Si hay un sector de la cultura realmente excluido y marginado, es el de los artistas que trabajan en los espacios públicos. Pero si hay un sector olvidado y menospreciado es el de los artistas circenses. Tanto que ahora, en plena cuarentena por la emergencia sanitaria, nadie se acuerda de ellos. Incluso el propio Ministerio de Cultura y Patrimonio lanza una convocatoria para ayudar a los artistas “más vulnerables y precarizados”, y los excluye. Es más, algunos incluso sostienen que no son artistas.
Los artistas de la calle, quienes de toda la vida han trabajado en el espacio público, no solo son excluidos, sino agredidos y perseguidos, y hasta chantajeados. Los artistas de la calle (actores, bailarines, titiriteros, músicos, pintores, zanqueros, payasos, etc.) trabajan a diario en parques y plazas divirtiendo a los transeúntes a cambio de “pasar el sombrero,” monedas que les permite llevar el sustento diario a sus hogares. Sin embargo, por la emergencia sanitaria y el toque de queda simplemente se quedaron sin trabajo; no tienen ingresos para sostener a sus familias. Y lo más grave, a pesar de solicitar permanentemente apoyo a las entidades oficiales, no han sido escuchados; hoy se encuentran en una situación calamitosa y han debido acudir a la solidaridad de la ciudadanía para poder sobrevivir.
Lo mismo sucede con los artistas del circo tradicional. Más de 70 carpas de circo se encuentran cerradas y varadas en distintas ciudades del país. Esto significa que más de 250 familias no tienen ingresos y también claman por ayuda. ¿Quién de nosotros no ha ido a una función de circo? ¿Quién de nosotros no se ha divertido con los artistas, con sus malabares, sus trapecistas, sus humoristas, sus contorsionistas y equilibristas? ¿Quién no recuerda con cariño las funciones de circo cuando fuimos niños?
Ni los artistas de la calle ni los circenses tienen seguro social, ni otros beneficios económicos o laborales, y viven al día; y tampoco son sujetos de crédito en el sistema financiero. Pero aman su profesión y aman lo que hacen. Cada día están en las calles, en las plazas y los parques. Para ello, se preparan físicamente, practican y ensayan a diario y montan sus obras con dedicación y mucho esfuerzo. Sus escenografías son sencillas y básicas, no requieren más. Se maquillan y asumen sus personajes con pasión y esmero. Ciertamente, no todos los artistas que trabajan en la calle están suficientemente preparados, de ahí que también solicitaron capacitación y formación, pero no han recibido una respuesta favorable. Y es a través de su propia organización y el trabajo colectivo que han podido, de a poco, implementar talleres de capacitación para sus compañeros de camino.
Esta pandemia ha revelado la debilidad, ineficiencia y escasa capacidad de respuesta de las autoridades de cultura y también la desigualdad en el sector cultural, mientras unos reciben siempre apoyos económicos, otros nunca reciben nada. De ahí que, el gestor Nelson Ullauri Velasco, quien está vinculado a la gestión cultural y comunitario y forma parte de la cooperativa cultural La popular, es claro cuando afirma: “luchamos contra esta pandemia en forma desigual; mi rechazo contundente a la inoperancia, ineficacia, insensibilidad del gobierno central y gobiernos locales que ahondan la desgracia de los sectores mas vulnerables del país. Es un duro golpe para el sector de la cultura, hemos visto directamente la desprotección de parte del estado, y hemos sentido también la insensibilidad de la sociedad con respecto a la visión de la cultura, pero todo este escenario también ahonda nuestro compromiso con la cultura. Hoy mas que nunca juega la cultura un papel fundamental, por ello es necesario convocarnos para organizarnos mejor, debemos dejarnos de individualidades, sectarismos y establecer un gran frente cultural.”
El artista popular Héctor Cisneros, ha hecho del espacio público su escenario de toda la vida. Hijo del recordado poeta de la calle, Héctor Cisneros. Desde pequeño aprendió a convivir con el público de plazas y calles; hoy dirige el colectivo Perros Callejeros: “ llevamos nuestros mensajes escénicos a los pueblos y a los barrios; la bailada a las plazas y parques; el mascarero a los pueblos originados; música en vivo, malabares y acrobacia. Además formamos ética y estéticamente a una gran cantidad de artistas, ensayamos permanentemente, ofrecemos nuestro oficio a la comunidad, nos mantenemos por la autogestión independiente y buscamos siempre una buena factura para las obras. Por eso necesitamos reflexionar sobre el respeto a la convivencia, como van a vivir nuestros hijos en un mundo de pestes y carencias. Es necesario la solidaridad y el compañerismo cuando salgados de la cuarentena. Es necesario que los privilegiados servidores públicos justifiquen los altos sueldos que ganan y planifiquen las medidas necesarias para dar trabajo a los mas necesitados. No queremos caridad, necesitamos trabajo remunerado.”
Mauricio Estrella, es un artista y trabajador de la cultura con muchos años ya en los escenarios al aire libre, le inquieta la situación actual y, sobre todo, una pregunta que, nos dice, aún no tiene respuesta: “quiero saber qué va a suceder, luego de esta pandemia, con quienes hacemos arte callejero, si vivimos al día. Esta pregunta es para el Ministerio de cultura, para el Municipio y el Consejo provincial: ¿qué va a suceder con el arte urbano?. Creo que no volveremos a esa normalidad de tiempo atrás, por eso pregunto ¿cómo se va a dar la recepción para nuestro trabajo, para nuestro espectáculo, para nuestras expresiones?”
Artistas del circo tradicional, los olvidados
Los artistas de circo están organizados en la Asociación de artistas circenses del Ecuador, que agrupa a 75 circos de todo el país. Los circos son empresas familiares que, en la mayoría de los casos, lo han heredado de generación en generación. Su presidente es Pablo Calvache, quien está en un circo desde los 10 años, ahí se casó, tuvo hijos y ahora nietos. Calvache está muy preocupado por la situación de los artistas circenses y exige ayuda: “En esta cuarentena ya no tenemos ni para comer, somos olvidados, hemos mandado documentos al Ministerio de Cultura pero jamás nos han respondido. Somos el mundo del circo con 120 años de historia en el país. Queremos pedirle a las autoridades de gobierno que no se olvide de nosotros. Son los pobladores los que nos ayudan, en cada ciudad nos regalan alimentos para poder comer. Somos 250 familias, y hemos sido olvidados. Somos artistas profesionales; llevamos a cada lugar alegría con un espectáculo blanco, familiar. Paralizar nuestras funciones es un gran reto, necesitamos provisiones y alimentos para las familias que están en nuestras carpas. Son familias con ancianos, niños y personas con discapacidad. Se han olvidado de la madre de todas las artes, nunca hemos sido tomados en cuenta, siendo incluso nuestra asociación refrendada por el Ministerio de Cultura. Pero seguiremos adelante, porque mientras en el mundo existan niños, el circo será eterno.”
Calvache ha intentado conseguir recursos en BanEcuador, pero su gestión ha sido inútil, sus asociados no cumplen con los requisitos. Por ello afirma que el gobierno los ha olvidado: “El ministro de cultura cree que solo son artistas los músicos, los actores, los escritores. Nosotros también somos artistas. En otros países, como Colombia y Perú, los gobiernos están dando ya ayudas económicas a los circos, pero en Ecuador no nos toman en cuenta. Con el anterior Ministro de Cultura, Raúl Pérez Torres, me reuní y acordamos realizar el primer Festival nacional de circos. Pero nunca se concretó. El actual ministro Juan Fernando Velasco ni siquiera nos contesta”.
El Payaso Colita, Celso Jiménez, es dueño de un circo, en el norte de Quito, y también está varado. Son 12 familias que se quedaron sin sustento. No les quedó más remedio que en la cartelera (en donde se anunciaban los artistas de cada función) colocar un anuncio solicitando a los vecinos ayuda en alimentos. Y esa solidaridad del barrio, les permite sobrevivir: “Estamos muy apenados por lo que sucede, el circo es olvidado por las autoridades. No de ahora, sino de siempre; nos ponen trabas para los permisos, para el uso del suelo, y no nos dan oídos. Hoy hemos acudido a las personas de buen corazón que nos ayudan con víveres. Por favor, autoridades necesitamos su ayuda, tenemos niños y ancianos. Espero que pase esta situación y pronto podamos reabrir las puertas para seguir animando a la familia ecuatoriana; somos los médicos de la risa”.
A Juan Sánchez muy pocos lo conocen por su nombre de pila. Todos lo conocen como el payasito Nito. Así lo llaman. Su vida la ha dedicado a su profesión, la de provocar la risa y, dibujar sonrisas. Hoy lamentablemente la tristeza y el dolor nublan sus días y la de sus familia, ya que con la pandemia su situación también es muy precaria: “Hay que generar las medidas adecuadas para un sector en emergencia, para nuestra subsistencia vital, para continuar en los meses que se nos vienen. Ya teníamos problemas en el espacio público para poder ejercer nuestro derecho a la libertad de expresión y al trabajo artístico. Las autoridades hacen caso omiso, somos un sector en emergencia, y no hemos visto un plan de contingencia para soportar los gastos como cualquier ciudadano normal. Si no tenemos ese plan de contingencia, no podremos soportar y estaremos aún mas marginados.”
Jonhy Machado, es el payaso Loquillo, muy conocido y querido en la ciudad de Guayaquil. Está muy dolido porque no sabe cómo explicar a sus hijos la difícil situación económica que vive: “La verdad no se con qué palabras expresarme ante esta situación que vivimos, no solo en Guayaquil, sino a nivel nacional. En realidad el Presidente ha dado un bono, pero me pregunto si lo reciben los que en verdad lo necesitan. Nosotros, quienes ejercemos el arte circense (magos, trapecistas, payasos, malabaristas, zanqueros, mimos), no hemos recibido nada, ni un centavo. Da pena ver como en el país se han olvidado de los artistas; no se si algún día el presidente Lenin Moreno contrató un payaso para un cumpleaños, o fue al circo a divertirse o estuvo en un parque viendo la función de un teatrero, no lo se. Pero se han olvidado de nosotros, que también tenemos un hogar, que tenemos hijos. Se han olvidado de apoyar a los artistas. Somos ecuatorianos y estamos olvidados.”
Múltiples son las demandas de los sectores de artistas que claman por ayuda. El gobierno atraviesa una severa crisis económica (pese a lo cual pagaron puntualmente a los tenedores de la deuda externa) que ha obligado al gobierno a realizar mas recortes en el sector cultural. De la misma forma, los municipios han recortado presupuestos de cultura para transferirlos a la emergencia sanitaria. Y hasta el momento, el gobierno no ha anunciado ningún plan de contingencia para proteger a los sectores más vulnerables. El Ministro de cultura, Juan Fernando Velasco, sostiene reuniones virtuales con representantes de ciertos sectores de cultura para configurar planes de contingencia. Ojalá éstos planes incluya a los artistas de la calle y circenses, y no sean, una vez más, los olvidados de siempre.