Las redes sociales explotaron apenas se enteraron de la noticia; Juan Fernando Velasco era el precandidato de Ruptura de los 25 para la presidencia de la República. Y las respuestas fueron casi unánimes; un rechazo generalizado. Muchos creyeron que se trataba de una broma. Otros que se trataba de una noticia falsa. Pero no, era cierto.
Al filo de cumplirse el plazo, casi a la medianoche del domingo 23 de agosto, se anunció al binomio de Ruptura de los 25. El anuncio traía dos novedades: el cambio de nombre, de Ruptura a Construye; y su precandidato será el cantante de música pop y ministro de Cultura y Patrimonio, Juan Fernando Velasco, acompañado por María Fernanda Pesantes.
No es nueva la relación de Juan Fernando Velasco con Ruptura, pues basta recordar que en las jornadas de Octubre, Velasco fue el primer ministro que apareció junto a María Paula Romo, en cadena nacional, justificando la represión policial. De ahí que, y ante la ausencia de cuadros presidenciables en Ruptura, no es extraño que se hayan decidido por la popularidad de un cantante.
De la incredulidad, sobre todo en el sector cultural, se pasó al malestar. Y surgió una pregunta: ¿cómo es posible que un ministro con tan pobre desempeño sea ungido con una candidatura presidencial? Y los comentarios giran en torno a: “si ni con el Ministerio ha podido, peor con la Presidencia.” Efectivamente, la gestión de Velasco en el Ministerio de cultura ha sido un rotundo fracaso. Su legado, en caso de aceptar la candidatura, es lamentable: incumplimiento absoluto a la Ley orgánica de cultura y su reglamento -que prometió cumplir “cueste lo que cueste”-; ni una sola línea de política pública; fracaso en la implementación del Plan Nacional de Promoción del Libro y la Lectura; continuos recortes, despidos y desmantelamiento de las instituciones del Sistema Nacional de Cultura; desmantelamiento del Museo Nacional, MuNa; disminución al mínimo de los presupuestos para inversión en investigación y gestión; retraso en los pagos a los beneficiarios de proyectos y fondos concursables; fusión del ICCA con el IFAIC, de modo arbitrario, ilegal e ilegítimo; nunca ejerció la rectoría en los temas de patrimonio, permitiendo la destrucción de inmuebles patrimoniales; abandono a los artistas y gestores mas vulnerables durante la crisis sanitaria; y, por si fuera poco, una profunda y extrema precariedad en el sector cultural.
El artista Matías Belmar, director del Círculo de artes escénicas, no oculta su enojo por la precandidatura del Ministro: “Yo no me esperaba esta jugada. Todo lo que hizo en el ministerio fue construirse una palestra para ser candidato y ser el rostro de Ruptura. Nosotros ya sabíamos que el actuar del ministro no era solidario con los artistas, a pesar de que él también es un artista”. Efectivamente, una de las críticas mas severas y frecuentes que recibe Velasco es su poca empatía con el sector del cual proviene. Nunca respaldó ni defendió a los artistas y gestores, a quienes se debe, sino que fue instrumento del gobierno para la ejecución del proyecto neoliberal para la cultura: “no ha sabido hacer su trabajo, y no se puso del lado de los artistas; siendo artista, se puso del lado del gobierno neoliberal”, señala el actor guayaquileño Héctor Garzón.
Pero quizá lo que más molesta en el sector cultural es su nula respuesta durante la emergencia sanitaria. El sector cultural, ya muy precarizado, necesitaba apoyo inmediato, pero fue incapaz de gestionar esa ayuda. Y no solo eso, sino que sus anuncios desacertados provocaron incluso que la ciudadanía se pusiera en contra de los artistas, como sucedió con el proyecto Desde casa, para entregar apenas 200 dólares a los músicos. Y peor cuando anunció que a los artistas más vulnerables les entregaría, a través del MIES, un bono de 60 dólares, que nunca llegó.
Garzón señala que durante la emergencia se reunieron con el ministro pero sin ningún resultado: “Ha sido muy desesperanzador. Nos prometió presentaciones, y varias acciones, pero nunca llegaron. El 95% de los artistas no tienen ayuda. Hay 400 mil artistas y trabajadores a nivel nacional, y el Ministro dice que ayudará a 1.300 artistas, a través de los fondos concursables. Por eso, el sector ya no espera nada”.
El equipo cercano al Ministro de cultura conocía de los intereses electorales de Velasco, muchas de las acciones, declaratorias, convenios y contratos estaban siempre atados a esos intereses políticos y su afán por figurar y montar tarimas. A tal punto que -por estar en desacuerdo- varios de sus colaboradores más cercanos renunciaron. Pero otros, que han solapado esas decisiones, oportunamente deberán rendir cuentas. Públicamente el Ministro siempre, con descaro, negó su interés electoral; incluso cuando Pichincha Universal le preguntó si sería candidato, lo volvió a negar. “La candidatura de Velasco es una mancha mas al tigre. Ya había indicios de esa candidatura, como los apuros en su gestión: el desmantelamiento del Museo Nacional, el apuro al inaugurar museos con exposiciones temporales, y el traslado de las reservas arqueológicas y documentales con una mentira colosal: que se va a caer el edificio Aranjuez,” afirma la historiadora y ex Directora del Museo Nacional, MuNa, Ivet Celi.
El desmantelamiento de lo público llegó al sector cultural de la mano de Juan Fernando Velasco. Pero además llegó con un dudoso proyecto, Ecuador creativo, que no es sino la versión nacional de la denominada economía naranja, tal como señala Celi: “Podemos evidenciar la inoperancia de un individuo, pero es también la inoperancia de un gobierno: en el caso de la economía naranja es una intención de sumar al sector cultural como un espacio mercantil alineado a las normas del mercado, cuando no puede tomarse todo en un solo paquete mercantilista. Es lo que Velasco ha intentado hacer y ha sido un fracaso total, como en Colombia.”
Así, lo que debía convertirse en una alegría, que un artistas sea candidato a la presidencia, se ha convertido en una indignidad. El cantante-ministro no tiene ninguna representatividad y, por el contrario, molesta y ofende que aproveche la plataforma pública del Ministerio para satisfacer su vanidad, su ego y, lo que es peor, sirva para intentar maquillar a un movimiento político que ha jodido al país, que lo ha sumido en la pobreza y tenga sobre sus hombros 13 muertos, miles de heridos, y decenas de compatriotas que perdieron sus ojos. Ruptura-Construye nunca ha tenido el respaldo de los ecuatorianos en las urnas, pero sus integrantes sí han tenido siempre la gran habilidad y el oportunismo para colarse y convertirse en gobierno. Ya lo hicieron con Rafael Correa, y ahora lo hacen con Lenín Moreno.
Las expresiones, en redes sociales, de una gran cantidad de artistas, gestores culturales y ciudadanos son muy duras, pero reflejan la realidad del sector cultural y patrimonial. Juan Fernando Velasco ha anunciado que aceptará ser candidato presidencial; Ruptura debe obtener al menos el 4% de los votos para no desaparecer del Registro electoral. Y ese es el objetivo y el reto de Velasco; caso contrario, también su participación en la contienda electoral será un fracaso.
Al haber aceptado la candidatura presidencial, la decencia, la ética y el respeto a los ciudadanos le debería obligar a renunciar inmediatamente. Debe hacerlo, no solo porque ha perdido toda legitimidad para seguir ocupando el cargo sino porque, como bien señala Ivet Celi: “Si bien no es ilegal no haber renunciado hasta la aceptación de la candidatura, es a todas luces inmoral, puesto que siendo representante legal de un ministerio que tiene a su haber la administración de fondos públicos, todo lo que haga podrá ser evaluado y valorado desde el posicionamiento de su imagen electoral. De todos modos, para ese candidato y para ese partido, lo inmoral es prácticamente irrelevante, tanto como el criterio del ministro.”
El ministro Velasco no pierde ocasión para aparecer y figurar, más aún desde que se anunció su candidatura. Pero también, y hay que decirlo, la candidatura ha servido para que, al menos, reconozca los errores en los procesos de fondos concursables, y salga a explicar y justificar los inconvenientes presentados. Eso si, con un gran despliegue técnico de cámaras y fotografías (digno de un candidato presidencial) y ofrecer mas recursos, 500 mil dólares (sic), para financiar los proyectos ganadores (sic) de la convocatoria Cultura en movimiento. Como bien señala la gestora y académica Paola de la Vega: “el aparataje institucional de cultura y sus recursos no pueden ser (una vez más) plataforma de campaña. Que le vaya bonito en su carrera política de reality show y olor a naranja”.
Juan Fernando Velasco cierra un nuevo capítulo en la gestión del Ministerio de Cultura y Patrimonio; diez ministros en trece años. Sin duda, lamentable y penosa su gestión, tal como afirma el artista visual Pavel Éguëz: “El peor ministro de Cultura que ha tenido el país, Juan Fernando Velasco debe renunciar, su presencia causa un gran daño al sector; a los artistas, gestores y trabajadores de la cultura. No representa a nadie, solo al peor gobierno de la historia”.