Por Álvaro Sáenz A.*
Este es momento para una reflexión sobre la fiabilidad de los datos del coronavirus en el mundo y por supuesto en Ecuador. El seguimiento de casos de contagio, fallecimientos y recuperados es muy complejo y depende de dos elementos fundamentales.
El primero es la capacidad de obtenerlos. Los casos de contagio registrados obedecen a las pruebas realizadas y estas a su vez dependen tanto de la disponibilidad como de la estrategia de cada gobierno para aplicarlas (por ejemplo si se lo hace a los que tienen sospecha o a segmentos completos de población). El registro de muertes es complejo también porque solamente se toma en cuenta a los fallecidos que antes fueron identificados como positivos o los que fueron hospitalizados. Se excluyen a todos los que murieron por causas no comprobadas (tampoco se puede hacer restas simples de fallecimientos menos tendencias regulares). Respecto a los recuperados es más complicado aún, pues en algunos países se cuentan altas hospitalarias (lo que es mínimo respecto a los contagiados) y en otros se asumen como recuperados a los que han pasado cierto período de tiempo luego de contraída la enfermedad. Quizá pruebas masivas de anticuerpos puedan ayudar a entender esta variable pero aún están lejanas.
El segundo elemento de distorsión es la política de difusión e información de cada gobierno que puede ir desde el ocultamiento total, hasta la entrega parcial de datos “cernidos” al ritmo de la conveniencia gubernamental o del asistencialismo con que se quiera tratar a su población.
En medio de esta complejidad, relatividad y politización de la información, es necesario acudir a ella para tratar de entender una situación antes desconocida. Es imprescindible entender la enfermedad y los datos, aunque sea incompletos, ayudan. Eso sí, entender no significa usar exclusivamente datos pues éstos no dan comprensión per se, es necesario ver holísticamente la situación, analizar contextos, comprender los entornos políticos, económicos y sociales, la globalización. Hay que hacer una lectura crítica de la información. Usar los datos, no adherirse a ellos. También hay que especular un poco.
*Álvaro Sáenz Andrade, ex Viceministro de Educación. Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas, Universidad Central del Ecuador, Máster en Sociología, con especialidad en Sociología Rural, Pontificia Universidad Católica del Ecuador.