Con esa frase promisoria concluye Kintto Lucas, candidato a asambleísta, su conversatorio con Pabel Muñoz, en el espacio Frecuencia Política, de Radio Pichincha Universal. Lucas, escritor poeta, periodista y ex Vicecanciller de la República cree que la literatura es la mejor forma de expresar el contenido de la política. A pesar de que como componente esencial de la cultura, es vista por ciertos gobiernos como la última rueda del coche.
No obstante, tanto la literatura como el periodismo llevan a un compromiso político -no necesariamente partidario- que se mete en la realidad que muchas veces pasa a ser ficción. Lucas reconoce, “he sido más de la política, porque el periodismo me ha sacado de la literatura”. Su pertenencia al grupo cultural Kaviernícolas le ha permitido compartir el compromiso de amigos escritores en el que “todos pensamos distinto, todos comprometidos con una visión social donde hay enriquecedoras discrepancias sobre lo que pasa en el mundo y en la creación literaria y cultural”.
La literatura, aunque algunos escritores dicen lo contrario, “es lo más político que existe, por lo que se escribe y por la forma cómo repercute esa literatura, se entiende mejor la política desde la literatura”, señala Lucas. Y el ejemplo está en los escritos de Vargas Llosa, que hoy está con las élites políticas, cuando antes en sus Conversaciones en la Catedral tenemos una visión de la política que no la íbamos a percibir leyendo la crónica de los diarios acerca de lo que pasaba en América Latina. En tal sentido, la literatura golpea más, toca más. Cien años de soledad, de García Marquez, es la historia política de una región, nos conocen más por ese libro, concluye Lucas.
Su interlocutor, Muñoz, lo lleva a describir en una figura literaria lo que sucede en América Latina, donde vivimos “un neoliberalismo despótico”, y Lucas se remite al inicio del texto de Pedro Páramo. Neoliberalismo autoritario que, bien queda reflejado en la camiseta que vistió la ministra de Gobierno M.P Romo en la portada de una revista de farándula, en la que se ve la imagen de una joven reprimida en las protestas de octubre, que resultó con una herida en un ojo. Esa imagen de la portada de la revista, dice Lucas, “da para un personaje bastante siniestro de la literatura, ha sido un personaje terrible”, propio de una realidad en la que “las puertas se cierran para nosotros, no hay nuevos caminos, abrimos una puerta y solo hay ladrillos, está tapiada con un muro”. Esa es la trama de la nueva novela de Kintto Lucas que describe un personaje en un manicomio que vive, como una metáfora, una realidad que hemos estado viviendo en Ecuador, un laberinto sin salida.
«Yo rescato a los locos en sentido creativo, que tienen una visión distinta de la sociedad -dice Lucas- El del Ecuador es un manicomio en el mal sentido, es un manicomio de quienes tratan de exprimir a los otros y ese es el verdadero manicomio, en donde unos tratan de explotar a los demás. Y se cree que esa es la cordura”. Sin embargo, hay una luz en el camino, pese a las realidades políticas criollas en un Ecuador donde se enfrentan hoy dos modelos: el modelo de las grandes mayorías del progresismo y los cuatro que representan a su clase, los cortesanos y el rey. “Un modelo de las élites, del patriciado representado por la alianza de la derecha económica de Lasso y la derecha política de Nebot, que no terminan apostando al futuro, ni estratégicamente, porque apuestan a los intereses inmediatos de clase y a los intereses tácticos en la necesidad de ver cómo se juntan para ver si son un poquito más fuerte porque tienen miedo a que el binomio de Arauz gane”, concluye Lucas.
En el terreno contrario, Lucas percibe un proceso de unidad: “Hay una luz de que en el progresismo se concrete la unidad”, señala optimista. “Lo interesante es que la esperanza está creciendo, y que después de la decepción está creciendo con mucha fuerza. Se tiene que imponer ante el odio, pero ese odio es muy fuerte, además hay persecución. El odio es demasiado fuerte y los intereses están vinculados al odio para que el progresismo no vuelva y ahí se une todo. Ahí juegan al liberalismo terrorífico, más que las dictaduras militares, porque se esconden detrás de la democracia. Hay que estar alerta a ver si se dan las elecciones, y si se dan hasta qué punto podemos confiar en una elecciones limpias. Tenemos que estar alertas” .