Durante siglos la historia ha marcado tu existencia a través del tiempo, libro amigo. No siempre fuiste negro y blanco papel que nació apretado de la corteza de los árboles. Antes fuiste piedra mineral, luego arcilla o madera, papiro, seda y bronce, piel humana. No en vano te llamaron biblos, piel vegetal. Escritura, signo hierático y jeroglífico, huella cavernaria y pretérita de Altamira, libro, fuiste testigo de la tentativa humana escrita en ideogramas.
Del papiro al pergamino, piel de animal, tuviste soporte que permitía la conservación de textos a través del tiempo y en mejores condiciones de existencia, libro, fuiste siemprevivo.
Y un día en la historia se crearon bibliotecas con intención de conservarte en volúmenes. Fue la primera en Alejandría y luego en Atenas y Pantainos; y después otras en Adriano, Rodas y Antioquía. Surgen editores en la antigüedad como Ático que editó a Cicerón. Y entre los siglos II y III, y en la Edad Media, el códice sustituyó al volumen. Y fue en los monasterios que se conservaron las copias, durante los tiempos convulsos de las invasiones. Los claustros conservaron textos religiosos y otras obras en las scriptorias dedicadas a copiar códices y volúmenes considerados relevantes.
Al calor de los avatares de luchas políticas, territoriales y religiosas te fuiste, libro, difundiendo, ibas cada vez más lejos conquistando territorios y latitudes en la mente humana. Un día en el alma mater, renaciste sabio y dadivoso. Te demandaron maestros y discípulos sedientos de conocimientos especializados, pero también de poesía cortesana, novelas románticas y ditirambos.
Y en el siglo XIV se difunde la utilización del papel, ideado en China e implantado en Europa por la cultura árabe intermediaria. Y adviene la era industrial con el invento de la imprenta, la máquina que atrapó tus hojas en sus entrañas de acero a mediados del siglo XV. En lo posterior, en el siglo XIX el vapor dinamizó a las imprentas, y fuiste reproducido en serie. En la posmodernidad, a finales del siglo XX, nuevas tecnologías que generaron los códigos binarios crearon tus nuevos soportes de lectura. Y hoy pervives en los ebook, tu alma digital deambula sobre el líquido de una pantalla iluminada.
Pero no siempre fuiste copiado, debido a la intensa censura a la que eras sometido cuando te acusaron de peligro, tus volúmenes no eran reproducidos. Tu supervivencia, antes como hoy, dependía de las luchas ideológicas y cuitas políticas. En un septiembre negro en mi patria del sur fuiste incinerado por manos asesinas. Y volviste a renacer en las manos libres de una maestra de escuela. Nada se compara a ti, libro, cuando haces feliz a un niño que te cobija entre sus manos inocentes y le cuentas un cuento o le cantas un verso. Libro amigo, antes de ser signo fuiste sonido gutural, palabra articulada, idea, energía, oda, verso vivo…
Libro, cuando te cierro
abro la vida.
Escucho
entrecortados gritos
en los puertos.
Amo los libros
exploradores,
libros con bosque o nieve,
profundidad o cielo.
Libro, déjame andar por los caminos
con polvo en los zapatos
y sin mitología:
vuelve a tu biblioteca,
yo me voy por las calles.
He aprendido la vida
de la vida,
el amor lo aprendí de un solo beso,
y no pude enseñar a nadie nada
sino lo que he vivido,
cuanto tuve en común con otros hombres,
cuanto luché con ellos:
cuanto expresé de todos en mi canto.