Uno de los peores síntomas de la pandemia es la ignorancia, la incertidumbre de no saber cuándo sucederán las cosas y qué cosas pueden suceder. Cierto es que ningún país estaba preparado para afrontar una emergencia de esta magnitud planetaria, y que el coronavirus en una didáctica de terror nos enseña, día a día, cómo se comporta y cómo comportarnos frente a su impacto clínico, social y económico. La respuesta que hemos dado como sociedad ha sido matizada por una mayor o menor agilidad en implementar medidas de seguridad para ralentizar el ritmo vertiginoso de los contagios masivos, hasta la total indiferencia de subestimar la presencia, el impacto inmediato, y las consecuencias futuras de la peor pandemia que ha enfrentado la humanidad.
A partir de este momento lo que interesa es saber de qué manera puede ocurrir lo que suponemos va a ocurrir, no en tiempos de reloj o de calendario, sino en escenarios posibles.
Una primera verdad es que no estamos ante una tormenta pasajera, sino ante un largo invierno. Por la sencilla razón de que expertos en bioseguridad, habían advertido desde febrero de este año que el coronavirus tenía potencial para convertirse en una pandemia global.
Lo cierto es que la vuelta a nuestra normalidad se avizora todavía lejana, y que situaciones de confinamiento como las actuales son insostenibles de manera indefinida, tanto desde el punto de vista social como económico. Los expertos en salud pública en diversos países han comenzado a diseñar planes para, poco a poco, disminuir las restricciones sin bajar la guardia frente al virus que va a seguir entre nosotros durante muchos meses. Dos académicos de la Universidad Johns Hopkins presentaron un plan con cuatro fases e indicadores que señalan cuándo pasar de una fase a otra.
La Fase uno: confinados en mayor o menor grado. Se podrá pasar a la Fase 2 cuando los contagios hayan disminuido de forma ininterrumpida durante un periodo de 14 días que es el periodo de incubación del virus. Cuando se haya reforzado la capacidad de los hospitales, de manera que puedan seguir acogiendo y tratando a pacientes del coronavirus sin verse desbordados y cuando se tenga capacidad para hacer diagnósticos de forma masiva a la población para dimensionar cuál es la realidad del virus sobre el terreno y poder tomar decisiones.
La Fase dos: no es una vuelta a la normalidad, como se ve en China, para salir a la calle sin riesgo. Esto será posible en el futuro, pero será necesario llevar mascarilla como advierten algunos países como una buena medida de precaución para frenar los contagios asintomáticos. En la Fase 2 recién las escuelas podrán reabrirse y también, poco a poco, los negocios pero sin reunir a más de 50 personas en el mismo espacio. Los espectáculos públicos masivos seguirán impedidos de realizar con seguridad. También será absolutamente necesario extremar la higiene en los lugares públicos. En esta fase, cuando millones de personas seguirán contagiándose del virus, los mayores de 60 años deberán reducir su presencia en espacios de concentración poblacional masiva.
La Fase tres: no llegará sino hasta que no se comercialice una vacuna segura y fiable, situación que no ocurrirá antes de un año como mínimo, y existan también medicamentos terapéuticos comprobados para luchar con eficacia contra el coronavirus.
La Fase cuatro: es aquella en la que todos los países deberán aprovechar para prepararse ante la próxima pandemia y que no nos sorprenda así de desprevenidos.
Hay una esperanza de salida al final del túnel, pero es necesario asegurarse de que es una esperanza cierta y no una aspiración irreal que no nos deje ver con claridad el ataque de un nuevo rebrote descontrolado del Covid 19 que vuelva a sumergirnos en una pesadilla real. Una nueva pandemia no nos puede volver a sorprender sin estar medianamente preparados como Estado, como país, como sociedad.
Con estos temas de alto impacto social también se puede hacer política de baja estofa, demagogia y manipulación informativa, y aunque en casos de pandemias no se puede dimensionar los tiempos en términos cronológicos, es absolutamente necesario conocer los escenarios posible para no dejarnos contaminar por el virus de la desinformación que es la madre de todas las ignorancias