El Covid 19 ha desencadenado otra pandemia: la infodemia que se caracteriza por una sobre información con un efecto hipermediático de una envergadura sin precedentes. Así lo confirma el periodista español Ignacio Ramonet, especialista en teoría de la comunicación. Ramonet en su libro titulado Ante lo desconocido señala que “estamos asistiendo a una guerra feroz entre diversas facciones para imponer un relato dominante sobre esta crisis. Lo que provoca una auténtica epidemia de fake news y de posverdades”.
El miedo provocado por el desconocimiento ante un fenómeno nuevo como la pandemia que ataca al mundo impulsa a millones de personas a sobre informarse, facilitando las condiciones para la transmisión de “noticias tóxicas” que se propagan más rápido que el coronavirus con “montañas de mentiras” circulando por las redes sociales: “Es conocido que las noticias falsas se difunden diez veces más rápido que las verdaderas; y que, incluso desmentidas, sobreviven en las redes porque se siguen compartiendo sin ningún control”, afirma Ramonet. Muchas de las cuales están elaboradas con notable profesionalismo, redactadas con textos impecables, imágenes prolijamente elegidas, videos con voces en off impostadas en tonos graves y música envolvente. Todo dispuesto para proyectar la imagen de credibilidad de los fake news.
La difusión masiva e imparable de noticias falsas, a través de redes como Facebook, Whatsapp y otras, se facilita debido a la confluencia de dos factores que actúan juntos: Por una parte, la confianza entre personas que comparten información en una misma red, y por otra, la repetición o reiteración de mensajes de idéntica matriz. Así las falsas informaciones y los rumores satisfacen la ansiedad y la emoción de comprender la pandemia y entenderla con argumentos, sin importar su procedencia. Si un amigo, familiar, o persona conocida me envía una información y esa información la recibo de varias fuentes a la vez, pensaré que es cierta. Es decir, la confianza en la fuente y la repetición del mensaje lo convierten en “verdadero”. Pensaré entonces que ha sido verificada y la aceptaré como cierta, sin embargo puede ser falsa. Cercanía y repetición, toda manipulación de la opinión pública mediante falsas noticias debe obedecer a esos protocolos.
Ramonet reúne una serie de noticias falsas que han circulado en las redes sociales y personales. Las más diseminadas: que el nuevo coronavirus se elaboró en un biolaboratorio secreto de China (o de Estados Unidos), y que es un arma bacteriológica para la guerra entre ambas superpotencias. Otras falsas noticias certificaban que el SARS-CoV-2 fue creado por Bill Gates. Que el virus fue fabricado por China para exterminar a sus minorías étnicas. Que la Covid-19 es una enfermedad difundida por los grandes laboratorios farmacéuticos para vender vacuna. Que las antenas de telefonía 5G amplifican y vuelven más letal al coronavirus. Que la plaga estaba destinada a arruinar la economía exportadora, rival de China, del norte de Italia. Que ya existe una vacuna. O que el virus ya mutó.
De una observación a los principales contenidos de la información difundida en nuestro país podemos destacar los siguientes tópicos identificados: énfasis en argumentos políticos desacreditando adversarios o culpándolos de la gravedad de la emergencia. Obsesión en el conteo y comentario de cifras mortuorias, como si un caso más o un caso menos cambiara el sentido de la crisis; rumores acientíficos sobre la pandemia; premoniciones sobre lo que va a ocurrir sin ningún elemento comprobable; difusión de textos, videos, fotos o audios inspirados en el morbo de estar enterados y difundir malas noticias. El propósito es mostrar un “gran volumen” de mensajes, aparentando que mucha gente está compartiendo o comentando un tema, para manipular la percepción que se tiene de ese tema.
El negocio digital
La enorme proliferación de información por medios digitales ha convertido a la pandemia en la mejor oportunidad de enormes negocios hechos por las empresas operadores de Internet. Las principales compañías transnacionales de redes sociales modificaron los algoritmos de jerarquización de los mensajes. Ahora anteponen las comunicaciones procedentes de amigos y conocidos en detrimento de los mensajes emitidos por organizaciones o medios de comunicación. Ya no podemos ser ingenuos y creer inocentemente todo cuanto llega a nuestras pantallas vía las redes sociales.
Para la abrumadora cantidad de noticias falsas, existen diversas plataformas de verificación gratuitas: Maldita.es, en España; FactCheck.org, NewsGuard y PolitiFct.com, en EE.UU; o la alianza #CoronavirusFacts, impulsada por International Fact-Checking Network (IFCN) del Poynter Institute, que reúne a más de cien plataformas de verificación en setenta países y en cuarenta idiomas; o LatamChequea que reúne a medios de comunicación de quince países de América Latina.
No obstante el intento de verificar la autenticidad de la información no impide la impunidad de los magnates del negocio informático, en particular el principal accionista de Zoom, Eric Yuan que está en la lista de los empresarios más ricos del mundo con una fortuna estimada de 5.500 millones de dólares.
Sin duda la pandemia nos ha cambiado los hábitos comunicacionales y la forma de obtener noticias, con media humanidad encerrada durante semanas se ha producido una apoteosis digital con enormes ganancias para los dueños de lo que llamamos “nuestra redes sociales”. Estas gigantescas plataformas tecnológicas son las triunfadoras absolutas, en términos económicos, de este momento trágico de la historia. Esto confirma que, “en el capitalismo, después de la era del carbón y del acero, la del ferrocarril y la electricidad, y la del petróleo, llega la hora de los datos”, la nueva materia prima dominante en la era post-pandémica.