En la marcada rivalidad política y comercial que enfrenta hoy a los EE.UU con China, la potencia americana logró superar a su contendiente asiático en el número de casos positivos de coronavirus y en el índice de mortalidad que registra por causa de esa enfermedad. Con una cifra que supera los 82.000 personas infectadas -cifra superior a la registrada en China, España e Italia- los EE.UU ya han superado el millar de muertes. En el territorio norteamericano el Estado de Nueva York es el más golpeado por la pandemia con 74 mil casos reportados superando ampliamente a los otros Estados de la nación. El diario The New York Times publicó una cifra de 81.321 contagiados, pero las estadísticas oficiales que ofrecen los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades hablan de 68.440 casos de coronavirus y 994 fallecidos.
Observadores internacionales coinciden en señalar que esta situación se disparó por la indiferente actitud que adoptó el presidente estadounidense, Donald Trump ante la crisis, lo que motivó la demora en la toma de decisiones. Hoy mismo Trump muestra un rostro agrio cuando se enfrenta a la decisión de prolongar la cuarentena en el territorio de su país. Una decisión alineada con la idea de que en la guerra comercial que sostiene con la potencia asiática no puede darse el lujo de conceder ni un día de ventaja a China con su industria y comercio en paro total.
Las autoridades norteamericanas, increíblemente, han mostrado una respuesta errática a la crisis, según sectores demócratas, ya que ante una emergencia sobre anunciada, las medidas del gobierno federal no han sido suficientes lo que dispara el número de casos y podría seguir un aumento exponencial. Prueba de ello es que los críticos manifiestan que “escasean las pruebas para detectar la enfermedad y faltan recursos para los médicos que están en la primera línea de los hospitales. Cada Estado ha ido implantando normativas por su cuenta y riesgo”.
Trump, indiferente a las criticas, insiste en “poner a trabajar al país lo antes posible”, enfatizando en la prioridad presidencial puesta en la economía y no en la salud de su país. En una misiva el presidente norteamericano se pronuncia a favor de hacer que EE.UU “vuelva cuanto antes a la normalidad”, para evitar que la economía estadounidense se deteriore y pierda ventajas frente a sus competidores. Trump anunció la decisión de estratificar los riesgos en cada Estado clasificándolos, según la gravedad de la emergencia, en riesgo, alto, medio y bajo. Para adoptar esa medida el mandatario se apoyaría en expertos sanitarios pero se desconoce cuándo comenzará a aplicarse esa clasificación de riesgos. Todo parece indicar que Trump se muestra decidido a poner a funcionar a su país a corto plazo para que el día de Pascua, el 12 de abril, ya pueda anunciar superada la emergencia. Observadores señalan que aquello es nada más alejado de la realidad. La comunidad internacional espera que la pandemia conceda tiempo a la potencia estadounidense de sanar su salud y su economía, caso contrario el contagio internacional de una crisis global es inminente.