El economista argentino Ricardo Arriazu, echa luces sobre la opacidad económica del mundo pos pandemia. En entrevista con Jorge Fontevecchia, el analista revisa las condiciones económicas internacionales a partir de la situación argentina. A propósito de la reflexión atribuida al economista británico John Maynard Keynes, “en el largo plazo todos vamos a estar muertos por eso todos se han vuelto cortoplacistas”, Arriazu dijo: “Esta es una situación actual que no tiene precedentes en la historia moderna. Hasta que no se invente la vacuna, básicamente la pandemia se para con aislamiento. Pero el aislamiento rompe la esencia de la economía de los últimos siete mil años, que es la especialización y el intercambio. Casi 80% del PBI mundial en este momento está ligado a la especialización y al intercambio. Cuando se impide el intercambio, se produce una destrucción instantánea del PBI. Y no hay precedentes de la detención actual”.
Arriazu propone pensar en el día después de la pandemia, y sugiere la reflexión, “qué efectos tienen las medidas que se toman y cómo se debe actuar: si no gasta el sector privado, lo hace el sector público. Pero ahora no es que el sector privado no está gastando porque tiene miedo o porque teme perder los ingresos. La pandemia destruyó instantáneamente 25% del PBI mundial”. Se trata de ver cómo se hace para que el que se quedó sin trabajo pueda comer. O en las empresas que no puedan pagar los sueldos, cómo hacer para que no quiebren, y la única manera es salir masivamente, manifiesta Arriazu.
Ahora que el mundo se propone implementar un plan de ayuda, la situación se muestra diferente a la Gran Depresión del año 1929. Esta vez nadie sabe si va a funcionar, si es suficiente o no, porque no hay experiencia histórica, dice el analista. El tejido social que se crea a través de miles de años se destruye instantáneamente, la gente comienza a reaccionar de manera diferente. Hay que mantener el tejido social. Y de lo que se trata es de mantener las condiciones de supervivencia.
La economía después de la pandemia, cuando todo vuelva a la «nueva normalidad», si no hay empresas por más que esté el stock de capital, va a tardar mucho en recuperarse. Los EE.UU y Europa previendo esa situación “tomaron la medida de garantizar los créditos”, porque ningún banco va a dar un crédito con un dinero que no es suyo, no se presta capital a alguien que no lo va a devolver o que tiene gran chance de no hacerlo, para eso se necesita garantía, señala Arriazu.
La economía deteriorada por el efecto de la cuarentena obligada, enfrenta un dilema: el tema más importante es cómo hacer para compatibilizar salud pública con salud económica. El desafío es que el sufrimiento y las muertes de ambos factores sean las menos posible. Ahora se trata de que no colapse el sistema mundial. Una de las tendencias es que la gente va a tener menos dinero que antes de la pandemia. Y ese dinero regresará al sistema financiero, al no pagarse las deudas sube el riesgo país y, por tanto, la tasa que se usa de descuento para proyectar inversiones sube y todas las inversiones se vuelven inviables. En definitiva -señala Arriazu- el sector privado deja de tener acceso al crédito, pero no solo al crédito para financiar inversiones, sino también al crédito para pagar importación de insumos, incluyendo los insumos médicos. Frente a la pandemia, la deuda puede ser un tema insignificante, dice el analista, porque es mucho más importante ver cómo se resuelve el problema de la implosión económica causada por el aislamiento.
No obstante, la crisis “es una oportunidad total”. Habrá restructuración en todas las economías, pero “el mundo no va a ser completamente distinto”. Hay cosas que se mantendrán, pero otras cambiarán. Y es “una magnífica oportunidad». Pero se necesita entender qué es lo que hacemos mal. Y se necesita que existan acuerdos políticos, concluye el analista.
En 1921 Keynes, que se ha puesto de moda, dijo una frase que sigue vigente: “El gran dilema de la humanidad es cómo conciliar eficacia económica con justicia social y con libertad individual”. La pandemia por sí sola no va a cambiar las estructuras demográficas, ni va a cambiar el mundo, pero sí es una oportunidad para sentarse a pensar los problemas estructurales que enfrenta el mundo.
Para ese cambio, señala Arriazu, se necesita estadistas: “El estadista tiene que ser capaz de convencer a la población de que estos cambios son importantes para su propio bienestar en el futuro y tiene que tener claro cuáles deben ser esos cambios”.
Las crisis generan oportunidades, siempre y cuando uno sepa identificar cuáles son los factores que las generan y cómo salir de ellas. “Si no, con todas las crisis que tuvo Argentina en su historia, hoy debería ser maravillosa”, concluye Arriazu. El mundo espera lo mismo.
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