agroalimentarias que puedan dar más certeza al consumidor, queda claramente evidenciada.
La pandemia afecta con mayor rigor en aquellos sectores productivos como el agrícola, cuyos miembros trabajan bajo las más inclementes condiciones naturales y laborales, que se despiertan muy temprano esperando que el tiempo y los minerales del suelo hagan lo suyo. El agricultor que labra la tierra para luego sembrar y cosechar los frutos de su arduo trabajo, enfrenta un desafío diario. Ese hombre y mujer del campo que echa mano a su vocación agrícola para sobrevivir. Un sector que se ha vuelto invisibilizado y hasta vejado por pocas o nulas políticas públicas que generen nuevas tecnologías, aumenten la producción, y den ayuda permanente en lo más importante, la distribución social de la tierra. Entonces no es extraño que un quintal de papas cueste más que el barril de petróleo. Para ellos los agricultores, el Estado debe volcar todos sus esfuerzos y recursos en crear políticas que satisfagan y desarrollen al agro, con medidas económicas que generen el menor impacto en el sector agrícola y productivo. Para ellos, que son los promotores y gestores de la soberanía alimentaria que se traduce en la relación del suelo y el hombre, con efectos de generar producción presente y futura de alimentos.
Respuesta oficial
¿Cuáles son los mecanismos de contingencia pospandemia del Ministerio de Agricultura y Ganadería para este sector?
El ministerio de Agricultura y Ganadería de Ecuador, propuso iniciativas de fomento al sector con el apoyo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). La respuesta fue una reunión virtual con ministros y secretarios de Bolivia, Chile, Colombia, México y Perú, para establecer acciones estratégicas. Los países de la región latinoamericana convocados propusieron soluciones diversas.
Chile presentó medidas de corto plazo, dirigidas a la salud y mantención de la cadena de alimentos, y a largo plazo un plan de reactivación económica y social. La estrategia chilena está dirigida a los gremios de productores de la agricultura familiar campesina, con información adecuada y enfocada para mantener funcionando un 80% de sus 200 ferias libres cumpliendo las normativas y protocolos de higiene y bioseguridad, además de conformar un comité de abastecimiento interno permanente y monitorear constantemente stocks y variaciones de precios.
Perú inició apoyo a los pequeños agricultores con bonos solidarios para asegurar que ellos y sus familias se mantengan ante la reducción de la demanda de sus productos. Tambien ha implementado mercados itinerantes para sostener el abastecimiento, mientras que para las exportaciones se apoya en la logística de la fuerza pública. En Colombia se busca asegurar que el abastecimiento sea normal, pese a las variaciones de la demanda de productos perecibles. En Bolivia trabajan con ferias móviles de productos perecederos logrando que la población esté abastecida. México propuso políticas para asegurar que las cadenas agroalimentarias estén fortalecidas; mantener alianzas con la agroindustria y sus esquemas de comercio internacional. Se busca precautelar la integridad de los trabajadores agropecuarios garantizando sus salarios, sus traslados y sanitización. La agricultura de este país se apoya en medidas fito y zoo sanitarias para garantizar la inocuidad de los alimentos en el mercado interno y la exportación.
Ecuador consideró importante cuidar la economía de productores y consumidores, para lo que monitorea la información de abastecimiento, y precautela una adecuada comercialización directa reduciendo niveles de intermediación, sobre todo, para la agricultura familiar campesina. Además, se planteó entregar canastas agrícolas a domicilio, y la implementación de la política de Buenas Prácticas Agrícolas, con criterios de bioseguridad respectivos.
Nuestro país hizo una propuesta de políticas públicas para el agro 2020-2030, que derivará en un Plan Nacional Agropecuario. En tanto, organismos de cooperación internacional se proponen apoyar y sostener a la agricultura familiar campesina, incentivar mecanismos de monitoreo de excedentes y precios en base a tecnología disponible, y nutrir de información veraz a través de las plataformas internacionales de alcance masivo. Se destinaran fondos de reactivación para enfrentar adversidades futuras, y se reducirán los procedimientos burocráticos para armar proyectos y obtener recursos en el menor tiempo posible.
Los países de la región se han propuesto establecer mecanismos de comercio regional, compartiendo información de stocks de productos que podrían ser complementarios y comercializarse, y/o establecer sistemas de almacenamiento conjunto.
Ecuador tiene que precautelar sus mercados internacionales en los rubros de exportación camaronera, petróleo y banano. En esos productos se evidencia una caída de la demanda y restricciones de ingreso a nuevos mercados. El cierre de fronteras genera limitaciones en el caso del banano. Una situación parecida vive el sector cacaotero, que sufrió una caída del precio por tonelada de 700 dólares, llegando de 2.925 dólares por tonelada el 10 de febrero a 2.210 dólares el 19 de marzo 2020. En febrero de este año, el Ministerio de Agricultura presentó el plan para la política agropecuaria 2020-2030. El proyecto establece seis ejes, entre los que destaca el propósito de orientar la producción al mercado global y el fomento de la productividad y calidad, para “tener productos competitivos, que puedan llegar a cualquier mercado”. Un aspecto prioritario es el fomento de rubros agroexportadores como cacao y pitahaya, y la apertura de nuevos mercados externos. Este enfoque se complementa con el fomento de la productividad y calidad, donde se menciona la implementación de certificaciones y trazabilidad.
Acciones inmediatas
A nivel nacional en el sector agrícola se ha puesto en marcha el programa “Siembra por Contrato de Cervecería Nacional”, que tiene lugar en Guayaquil, y que se propone incentivar la siembra de maíz, arroz y cebada. El objetivo es generar mayores oportunidades de reactivación y mejorar las condiciones de vida de los agricultores ecuatorianos. Según las autoridades el programa involucra a 10 mil agricultores y 6 mil hectáreas de maíz, arroz, cebada y almidón de papa para producir bebidas saludables de moderación. En los próximos años, se verán beneficiados 178 mil agricultores e impulsada la producción en 30 mil hectáreas.
En la región costa se viene realizando acciones que fomentan la producción de maíz, guardando las normas de bioseguridad y distanciamiento social. Los productores están abocados en el ciclo de invierno, ya iniciado, en sostener la producción de sus productos. El ministerio de Agricultura avizora una mejora del sector maicero en este año, con un cálculo de producción de 6,04 toneladas por hectárea, superando la producción del año anterior de 5,97 t/ha. No obstante que la pandemia complicó el acceso a la compra de fertilizantes y otros insumos, lo que ocasionó ciertos retrasos. Los agricultores confían, pese a las dificultades, obtener los réditos esperados, tomando en cuenta que la inversión por ha de maíz es de $ 1.700 para lograr 150 quintales, según expertos. Recursos que incluyen tierras, semillas, fungicidas, fertilizantes, mano de obra y alquiler de maquinarias en labores de siembra, cosecha, desgrane y secado. Sin embargo, la rentabilidad para el productor continúa siendo baja porque los centros de acopio no pagan el precio mínimo de sustentación oficial, establecido en $ 14,60 para el quintal de maíz de 45,36 kilos.
En el aspecto crediticio, las políticas oficiales se proponen implementar procesos transparentes para que el productor pueda obtener crédito en la banca pública. El Estado ofrece préstamos en BanEcuador a los agricultores calificados en rubros de cacao, café, maíz y arroz con financiamiento a seis meses con un techo de $600 para maíz con 30 hectáreas y $390 para arroz con 19 hectáreas. Los agricultores deben calificarse presentando la solicitud de crédito y la proforma del proveedor de insumos agrícolas. Los insumos adquieren los agricultores en empresas privadas que proveen de semillas certificadas, semillas inoculantes, insecticidas, fungicidas, herbicidas, abonos foliares y fertilizantes edálficos, entre otros.
Esta es la realidad en el agro, una realidad nada idílica en el que cada amanecer el agricultor ecuatoriano está obligado a vislumbrar nuevos horizontes, impulsado por su irrenunciable vocación agraria.