Por Jon Kokura
Los caricaturistas tienen una gran ventaja sobre los escritores. Con un dibujo reemplazan un relato. Y la ilustración de Denny Ow. De dos policías blancos baleando por la espalda a un ciudadano negro. Mientras pasa un joven blanco armado con un fusil de guerra, saludando eufórico después de haber asesinado a dos pacifistas en la calle. Este dibujo es todo un acierto. Porque es el diario vivir de este violento, desquiciado y estúpido Disney World.
El domingo 23 de agosto. Jacob Blake. Un hombre negro intentaba subirse a su auto. En el asiento de atrás estaban sus tres hijos, de tres, cinco y ocho años de edad. Era el día del cumpleaños de su hijo mayor. Y el policía blanco Rusten Sheskey le disparó siete veces. Le acertó con cuatro balazos. Una de las balas le destrozó la médula espinal. Dejando a Blake paralítico de la cintura hacía abajo. Todo sucedió en Wisconsin.
Después de varias operaciones para salvarle la vida, Jacob Blake quedó en terapia intensiva con un pie esposado a la cama. ¿? Sí… Blake jamás volverá a caminar. Aún así el Sheriff de Wisconsin ordenó esposarlo a la cama. Claro… es negro. Y el policía que casi lo mata por la espalda fue enviado a su casa a jugar play station. Por supuesto… es blanco.
El miércoles 26 de agosto. Donald Trump. Ungido como líder supremo e indiscutible del Partido Republicano daba un discurso de campaña propio de Disney World. (el próximo martes 3 de noviembre los yankees eligen presidente)
En un discurso idiota y neurótico tan propio de Trump dijo que habla con Dios. Que Dios lo admira y lo sigue por twitter. Que Dios odia a los demócratas porque quieren quitarle los fusiles automáticos, lanza granadas y ametralladoras a los norteamericanos. Que el coronavirus ya pasó. Que el 2021 van a conquistar marte y la bandera yankee va a flamear en el planeta rojo. Y que si lo reeligen presidente todos en yanquilandia van a ser maravillosamente felices por siempre jamás.
Mientras Trump disparaba huevadas. Un joven blanquito de 17 años. Regordete con cara de bobo, armado con un fusil automático, de nombre Kyle Rittenhouse mataba a dos pacifistas en las calles de Wisconsin. Mataba en nombre de su ídolo Donald Trump, los policías blancos y la sagrada propiedad privada. Después de asesinar, el blanquito se fue alegremente con su fusil de guerra y hasta saludó a los policías que pasaban a bordo de dos carros anti disturbio. Aún cuando los manifestantes gritaban que era un asesino. La policía no lo detuvo… Claro, es blanco.
Esta demencia social yankee me recuerda al policía blanco Greg Abbott (ferviente admirador de Trump) del Condado de Cobb (Georgia) que en julio del 2016 detuvo a una mujer blanca por conducir en un supuesto estado de ebriedad. El policía le dice a la mujer que no puede seguir manejando bajo los efectos del alcohol. Y le ordena que tome el celular y llame a un familiar para que la venga a buscar. Pero la mujer aterrada no quiere sacar las manos del volante. El policía blanco le pregunta que le pasa y la mujer responde.
-No… No voy a bajar mis manos… Sé lo que hacen ustedes… Como esperan un movimiento para disparar… Para matar gente… He visto vídeos…
-Señora… Nosotros sólo matamos gente negra… ¿Usted es negra…?
-No… No soy negra.
-¿Ha visto vídeos donde nosotros matamos gente blanca…?-No…
-Entonces tome el celular y llame a un familiar… Usted no puede conducir en estado de ebriedad.
Este vídeo fue captado por la cámara del patrullero del policía Greg Abbott. Ese año gobernaba Barack Obama y en sus ocho años de gobierno 2112 ciudadanos negros fueron asesinados por policías blancos.
En este violento, desquiciado y estúpido Disney World no hay príncipes negros. Ni princesas negras. No hay duendes negros. Ni hadas negras. No hay cenicientas negras en carruajes dorados. Alguna vez tuvieron un presidente negro. Pero el poder ha sido y será blanco… por siempre jamás.