“Yo estoy aquí para contar la historia”, dice uno de los versos de la obra de Pablo Neruda, Canto General, que este mes de marzo cumple 70 años de haber sido escrita en la clandestinidad y publicada en los Talleres Gráficos La Nación, de la ciudad de México. Este décimo libro de poemas del vate chileno trata de una reescritura poética y crítica de la historia “oficial”, considerada por la crítica una obra “histórica, enciclopédica y cronística”.
El libro remonta la memoria a los días de los años 1948-49 cuando el poeta chileno fue perseguido por el gobierno de Gabriel Gonzalez Videla que decretó la llamada «ley maldita», declaró ilegal al Partido Comunista de Chile y reprimió a sus militantes, en especial a Neruda que ya era un destacado intelectual en su país. Obligado por las circunstancias, en marzo de 1949, Neruda tuvo que salir de Chile y refugiarse en Argentina, luego de cruzar en una travesía a caballo la cordillera de los Andes protegido por su organización política y sus camaradas Jorge Bellet, Victor Bianchi y tres arrieros llamados Juan. Oculto en una espesa barba y con documentos falsos llegó al país trasandino con el nombre de Antonio Ruiz, ornitólogo. Desde Argentina vuela a Francia y aparece sorpresivamente en el Congreso de Intelectuales por la Paz en cuya sesión final se produce el encuentro de Picasso y Neruda que llega con un ejemplar del Canto General en sus manos, destinado al pintor español y que luego le pediría en privado que se lo regrese porque solo tenía un ejemplar.
El Canto General es una de las obras capitales de Neruda, cuya edición mexicana apareció simultáneamente con la edición clandestina chilena en marzo de 1950, con ilustraciones de José Venturelli y organizada bajo la responsabilidad de Américo Zorrilla, militante comunista que luego sería ministro de Hacienda en el gobierno de Salvador Allende.
El libro fue escrito en más de treinta lugares en los que Neruda y su mujer de entonces, Delia del Carril, permanecieron en la clandestinidad mientras escribía la obra. Fue en la casa Michoacán de los Guindos, en Santiago de Chile, que Neruda concibió sus versos iniciados bajo los paltos y castaños de su quinta en la Comuna de la Reina. Delia mantendría luego reuniones clandestinas con el editor, Luis Osorio, en el sótano de la librería Arauco, según consta en el testimonio de Virginia Vidal, biógrafa de Delia del Carril, para dar forma al libro clásico del Premio Nobel de Literatura. La compañera de Neruda solía corregir a mano los originales de los versos que serían incorporados al libro, luego de una exhaustiva revisión. En su libro Neruda Clandestino, José Miguel Varas manifiesta que Neruda y Delia firmaban con los seudónimos de Pedro y Tia Sara, los originales que dejaban en agradecimiento a los dueños de las casas que los cobijaban durante su periplo clandestino.
La obra nerudiana consta de más de 300 poemas, organizados en quince secciones o cantos, que narran tramos históricos de la peripecia vital de emperadores, exploradores, dictadores y luchadores por la libertad. Cada mañana sentado a la mesa del comedor, Neruda escribía durante varias horas ante su máquina de escribir. Lentamente, sin pausa y sin prisa, las hojas de papel se amontonaban en la mesa que luego Delia revisaba y corregía.
Así nació el Canto General, himno telúrico a los elementos naturales del continente americano, poema épico y moral que, según la crítica “se trata de un texto en la gran tradición de la poesía a un tiempo civil, histórica y metafísica de los poetas románticos, a la que ha sido incorporada la herencia expresiva de las vanguardias de nuestro siglo, y la capacidad desmitificadora y satírica del cronista crítico del presente”. Una biografía de un continente, desde los días precolombinos hasta la llegada de los conquistadores, la explosión descolonizadora y la actualidad de la época en que fue escrito. Un canto fraternal a los oprimidos y a la vastedad silenciosa y solemne del gran océano inmemorial que lo circunda todo. Al cumplirse siete décadas de haber sido escrito, Canto General conserva la frescura de un canto envolvente a toda América que se yergue como la obra maestra de Pablo Neruda, siemprevivo.