Uno de los libros que estremeció mi juventud es aquel que lleva por magnífico título Diez días que estremecieron al mundo, del periodista norteamericano John Reed. Es la estremecedora crónica que narra la caída le régimen zarista en la Rusia medioeval de 1917, y el advenimiento del mundo socialista a manos del pueblo ruso organizado en los Soviets. “Este libro es un trozo de historia, de historia tal como yo la he visto. Sólo pretende ser un relato detallado de la Revolución de Octubre, es decir, de aquellas jornadas en que los bolcheviques, a la cabeza de los obreros y soldados de Rusia, se apoderaron del poder del Estado y lo pusieron en manos de los Soviets”, nos anticipa el autor en su prólogo.
Era el parto de la historia y el alumbramiento de una nueva sociedad. Fue la crónica de un advenimiento anunciado. Y el fin de un mundo estremecido por el alzamiento de un pueblo que acabó con uno de los sistemas más oprobiosos de la historia: el zarismo ruso. Era la alborada de la historia.
Hoy nuevamente el mundo se estremece, y estos serán los días que estremecieron a un mundo decadente. Un sistema agónico cuyo síntoma viral no es más que el síndrome de su propia descomposición, un mal biológico que dejó al descubierto su ignominia social con miles de muertos que mueren sin sentido. Un estremecimiento que no es un parto, sino la agonía, el estertor de la muerte social de un sistema socioeconómico que, como dijo Lenin, “da coletazos en su fase agónica”.
De este estremecimiento nada nuevo nacerá, en lo inmediato. No asistimos a un alumbramiento inminente, sino a un oscuro trance que no augura nada bueno. Lo peor está por venir. Y si somos capaces de revertir el devenir de la historia veremos una pequeña semilla en ciernes, simbolizando la esperanza de que una nueva geneneración se tome el mundo y lo lleve por mejor derrotero, porque la actual generación terminó por destruirlo.
Solo a manera de inventario del daño causado a nivel global y regional, cito lo que dijo Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, durante su participación en la reciente teleconferencia del Inter-American Dialogue sobre los efectos del Coronavirus en América Latina y el Caribe: El impacto socioeconómico que provocará la pandemia de coronavirus tendrá “graves efectos sobre la economía mundial e impactará a los países de América Latina y el Caribe, y la crisis impactará directamente en la ya debilitada economía mundial, por lo qué el número de pobres en la región aumentará a 35 millones y está en peligro un bien público mundial esencial: la salud humana”. Sus augurios dicen que la región latinoamericana recibirá el impacto, luego del “efecto devastador en la economía mundial”, diferente a lo que se vivió durante la crisis financiera de los años 2008-2009.
La experta señaló, además, que en América Latina se “estima que se puede producir una contracción del Producto Interno Bruto regional (PIB) de -1,8 por ciento que podría conducir a un aumento de la tasa de desempleo de hasta un 10 por ciento”. Estas frias cifras tienen significado concreto en la realidad: reducción de las exportaciones hacia el mercado chino hasta un 10,7 por ciento, la caída en la demanda turística hasta un 25 por ciento, el desplome de los precios en los productos básicos y el temor a invertir, lo que ya ha tenido su reflejo en el desplome de las principales bolsas de valores de la región.
Qué puede ser mas estremecedor que su dramático llamado al mundo a reducir los contagios y contribuir a la contención, fundamentalmente en los grupos sociales más vulnerables no solo por su edad avanzada, sino también por sus ingresos económicos: “Mientras más desigual sea un país, los grupos más vulnerables soportarán el peso de las repercusiones económicas de la pandemia y dispondrán de menos recursos para combatirla. Se debe prestar especial atención a las mujeres por su doble función de trabajadoras y cuidadoras”.
Según Alicia Bárcena, la crisis del COVID-19 pasará a la historia como una de las peores que el mundo ha vivido. Reiteró que la enfermedad pone en riesgo un bien global esencial, la vida humana. La funcionaria internacional precisó que el Coronavirus afectará a la región a través de cinco canales: “Un primer canal de transmisión de esta crisis es el efecto de la disminución de la actividad económica de varios de los principales socios comerciales en las exportaciones de bienes de los países de la región. China, por ejemplo, es un destino importante para las exportaciones de varias economías latinoamericanas, siendo el principal socio comercial en los casos de Chile, Perú y Brasil. CEPAL estima que las exportaciones de la región a ese destino podrían caer hasta 10,7% en valor. Un segundo canal proviene de la caída en la demanda de servicios de turismo, que impactaría más severamente a los países del Caribe. Se calcula que si la prohibición de viajes a causa del virus se prolonga por uno, dos, o tres meses, la actividad turística en el Caribe, por ejemplo, en 2020 se contraería en 8%, 17% y 25%, respectivamente. Un tercer canal de transmisión se daría a través de la interrupción de las cadenas globales de valor. Esto afectaría principalmente a México y Brasil, países que importan partes y bienes intermedios desde China para sus sectores manufactureros (en especial en los casos de repuestos para automóviles, electrodomésticos, productos electrónicos y farmacéuticos). Un cuarto canal que afectaría a la región de América Latina y el Caribe está en la caída de los precios de los productos básicos (commodities), sobre todo para los países exportadores de materias primas en América del Sur. En tanto, un quinto canal de transmisión se deriva de la mayor aversión al riesgo de los inversionistas y el empeoramiento de las condiciones financieras globales, explicó. “Parte de estos efectos ya se aprecia en la fuerte disminución de los índices bursátiles en la región”, indicó Bárcena.
Bárcena finalizó su intervención llamando a la coordinación y cooperación mundial y regional frente al Covid-19, en sincronía con las orientaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) e invitando a “repensar todo, la economía completa. Necesitamos una nueva visión para centrarnos en cómo hacer frente a este escenario tan difícil que tenemos por delante”.
He cerrado las páginas del libro de John Reed con un sabor agridulce en la boca. Diez días que estremecieron al mundo, a inicios del siglo XX por el parto de un mundo nuevo. Y que al comienzo del siglo XXI se vuelve a estremecer por la agonía de un mundo viejo, el capitalismo. Por eso esta crisis es estremecedora. Ya lo dijo Gramsci: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos»