EE.UU desplegó fuerzas militares navales hacia la frontera marítima de Venezuela con el pretexto de “combatir el narco tráfico”. Las fuerzas que fueron enviadas hacia el mar caribe y el Pacífico oriental incluyen aviones, helicópteros, busques destructores y barcos de combate para realizar “labores de vigilancia”. Las fuerzas militares son enormemente dispares. EE.UU cuenta con un millón cuatrocientos mil militares y Venezuela tiene 115 mil soldados. EEUU tiene 9 mil tanques, 41 mil vehículos blindados, 120 mil tanquetas, 14 mil aeronaves, 3 mil aviones caza de ataque, 6 mil helicópteros y 7 mil armas nucleares. Venezuela tiene 277 aviones disponibles y 33 aviones caza y 86 helicópteros y no cuenta con armas nucleares.
La opción de ayuda externa para Venezuela podría provenir de Rusia lo que significa un problema logístico por la distancia entre ambos países. Trump ha dicho que para EE.UU “Venezuela no está muy lejos y tenemos una opción militar para Venezuela de ser necesario”. Expertos señalan que una invasión norteamericana en territorio venezolano se consolidaría en 23 días.
La pregunta de rigor es ¿por qué EE.UU quiere invadir Venezuela? Estratégicamente la necesidad de obtener el petróleo venezolano es vital para los EE.UU. El motivo principal de toda guerra en la que participan los EE.UU es el control de los recursos naturales hidrocarburíferos necesarios para sostener su industria y economía.
Además, el avance de la pandemia de Covid 19 en territorio norteamericano ha creado el peor escenario para el gobierno norteamericano que usa el tema venezolano para distraer la atención de los estadounidenses. Sabe el Pentágono que habrá un antes y un despues de la pandemia de coronavirus en la historia de la economía mundial y EE.UU no está en condiciones de mantener su dominio en los mercados. La situación venezolana le cae como anillo al dedo para echar una cortina de humo a sus problemas internos y externos.
Juan Guaidó mantiene su intento de derrocar a Maduro y considera que cualquier opción es viable incluyendo la incursión militar. Pero EE.UU reconoce, a puertas cerradas, que es insostenible que Guaidó siga proclamándose como presidente imaginario, incapaz e inconstitucional ante la comunidad internacional.
El gobierno norteamericano se ve en la obligación de reconocer que ha fracasado en sus innumerables intentos de golpes de Estado y magnicidio contra el presidente Nicolas Maduro. EE.UU ha fracasado en su pretensión de que la emergencia del Covid 19, más las sanciones impuestas a Venezuela haga colapsar en corto tiempo el sistema de salud venezolano y que los contagiados y muertos se contarían por miles, lo cual hasta el momento no sucede. Además, Trump y su gobierno subestiman la unidad cívico militar policial y el poder y liderazgo colectivo del poder popular en Venezuela. La crisis pandémica y el manejo de la emergencia ha fortalecido de algún modo a Maduro al interior de su país y más allá de las fronteras.
En el contexto internacional crecen las manifestaciones de rechazo a las medidas y sanciones norteamericanas contra el pueblo venezolano. Mientras tanto al interior de los EE.UU, Trump se esfuerza por distraer al pueblo norteamericano de los graves problemas que enfrenta en la actual emergencia. Esa estrategia se inserta en la campaña electoral por la reelección presidencial en la que se encuentra ocupado Trump al que le resulta imprescindible el voto latino en el Estado de Florida.
Los expertos analistas en temas castrenses señalan que ninguna de las partes “tiene claro cómo se desarrollaría una eventual intervención”. Frank Mora, director del Centro Latinoamericano y del Caribe Kimberly Green sostiene que si Trump decidiera hacer uso de la fuerza para terminar con el régimen de Maduro, existen «dos formas plausibles». Una sería a través de una serie de bombardeos de precisión; la otra, «una invasión a gran escala». Para que los ataques aéreos den resultado, «tendrían que destruir la infraestructura militar, de seguridad y económica» del régimen de Maduro. El objetivo sería destruir la capacidad del gobierno de Maduro, y a su vez, empujar a los militares chavistas a desertar, señala el experto. Esta es la alternativa “rápida, barata, segura y efectiva”, pero limitada en cuanto a resultados políticos. Mora detalló cómo sería el despliegue militar de las fuerzas norteamericanas para derrocar a Maduro. En primer lugar, «necesitaría colocar un portaaviones en la costa de Venezuela para imponer una zona de exclusión aérea y atacar objetivos militares e infraestructura militar». Desde esa base, o desde un país aliado, deberían despegar aviones tácticos de ataque y otros no tripulados. También se utilizarían submarinos para lanzar misiles Tomahawk contra «objetivos militares, como bases aéreas, instalaciones de defensa aérea y centros de comunicaciones, comando y control», así como armas cibernéticas con el fin de «manipular, degradar y destruir las defensas de Venezuela».
Mora analizó los dos posibles escenarios ante una intervención de este tipo. En el «mejor», los primeros bombardeos provocarían una rápida deserción de los militares venezolanos y se evitaría así una gran escalada de violencia. En el «peor de los casos», los ataques aéreos se prolongarían durante meses: «El resultado sería la anarquía». Miles de civiles muertos, destrucción total de la economía y las milicias chavistas patrullarían las calles, en coordinación con grupos criminales, causando estragos. Trump podría inclinarse por impulsar desde el comienzo una invasión terrestre, acompañada de bombardeos, con permanencia larga y prolongada de sus efectivos militares. Para ello, se necesitarían al menos 150.000 uniformados para hacer frente a las 160.000 tropas regulares de Venezuela y los más de 100.000 paramilitares que defienden a Maduro.
En el peor escenario las fuerzas norteamericanas derrotarían a las venezolanas, pero luego deberán hacer frente a los paramilitares chavistas, insurgentes colombianos, grupos criminales y ex miembros del ejército, señala Mora. Todos ellos, asistidos y apoyados por Cuba y Rusia. Ese panorama complicaría aún más la ya alarmante situación que atraviesa el país caribeño, por lo que los militares de los Estados Unidos tendrían que permanecer durante años hasta que un nuevo gobierno pueda mantener el orden.
El escenario de la crisis politica en Venezuela no se presenta tan auspiciosa para los EE.UU. Todos sabemos cómo comienzan las guerras pero nadie sabe cómo y en qué terminan. Una guerra contra Venezuela implica una campaña larga y difícil para estabilizar a ese pais. Además, toda operación militar costaría vidas, dinero a los estadounidenses y perjudicaría la posición de los Estados Unidos en América Latina. La derrota en Vietnam siempre será un fantasma que no dejará dormir en paz a ningún mandatario gringo.