Entre las previsiones de inminentes efectos sociales de la emergencia del Covid 19 hay una en la que coinciden todos: se viene la peor crisis económica mundial de la historia, con un síntoma masivo, el hambre. Un anticipo concreto de esa crisis la anuncia el propio Fondo Monetario Internacional FMI, con pésimos pronósticos y malas señales que realiza en estos momentos respecto a la economía mundial tocada fuertemente por la pandemia que se prolongará este año y el próximo. El informe del FMI señala que la actual situación económica mundial será peor desde la Gran Depresión de 1930. La economía mundial se contraerá en un 3% en el 2020, (peor que la caída de 0.1% durante la crisis financiera de 2009) antes de recuperarse en 2021 con un crecimiento del 5.8%.
Este informe corresponde al Panorama Económico Mundial que el FMI publica dos veces al año, y esta vez lo preparó para la reunión de esta semana con su hermano menor, el Banco Mundial. La cita virtual también incluye a los ministros de finanzas y banqueros de las 20 economías más grandes del mundo. En esa reunión se ha producido un contagio económico internacional: prever el desastre de las principales economías mundiales. En su pronóstico más reciente, el FMI espera contracciones económicas este año del 5.9% en Estados Unidos, 7.5% en los 19 países europeos que comparten el euro, 5.2% en Japón y de 6.5% y en el Reino Unido. Se espera que China, donde se originó la pandemia, obtenga un crecimiento del 1.2%, según el FMI. El comercio mundial caerá un 11% este año, y luego crecerá un 8.4% en 2021, se pronosticó. La semana pasada, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, advirtió que los mercados emergentes y las naciones de bajos ingresos en África, América Latina y gran parte de Asia tienen un riesgo especialmente alto. Entre los datos, se auguran malas cifras para nuestra región, ya que el FMI estima decrecimientos económicos desde el 4 al 6 por ciento en naciones como Chile y México. Hace solo tres meses, el organismo pronosticó que más de 160 naciones registrarían un crecimiento del ingreso per cápita. Ahora, espera un crecimiento negativo del ingreso per cápita este año en 170 países.
Esto se explica por las mismas medidas adoptadas para frenar la pandemia, que terminaron frenando la economía: confinamiento, distanciamiento social, restricciones de viajes y cierre de empresas, que prácticamente han paralizado la economía en gran parte del mundo.
Los países dependedientes de las decisiones que adopten las potencias capitalistas, -EEUU, Europa, entre otros- como es el caso de Ecuador, no tienen más que obedecer a los designios con que los líderes neoliberales mundiales pretenden enfrentar la crisis global que se avecina. Y esas recetas son las mismas que sugiere el FMI y sus asociados. Es decir, ellos provocan la enfermedad, dan la receta y entran en convalecencia con el enfermo social. En otras palabras, la crisis internacional para estos organismos multilaterales, es su mejor negocio histórico. Un chulquero vive de la ruina de sus clientes. Lo significativo de este círculo vicioso es que las recetas del FMI nunca han contemplado medidas estructurales para “renacer” las economías de nuestros países, son solo dadivas, préstamos bajo diversas condiciones según el grado de obediencia, a condición de alinearnos con sus políticas mendicantes, y así sucesivamente.
¿Como es que los países considerados ejemplares en el mundo, por citar dos ejemplos EE.UU y Chile, ahora caen estrepitosamente en apocalípticas crisis, como si sus bonanzas fueran frágiles, precarias y transitorias o son supuestas, nada más? ¿No es que el capitalismo neoliberal asegura estabilidad para largo?
Perspectivas ecuatorianas
Ecuador será un pálido reflejo de la solución de la crisis de los grandes, solo obedecerá. Prueba de que Ecuador debe cumplir el recetario fondomonetarista obedientemente, Alberto Dahik, gurú del neoliberalismo criollo, recomienda al gobierno seguir las recetas del FMI al pie de la letra: Dahik señala que en el país hay una “alergia a aumentar el gasto público”. Ecuador debe insistir en conseguir nuevos préstamos del FMI, incluso que la Reserva Federal de EE.UU nos haga nuevos préstamos. El ex vicepresidente recomienda reformar el presupuesto del Estado. Y la gran idea que ofrece es focalizar los subsidios de los combustibles y mantener el subsidio al transporte. Dahik considera que pedir aporte a las empresas agobiadas, es un nuevo impuesto y que reducir a la mitad el sueldo de funcionarios “es un acto simbólico que no va por ahí, es muy poco lo que se ahorra”.
A la espera del envío del paquete de medidas a la Asamblea Nacional por el Ejecutivo, los honorables anticipan criterios y ya hay renuencia a dar el visto bueno a las medidas anunciadas por Lenin Moreno. Como es obvio, lo primero que rechazan es la disminución salarial de los honorables asambleístas; los impuestos camuflados de aportes empresariales del 5% de sus ingresos también son vistos con malos ojos. Y está en análisis la creación de una Cuenta de Asistencia Humanitaria alimentada por aportes de los trabajadores públicos y privados, y de las empresas que tuvieron ganancias mayores a $1 millón. Una de las primeras reacciones en las que coincide la mayoría de bloques legislativos es que faltan compensaciones a quienes estarán obligados a realizar contribuciones humanitarias, como créditos blandos con garantía del Estado, y para el ciudadano medidas de desahogo como diferimiento en pagos de créditos. Otras opiniones parlamentarias señalaron que se tendrá que determinar la constitucionalidad de crear un fideicomiso, cómo el Servicio de Rentas Internas (SRI) y Finanzas que transfieren esos recursos públicos a una entidad externa, y cómo la Contraloría puede intervenir. Y que si bien las medidas buscan evitar que quiebren las empresas y generen más despidos, es necesario trabajar en reformas laborales que permitan abaratar la contratación, establecer contratos a plazo fijo, regular el teletrabajo, y un respiro en cuanto a mora patronal con el IESS.
Movilización popular
La conclusión obvia que se desprende de este panorama es que la persistencia de parte del gobierno de una conducta errática, tiene como consecuencia un incremento significativo tanto en la cantidad de contagiados como en la letalidad de los mismos, una tendencia que no se revertirá a corto plazo, aunque las últimas declaraciones de los voceros oficiales insista en mostrar que sus medidas estan dando resultados.
Las soluciones, evidentemente, pasan por adoptar necesarias decisiones de salud pública lo que significa implementar un plan de políticas sociales, que si bien es cierto tienen un costo considerable, son las únicas eficaces para evitar la pérdida de más vidas y para estar en condiciones de reactivar la economía en un tiempo menor. Eso no se logra con las escuálidas propuestas gubernamentales de medidas de mitigación de los problemas sociales originados por la pandemia.
La ciudadanía debe permanecer alerta frente a la clara posición de los voceros neliberales que en diferentes planos, percibiendo que la actual crisis sanitaria tendrá repercusiones políticas, buscan en este tiempo recuperar posiciones, para enfrentar el período post-crisis, tal cual lo propone Dahik.
Si algo cambia las condiciones de las crisis de afectación popular es la propia movilización ciudadana. Si algo modificó sustantivamente el estallido social que comenzó en octubre pasado, fue la certeza de ser la movilización popular quien generó las condiciones para un cambio profundo del sistema socio-económico que nos impusieron desde hace 40 años.
En el futuro se deben avizorar cambios: ya vendrá el tiempo de los liderazgos reales. Este es el momento de que el pueblo fortalezca sus diversas formas de organización como una manera de auto cuidarse, incentivando la solidaridad como un ejercicio del movimiento mismo ajeno a todo paternalismo oficial.
Junto a eso, es vital mantener una actitud vigilante de la actuación de las autoridades, proclives como lo son a utilizar la necesidad de los pobres para generar redes asistencialistas que luego utilizan con fines políticos. Una orgánica popular solidaria, vigilante, articuladora de las demandas populares, debería estar estructurada en primer lugar por un movimiento sindical con un claro sentido de independencia de clase, por un movimiento de mujeres que siendo feminista sea capaz de ampliarse convocando orgánicamente por ejemplo a las miles de mujeres que en estos días ejercen como “cuidadoras” o a aquellas que sufren hoy más nítidamente la violencia intrafamiliar; y por jóvenes capaces de superar la ideología individualista en la cual han crecido.
Solo logrado aquello, el pueblo adaptará la movilización a las condiciones que enfrenta y pasada esta crisis sanitaria, tendrá claro que la meta es superar este neoliberalismo ramplón y que el primer paso para ello es impulsar un cambio de régimen obsecuente con los amos imperiales.