“Un tema de información importante y grave es el del subregistro de muertes por coronavirus, en varios países del mundo, incluido Ecuador”, manifiesta el sociólogo Álvaro Sáenz. El profesional con experiencia en el manejo estadístico, hace diversas reflexiones metodológicas que son de utilidad para comprender lo que está sucediendo con las cifras referidas al coronavirus en Ecuador y el mundo y cómo se proyecta el futuro de la pandemia.
Sáenz señala que, si bien existen razones técnicas que pueden dificultar el conteo de fallecidos por la enfermedad, como la falta de identificación de la causa de muerte, también es una situación que no se puede esconder, ya que las defunciones se inscriben en los sistemas de información convencionales. El porcentaje de muertes que enseñan las estadísticas es un indicador importante pues muestra, entre otras cosas, la capacidad de los sistemas de salud de responder ante la enfermedad manifiesta y permite tomar decisiones de inversión urgente en los servicios de salud. Por ello es necesario que estas cifras se transparenten.
¿Cuáles son aquellos países en los que las cifras se transparentan y muestran la realidad de lo que ocurre?
El porcentaje de muertes es un indicador muy importante. Con este antecedente se presentan los niveles de fallecimiento en los países con más casos en el mundo, pudiendo observar que se encuentran en peor situación Francia, Bélgica, Italia, Reino Unido, Holanda, Suecia y España, con más de 10% de muertes cuando la media mundial es 7%. Por el contrario destacan positivamente entre otros, Israel, Chile, Corea del Sur, Japón, Noruega y Alemania. Entre los que presentan bajos porcentajes habrá que poner en tela de duda los países en los que se ha subregistrado las defunciones por coronavirus, conscientemente o no.
¿Qué metodologías destacan en el análisis estadístico válido para el manejo de cifras en esta emergencia?
El análisis prospectivo es una herramienta muy importante en la comprensión de las realidades y en la toma de decisiones en incertidumbre. En general la prospectiva utiliza información y suposiciones de diverso tipo y permite, mediante la imaginación del futuro de una situación, trazar posibles escenarios de lo que pueda ocurrir. En la página web https://ddi.sutd.edu.sg/ (que se recomienda visitar) se hacen predicciones de cuándo podría terminar la epidemia del coronavirus en cada país, utilizando la información diaria disponible de casos, recuperados y otras variables, a la que aplica el modelo SIR (susceptible-infected-recovered). Se hacen todas las prevenciones metodológicas del caso y se aclara que las fechas que se presentan son teóricas: “el modelo y los datos son inexactos, con realidades complejas, en evolución y heterogéneas de los diferentes países”. Se presentan algunas de estas predicciones, no para adscribirse a las mismas o para hacer un culto al uso de la información cuantitativa (que, además, es insuficiente y subregistrada en la mayor parte de países); se lo hace para animar al lector o lectora a jugar con la prospectiva y mirar la situación desde otro ángulo.
¿Podemos citar algunos ejemplos prácticos?
En el caso de Suiza, país en el que la epidemia habría alcanzado un 97% de su evolución al 29 de abril, se prevé que llegue al 99% el 10 de mayo y terminaría el 11 de julio. Sabemos que Suiza se encuentra en un proceso de manejo estricto del coronavirus. En la situación de Suecia, en cambio, donde se trató al virus con menores medidas de confinamiento y la proyección muestra un trecho mayor de tiempo por recorrer. Alcanzaría el 97% el 21 de junio, el 99% el 12 de julio y finalizaría la epidemia el 2 de noviembre. Un ejemplo dramático sería el de Brasil, con un crecimiento aún por expandirse, con una terminación al 21 de octubre, en un tiempo más corto que Suecia, pero con una tragedia de por medio por la cantidad de contagios.
¿Qué nos hace pensar de que estas proyecciones matemáticas no son nada más una adivinanza?
Es importante recordar que no se trata de una adivinación de fechas, sino de proyecciones teóricas utilizando la información existente. Los autores hacen una advertencia respecto a que no han podido hacer estas proyecciones en países que han mostrado “cambios rápidos” en su información, lo que sin duda le calza al Ecuador.
¿Qué importancia tienen las pruebas de laboratorio para efectos estadísticos, cómo se muestra el panorama internacional, son confiables los resultados?
Es conocido ahora que el número de casos detectados de coronavirus en cada país depende en parte del número de pruebas que se hayan aplicado. Gracias a los valiosos datos publicados por worldometers, se puede obtener tanto la cantidad de pruebas como en el porcentaje de la población que éstas han cubierto en cada país (por ahora no discutimos el tipo de prueba y la forma de muestreo, que son también importantes para entender la pandemia). Los países que más pruebas de coronavirus han aplicado son Estados Unidos, Rusia, Alemania e Italia, entre un millón y medio y 5 millones (sobre China no hay información). La proporción de pruebas respecto a la población de cada país arroja resultados interesantes, los países con mayor porcentaje de aplicación de pruebas son Islandia, Emiratos Árabes Unidos y algunos de pequeña población. Entre los países más afectados que han realizado pruebas masivas los porcentajes de pruebas alcanzadas son superiores al 2% de la población. Entre ellos están Israel, Noruega, Suiza, Italia, Alemania. Hay países que no han llegado al 1% de la población con sus pruebas de coronavirus y otros ni siquiera alcanzan el 0.5%. En Latinoamérica el país que tiene mayor porcentaje de pruebas respeto a su población es Chile, con el 0.74%. Los demás tienen menos del 0.6%. Brasil por ejemplo, solo alcanza al 0.14%. Ecuador, con sus 56.000 pruebas ocupa el puesto 62 en el mundo y alcanza al 0.32% de su población.
¿Esto nos permite ser optimistas?
Con estos datos se puede especular sobre los altos subregistros a los que estamos expuestos. Habrá que suponer siempre que la situación es menos optimista de lo que los datos nos dicen.
¿Es posible trasladar ese optimismo para el caso latinoamericano, como está la situación?
Los gráficos presentan la trayectoria del coronavirus en varios países de América Latina (siempre con información discutible e irregular) desde el 12 de marzo hasta la fecha. Lo novedoso respecto a un par de semanas atrás es la presencia en segundo lugar de Perú como país altamente creciente (con más de 40.000 casos), además de Brasil, por supuesto, que no para su crecimiento desorbitado a más de 90.000 personas. Otra situación indiscutible ahora es el tercer lugar de Ecuador que supera los 26.000 contagiados, muy por encima de México (que sube a 20.739) y Chile, que empieza a bajar en términos relativos a 17.000 (en los gráficos se ha agregado a Ecuador una línea de tendencia para corregir los saltos de información). En un segundo “pelotón” asoman República Dominicana, Colombia, Panamá y Argentina (que se sitúan entre 7.300 y 4.500 casos).
Volvamos la mirada a Ecuador, ¿las estadísticas nacionales permitían, realmente, pasar a una fase de “distanciamiento productivo” y proponernos superar el “aislamiento de cuarentena”?
La ausencia de datos del coronavirus en Ecuador el fin de semana pasado fue justificada por el Ministerio de Salud como un momento para “consolidar datos”, lograr un “ingreso y manejo de datos más ágil y eficiente” y “entregar datos fiables”. El resultado es una peor confusión: fuentes inconexas, un total con pruebas PCR, otro total acumulado de todas las pruebas, la desagregación provincial solamente con uno de los totales, datos contradictorios en Manabí, ninguna corrección del grave subregistro de muertes, ausencia de información cantonal y parroquial (que antes había), un galimatías entre altas hospitalarias y pacientes recuperados, etcétera. Ahí no hay sistema de información. ¿Cómo se pueden tomar decisiones? El momento de esta confusión estadística no pudo ser peor, cuando el gobierno propone pasar del aislamiento al distanciamiento. Basado en qué; no en la información de casos de coronavirus, sino en la baja de la demanda hospitalaria y de las llamadas telefónicas, indicadores poco válidos ya que son comparados con el peor momento de la crisis.
¿Además del impacto interno que provoca la imprecisión de las cifras, existe un deterioro de la imagen internacional del país?
No puede ser que, además de que seamos un mal ejemplo mundial de crisis de la pandemia, nos constituyamos en el hazmerreír de la información. Para muestra basta un botón. Veamos el avance acumulado diario de Chile (para no ir más lejos) y encontramos una lógica, una curva continua. Comparemos con la de Ecuador y encontramos un trazado inexplicable. ¿Con qué información los gobiernos locales van a poder decidir sobre el semáforo a la carta? No sé qué es más vergonzoso, el manejo de la información del coronavirus en Ecuador o las excusas con las que quieren justificarlo: «La limpieza y depuración son un proceso normal y rutinario para obtener información fidedigna» (si, pero antes de publicarlos) y que «las variaciones que se registran en el boletín de cifras de covid-19 se deben a la validación constante…” (¿constante o improvisada?) y anuncian por segunda ocasión que ahora si tienen un “nuevo programa de registro de datos”. Esta “curva” de casos de Ecuador, que se publica en todo el mundo, muestra con claridad los tres exabruptos más grandes en la información.
¿El número de “casos recuperados” son estadísticamente importantes, se puede confiar en esas cifras?
Un indicador fundamental para entender la evolución del coronavirus es el número de recuperados de la enfermedad, aunque su medición sea muy dispar. El 9 de abril el porcentaje de recuperados en el mundo alcanzó al 22.2% del total de casos registrados; una semana más tarde (16 de abril) el porcentaje se incrementó a 24.8%, para el 23 de abril alcanzó el 27.3% y hoy (en 4 semanas) registra 31.2%. Son datos esperanzadores. Se discute todavía cuál es porcentaje de recuperados que indique una posible inmunización social (de rebaño le dicen), aunque un número referencial sería 70%. Poco a poco se avanza hacia allá. Los recuperados, además, disminuyen la presión sobre los sistemas de salud, dejando espacio a los “casos activos”. Además tienen menos riesgo de contagiar a otros cuando se reincorporen al contacto social. Sería bueno que los países unifiquen la forma de identificarlos y de calcular su incidencia; seguramente habrá que hacer un índice sobre la población total.
¿Pensando en el tiempo que nos falta para recuperarnos, qué indican las estadísticas al respecto, y qué nos enseña la experiencia internacional?
Los países del mundo que se encuentran en proceso de recuperación del coronavirus nos dan pistas importantes: 1) Reconocen que los tiempos son largos, pero tratan de acortarlos con medidas definidas y persistentes. 2) Cuentan con mucha información y la utilizan para comprender su situación. 3) Dan prioridad, recursos y más capacidades a sus sistemas de salud. 4) Atienden la pronta recuperación de los que han enfermado. 5) Cuidan de los profesionales de la salud. 6) Cuando se pone en la balanza a la economía y a las personas priorizan a las gente. 7) No se dedican al juego comunicacional ni a echar culpas a los demás. Se presentan gráficos de casos acumulados de Alemania, China, Suiza, Corea del Sur, Nueva Zelanda y Taiwán, buenos ejemplos de aplanamiento de la curva. En todos estos países, además, han logrado menos mortalidad (- de 6%) y tienen ahora altos porcentajes de recuperados (+ de 75%).