Ecuador pone fin al estado de excepción sin que la pandemia haya mermado en sus efectos. A partir de hoy, medidas como el toque de queda o restricciones al derecho de libre asociación van a terminar, quedando en manos de la población un supuesto autocuidado. El gobierno ecuatoriano no declarará un nuevo estado de excepción por la pandemia de COVID-19 confirman las autoridades. «Transcurrido el periodo de 30 días de renovación del estado de excepción -decretado el 14 de agosto- la Corte Constitucional no admitirá una nueva declaratoria» relacionada con la pandemia, señaló la ministra de Gobierno. M.P. Romo manifestó que Ecuador pasará «a otro tipo de controles y a otro tipo de actividad en donde la mayor parte de la responsabilidad se ponga en el autocuidado y la autoprotección». “Yo me cuido“ es la frase con la que el gobierno pretende movilizar a la población a cuidarse del Covid sin apoyo estatal, haciendo énfasis en medidas de cuidado de tipo familiar.
Es poco menos que una incógnita saber lo que cada uno entiende por “cuidado”. La duda prevalece ante un virus cuyo comportamiento aún no conocemos del todo y con el cual estamos condenados a convivir por un largo tiempo. Dónde existe menor contagio, cómo protegerme y con quiénes me puedo reunir, son preguntas sin respuestas certeras. Los seres humanos necesitamos señales claras y reconocibles de peligro o de seguridad, y eso es lo que hoy nos niega el Estado.
Sabemos que las dinámicas de contagio priorizan el aire en lugares cerrados, y que el contagio via trayecto viral mesa-mano-cara es menos probable, pero no imposible, sobre todo cuando ni las personas ni los lugares públicos cumplen con normas mínimas de higiene.
Los hábitos dictados por la idiosincrasia popular también determinan la forma de contagio. En el caso de Ecuador, las peores indisciplinas ciudadanas han sido cometidas en actividades y lugares relacionados con el consumo de alcohol en fiestas y reuniones clandestinas..
¿Cómo pueden las autoridades del gobierno central deslindar responsabilidades de control ciudadano y dejar al libre albedrío de las personas la protección contra el corona virus?
Menos aún cuando Ecuador, incluso, bajo estado de excepción no demostró haber implementado medidas eficaces desde el Estado para proteger a la población, en términos económicos o sanitarios. Las cifras están ahí y confirman que el nuestro es uno de los países más golpeados por la pandemia. No hubo en estado de excepción protección estatal efectiva. Por el contrario, la corrupción estatal imperante demuestra un desastroso manejo y descontrol de la crisis sanitaria. La delincuencia organizada actuando a nivel del sistema de salud pública no habla, precisamente, de un país que haya conseguido poner bajo control a los efectos sociales de la pandemia.
Haber cedido a la presión de los sectores empresariales por reactivar las actividades productivas, laborales y comerciales, sin haber controlado efectivamente la pandemia, es un riesgo mayúsculo que en los próximos días nos puede demostrar su grave inconveniente. Es obvio que el país no puede pasar indefinidamente en la inactividad productiva porque nadie lo resiste. Entonces ahora se evidencia la falta de políticas de apoyo estatal a los sectores productivos, en lugar de transferirles el costo de la crisis. Ahora se nota la falta de liderazgo y control en la insuficiente prestación de servicios de salud pública en la emergencia sanitaria. Ahora se percibe la diferencia entre haber asumido desde el ministerio de salud el control de la crisis sanitaria con responsabilidad y transparencia o haber permitido que la corrupción campante haga de las suyas.
Ahora el país percibe que el nefasto manejo de la crisis nos llevó a la peor situación sanitaria del continente en plena pandemia. Frente a esta situación, no renovar el estado de excepción implica deslindar responsabilidades oficiales del Estado, dejando en la absoluta indefensión a la población frente a la epidemia. Un crimen social cuyos responsables deberán rendir cuentas.