La fuerzas políticas reaccionarias que representan a la derecha política y económica ecuatorianas han dado un paso trascendental para enfrentar las elecciones presidenciales del 2021. Según un documento denominado Alianza Política lograron un acuerdo para unificar las listas 21 de CREO y 6 del PSC. El pacto, que supone la declinación de la candidatura de Cristina Reyes en apoyo de la postulación de Guillermo Lasso a la Presidencia de la República, tiene los clásicos argumentos ideológicos de las campañas del terror de la derecha latinoamericana: defender “la democracia y la libertad” y las metas de alcanzar “prosperidad y empleo” ya que, según manifiestan, “están en peligro”. Este tipo de discurso refleja el instinto de clase de la oligarquía criolla que, cuando avizora una eventual derrota electoral que ponga en riesgo sus privilegios, se une por sobre de las diferencias “conceptuales y hasta personales” que los desunen, como reconoce el propio documento de la alianza.
El pacto de hoy supone el compromiso de terciar electoralmente en una lista conjunta en el casillero 21-6 para Presidente y Vicepresidente con el binomio Lasso-Borrero, mientras que ambos partidos mantienen independencia para las listas de postulantes a la Asamblea Nacional y Parlamento Andino. El PSC declinó la candidatura de Cristina Reyes y a cambio obtuvo el compromiso de CREO de apoyar la consulta popular propuesta por Jaime Nebot. Además, el compromiso supone crear un plan de gobierno conjunto, cuyos detalles quedan en manos del eventual presidente electo de su candidatura. El documento lleva la firma de G. Lasso, J. Nebot, C. Reyes, P. Del Cioppo y C. Monge.
El acuerdo de las fuerzas de la derecha política refleja el grado de polarización que vive Ecuador, cuyo panorama perfila un enfrentamiento electoral entre la reacción y el progresismo. Al mismo tiempo supone una invitación a las otras candidaturas menores de centro derecha a sumarse en apoyo de la alianza en una eventual segunda vuelta electoral. Esta alianza que surge hoy día refleja el temor real de la derecha respecto de un posible triunfo de la fuerzas progresistas representadas por Andrés Arauz, de manera que sus temores políticos no son infundados. Al mismo tiempo, implica el reto para las fuerzas progresistas y de izquierda de levantar una plataforma con reivindicaciones concretas que formen parte de un plan de gobierno como empleo, salud y educación, aspiraciones y necesidades reales y urgentes de los ecuatorianos hoy día. Además de valores ideológicos que deben ser contemplados en un proyecto político de cambio social, como son la soberanía nacional, reinstitucionalización del país, defensa de recursos naturales, recuperación del rol del Estado, derechos ciudadanos amparados en la Constitución del 2008, entre otros.
Se despeja el horizonte electoral. Ecuador deberá optar frente a dos opciones: la propuesta de la alianza neoliberal de mantener privilegios de clase de una minoría, continuar siendo gobernados bajo las recetas del FMI, profundizar las inequidades sociales, políticas y culturales, mantener la exclusión social, racial y generacional. O tomar el camino de la recuperación del país, instaurando un gobierno con decidida vocación social capaz de rescatar los derechos ciudadanos y reconstruir un Ecuador soberano, incluyente y solidario.
El pueblo unido jamás será vencido, dice la consigna. Está por ver si la derecha unida será vencida. El país tiene la palabra.