Un suceso que tuvo lugar en Pernambuco, Brasil, el 16 de agosto puso en el tapete del debate al aborto en América Latina, la región del mundo que más criminaliza y tiene las tasas de aborto más altas del mundo. El hecho ocurrió cuando una niña de 10 años, embarazada y víctima de reiteradas violaciones desde los seis años, pudo someterse a un aborto con respaldo por una decisión judicial y garantizado por la ley brasileña. Sin duda un caso excepcional que abrió la discusión en torno a la necesidad de despenalizar el aborto por la seguridad de la mujer.
La menor enfrentó un auténtico calvario judicial impulsado por fanáticos religiosos antiaborto que se reunieron frente al hospital para impedir el procedimiento, mientras los médicos de la localidad se negaron a realizarlo. La niña se vio obligada a viajar a otro estado del país donde le fuera practicado el aborto legal. El hecho destapó la realidad existente en Brasil sobre el aborto que no es diferente en el resto de países latinoamericanos la región que más renuente a legalizar el aborto mientras que es la que más lo practica en forma clandestina en el mundo.
Analistas coinciden en señalar que la oposición de la sociedad brasilera al aborto de la niña es coincidente con el extremismo de derecha impulsado por la campaña y elección del presidente Jair Bolsonaro que se opuso con reacciones violentas a la interrupción legal del embarazo de la niña de 10 años embaraza por violación. El Gobierno de ultraderecha trató de evitar la intervención que se realizó el domingo por la noche en un centro médico de Recife, la capital de Pernambuco, en el nordeste del país, en medio de actos de hostigamiento contra los médicos por parte de manifestantes.
La reacción opositora al aborto ignora que en el Código Penal hay excepciones contempladas que señalan que todo embarazo resultante de una relación sexual con menores de 14 años se presume violación y, por tanto, no necesita investigación penal. Además, en este caso la vida de la menor estaba en peligro por su corta edad. En el caso de la menor, no se trata de una defensa a ultransa de la legalización del aborto, sino de proteger a la niña que requería de garantías a su salud. Pero esta posición se enfrentó a un fanatismo moral existente en la sociedad brasileña en torno al tema del aborto. Ese fanatismo fue una de las banderas electorales de Bolsonaro que se convirtió en intransigencia moral y en huracán de odio social.
Este sentimiento de fanatismo estuvo represado durante los primeros 18 meses de gobierno de Jair Bolsonaro, porque había temas políticos prioritarios como la crisis económica, la inseguridad social y luego la pandemia que ocupa la preocupación central en Brasil. Sin embargo, en plena pandemia la gente salió a la calle para acosar a la menor y a los médicos que harían el aborto. Lo sorprendente es que la agitación parece haber estado dirigida más contra el aborto que contra el violador. Los fanáticos opositores al a borto yerran al ignorar a la víctima y anteponer el fanatismo moral.
La menor contó con el apoyo de movimientos feministas que plantean una lucha de protección de los derechos de las niñas y mujeres más vulnerables. El debate convocó a una multitud de personas anónimas y otras famosas que nunca antes habían comentado sobre el tema del aborto y que hoy están hablando. Este es el efecto inmediato del debate impulsado por la solidaridad feminista con la menor. Este es un fenómeno recurrente en América Latina región que más criminaliza el aborto en el mundo y que tiene las más altas tasas de abortos ilegales del planeta. Estos cambios se observan con mayor nitidez en Uruguay, Chile Bolivia y México, países que han comprendido que despenalizar es proteger a las mujeres. Es una necesidad sanitaria proteger a las niñas en una situación tan dramática. Despenalizar el aborto es dejar perseguir a las mujeres y evitar los malos tratos patrocinados por el propio Estado bajo un ordenamiento jurídico obsoleto. Ecuador, sin embargo, aún se resiste a entrar en un debate franco sobre la despenalización del aborto en defensa de los derechos de la mujer.