Una frase que forma parte del argot jurídico dice que a confesión de partes relevo de pruebas, haciendo referencia a que si una de las partes reconoce en confesión un hecho, ya no hace falta probar nada porque se da por cierto. Algo semejante ocurre con la confesión de Carlos Vera que, citando una encuesta, afirma en Twitter que Andrés Arauz ganará las elecciones en la primera vuelta electoral: “En Ecuador nuestras encuestas reflejaron sobre las elecciones: Lasso en segundo lugar y Arauz ganaría en primera vuelta”. Efectivamente el tuit está acompañado de un gráfico en el que, supuestamente, Arauz gana con 48.2% a Guillermo Lasso que obtendría 39.4%, mientras que los votos nulos y blancos sumarían el 12.5%.
Esa es la confesión, ¿pero quién es una de las partes?
Se sabe que Carlos Edmundo Juan de Dios Vera Rodriguez no es periodista, y que estudió tres años de leyes en la PUCE, sin obtener el título correspondiente. No obstante, hizo un curso como productor de noticias en TV en el World Press Institute de Saint Paul (Minnesota, EEUU). Vera es conocido por su trayectoria política que inició en el movimiento Madera de Guerrero, y luego postulándose como asambleísta nacional por la alianza del movimiento en conjunto con el PSC, sin obtener un curul. Se inició como reportero de noticias en 1975 en canal 8 de Quito-Ecuavisa, y posteriormente fue ministro de Turismo del gobierno de Sixto Duran Ballén, y se desempeñó como director alterno por Ecuador y Chile ante el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, en Washington DC durante el mandato de Abdalá Bucaram en 1996-97.
¿Y la confesión, que?
No se puede afirmar fehacientemente que sea cierta y confiable la encuesta que cita Vera. Pero cuando el río suena es porque piedras trae, y se puede entender que todo el esfuerzo que hace el establishment, incluido el gobierno de Lenin Moreno, la Contraloría, la Fiscalía y el CNE de dejar fuera del juego electoral al binomio progresista con diversos montajes judiciales y mediáticos, tiene lógica a partir de la desesperación que les provoca la supuesta tendencia en la encuesta que daría por ganador al binomio Arauz-Rabascall en una sola vuelta.
En respuesta al tuit de Vera, su hijo Carlos Andrés, publica en Twitter: “Ojalá el correísmo logre una salida legal para inscribir a los títeres que tiene por candidato. Ojalá la justicia sancione los delitos cometidos por sus cabezas (falta mucho aun). Ojalá el país termine de enterrar a esa banda criminal en las urnas”. El fogoso hijo de Vera no niega la afirmación del padre, pero expresa su malestar por la posibilidad de que Arauz gane las elecciones presidenciales.
La encuesta en referencia fue solicitada por los empresarios, y realizada entre el 9 y el 14 de septiembre por la empresa Atlas a una población de 3.772 personas, con un margen de error del 2%, en todas las provincias del país. Según este estudio, consultados los ecuatorianos: ¿Por quién votaría usted para Presidente de la República en las elecciones del 2021? Los encuestados responden por Arauz en un 45,9% y por Lasso un 32,0%, es decir, esa es la intención de voto en primera vuelta expresada en dicha encuesta. Y si en segunda vuelta los candidatos fueran los mismos, los encuestados respondieron en un 48,2% por Arauz y un 39,4 por Lasso.
Más allá de estos hechos cuasi anecdóticos que forman parte de la farándula política, el eventual triunfo de Andrés Arauz en las urnas tiene una lógica mayor. Arauz representa a un joven candidato con un potencial político considerable sustentado en su juventud, en su formación profesional como economista, en sus antecedentes como un funcionario público honesto, fue ministro de Cultura. Pero sobre todo por su mensaje fresco, no contaminado por las viejas mañas de la vieja política, que plasma en una palabra promisoria: esperanza, visión de futuro, anhelo de cambio, convicción transformadora del actual marasmo en el que nos encontramos hundidos los habitantes de un país destrozado, desinstitucionalizado, secuestrado por la corrupción política desde las más altas esferas del poder. Arauz representa la posibilidad de que los ecuatorianos volvamos a creer en nosotros mismos, en nuestra capacidad de reacción ante la adversidad pandémica, política y económica a que nos condujeron los representantes de una clase política-empresarial periclitada y corrupta que lo único que hace es defender sus privilegios de casta.
No fomentamos rumores electorales sin confirmar la fuente. Si el río suena, piedras trae.