No será este el 1 de Mayo de grandes concentraciones, de las grandes marchas. Confinada en sus casas o sindicatos, la clase trabajadora permanece aún encerrada en una visión inmediatista de la sociedad sin vocación de futuro, con una tendencia reivindicacionista o economicista. El sindicalismo ecuatoriano considera un triunfo haber reducido 250 dólares al descuento que el gobierno llama “aporte humanitario” establecido en el proyecto de ley enviado a la Asamblea Nacional.
Considerando que el problema de fondo no es ese, una visión política del momento debería tener en cuenta la revisión de los lineamientos geopolíticos estratégicos que se fraguan fuera y dentro del país. Mientras los grupos hegemónicos nacionales e internacionales se concentran en una mirada de futuro global y de fondo, los sectores populares y sindicales están pensando en la minucia del día a día.
En una revisión de los planes sindicales para este 1 de mayo, esta frase lo resume todo:“Este Primero de Mayo, celebraremos de diferente manera la manifestación. Será en las redes sociales, y nuestras reivindicaciones tendrán que ver con el hoy, el presente».
En Grecia, país con fuerte tradición sindical no hay planes oficiales y el mayor sindicato griego, la Confederación de Trabajadores del Sector Privado, dijo que «respeta las instrucciones relativas a la prohibición de reuniones de más de diez personas». Sin embargo, ante el espectro de una nueva recesión tras diez años de crisis, no está descartado que los sindicatos comunistas organicen un mitin simbólico frente al Parlamento de Atenas.
«Día 1 de Mayo: Más fuertes juntos, pero cada uno por su cuenta». Esta es la consigna en Dinamarca, donde el Día de los Trabajadores será exclusivamente virtual, liderado por la mayor organización sindical que reúne todas las iniciativas en Facebook. En Uruguay, la mayor central obrera, PIT-CNT, solicitó al presidente Luis Lacalle Pou que le permita realizar una emisión nacional de radio y televisión para difundir un mensaje que sustituya al tradicional acto masivo del 1 de mayo con el objetivo de que «la voz de los trabajadores alcance la mayor difusión posible». En Indonesia, los sindicatos se proponen mantener las manifestaciones del 1 de mayo en Yakarta y congregar a miles de personas a pesar de la prohibición de la policía. En Cuba el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en su cuenta de Twitter, exhortó a entonar las notas del Himno Nacional justo a las 8 de la mañana y a homenajear con un caluroso aplauso a los trabajadores que, desde sus hogares o en cualquier lugar del orbe, laboran para vencer a la pandemia.
El futuro en juego
Más allá del poder simbólico del 1 de Mayo, la cuestión de fondo, según el historiador Stéphane Sirot, es cómo se desarrollará la acción sindical en los próximos meses, ante una «fractura social» que promete generalizarse en la mayoría de los países. A partir de 1 de Mayo el movimiento obrero sindicalizado debe concentrarse en los proyectos políticos a futuro, en el escenario económico que se avecina bajo la crisis más devastadora del sistema capitalista. Debe avizorar con realismo, profundidad y amplitud de miras la realidad internacional y local en cada país, considerando que se están jugando grandes intereses en una recomposición del mapa geopolítico mundial. Es decir, las fuerzas políticas transnacionales están reordenándose, reagrupándose unas y perdiendo influencias otras, tomando nuevas posiciones de poder. EE.UU pierde influencia mundial y regional. Rusia y China se reubican en una nueva posición hegemónica en el mapa internacional.
En este escenario, el 1 de Mayo el movimiento obrero mundial cambia las calles por las redes sociales. Nunca será lo mismo. Que el distanciamiento social no signifique desmovilización sindical, propician algunos sectores laborales. Más allá de la fecha conmemorativa de los trabajadores, los temas de la economía, sobreexplotación laboral, pérdida de derechos laborales y sindicales deberían ocupar la agenda sectorial. En esta coyuntura es hora de evitar la pérdida del rumbo histórico de la clase trabajadora ante un eventual cambio de paradigma social. En esta pandemia hay cosas por hacer, según propician sectores sindicales: Luchar por la vida, denunciar el aprovechamiento político que han hecho los regímenes reaccionarios de la pandemia, estimular la solidaridad de clase con los trabajadores despedidos, enfermos y fallecidos. Hay principios constantes en la conmemoración del 1 de Mayo que no se ven afectados por la pandemia y el encierro forzoso, aunque cambien de forma de expresión. Tal vez, en parte del planeta, ya no será en las calles y plazas, pero los trabajadores no abandonarán el recuerdo de sus héroes, de los que han sabido dar su vida, de una u otra manera, para luchar por la emancipación humana.
Miembros del movimiento sindical proponen que la plataforma de lucha se exprese en cacerolazos, banderas en los balcones, mensajes electrónicos y manifiestos, pero no dejará su sentir combativo y prometedor. En Chile y en Brasil se incrementan las protestas desde los balcones, las redes difunden las demandas de los trabajadores y las trabajadoras, las mujeres mantienen la alerta ante la violencia patriarcal, los indígenas plantean temas urgentes y profundos. Las distancias sociales en esos países son enormes e injustificadas entre ricos y pobres, que el “quédate en casa” no es igual para el que vive en mansiones y para el que vive en una covacha o no tiene techo; que la educación es desigual entre quien accede a computadores e internet y el que los mira desde lejos. La desigualdad social se presenta también en los servicios hospitalarios, en la seguridad de contar con alimentos, en las esperanzas personales y familiares para el futuro.
La sobrecarga laboral se convierte en la estrategia empresarial de empresas privadas y del sector público. Se vuelve imperativo defender los contratos colectivos para impedir que cada quién se vea forzado a escoger entre el desempleo o la sobreexplotación. Trabajo digno es lo mínimo que se puede demandar hoy, trabajo que garantice la dignidad humana desechando toda discriminación a la mujer trabajadora, unificando a los trabajadores de la ciudad y el campo, respetando las diversidades étnicas.
De cara a la pandemia el capitalismo va mal. En esta perspectiva el movimiento sindical desde el 1 de Mayo está obligado a elevar la lucha de clases y avizorar un orden social nuevo. Se cierne la perspectiva de un desastre económico sin parangón y las pequeñas empresas pagarán el precio más alto. Quinientos millones de personas podrían ser arrastradas de nuevo a la pobreza. La pandemia produce “un rechazo general del hipercapitalismo anárquico, el que ha permitido obscenas desigualdades como que el 1% de los ricos del mundo posean más que el 99% restante”, ha consignado en su análisis el periodista Ignacio Ramonet. La economía mundial se adentra en territorio ignoto. Nadie tiene una idea precisa de las dimensiones del cataclismo. Como ha dicho Kissinger: La actual crisis económica es de una complejidad inédita. La contracción desatada por el coronavirus, por su alta velocidad y su amplitud global, es diferente a todo lo que hemos conocido en la historia.”
En tan tenebroso contexto, -señala Ramonet- lo más previsible es que, «cuando pase la pandemia, varios de los Estados, debilitados, arruinados, endeudados, conozcan fuertes sacudidas sociales. Ahí también podría haber baños de sangre. La pandemia nos obliga también a interrogarnos sobre el modelo económico-comercial dominante. Desde hace cuarenta años, la globalización neoliberal ha espoleado los intercambios, y desarrollado cadenas de suministro transnacionales. Las presiones antiglobalizadoras van a ser muy fuertes después de la pandemia. En lugar de unificar a los pueblos y alentar su entendimiento mutuo, la globalización ha favorecido los egoísmos, las fracturas y el ultranacionalismo. En todo caso, la hiperglobalización neoliberal parece herida de gravedad y no es descabellado vaticinar su debilitamiento. Incluso se cuestiona la continuidad, bajo su forma ultraliberal, del propio capitalismo”
La tragedia de la Covid-19 empujará, sin duda, a las naciones hacia un nuevo orden económico mundial. Para ese nuevo escenario hay que estar preparados. Este 1 de Mayo, parodiando la frase de Marx, amerita recordar: ¡Proletarios del mundo despertaos!