La crisis que provoca la pandemia de coronavirus que ha llegado a Ecuador, aparentemente, ha sorprendido al país en la absoluta indefensión e incapacidad de parte de las autoridades responsables de dar respuesta oportuna y eficaz a una situación que ocurre en el peor momento. La epidemia nos sorprende con autoridades que reaccionan tarde, y que cuando lo hacen provocan el pánico colectivo por un mal manejo de la comunicación. Existe la percepción ciudadana de que la información es manejada de manera inadecuada, se silencia, se miente y se distorsionan hechos para posicionar o mejorar la imagen de un gobierno “preocupado por la crisis”, en el marco de una inminente campaña electoral en donde la imagen cuenta y se cuenta en votos.
Esta semana la crisis rebasó todo control oficial, cuyos representantes ofrecieron declaraciones alarmantes y “adoptaron medidas” de alto impacto poblacional: cerrar fronteras, restringir espectáculos públicos, fumigar vehículos de uso colectivo, prohibir ingreso de foráneos al país, entre otras. Eso suena bien, lo que está mal es que se hace tardíamente, sin actuar con decisión, oportunamente, sacando las cuentas “hasta ver qué más pasa con el desarrollo de la crisis”.
En Ecuador la crisis entró en una tendencia semejante a la que tuvo Italia hace unas tres semanas cuando en ese país europeo todavía existían pocos casos positivos confirmados de coronavirus, pero en apenas 20 días la cifra se había disparado a más de 17 mil casos confirmados y más de 1.200 muertos. El coronavirus está develando nuestra incapacidad material y espiritual como nación para afrontar la emergencia. En épocas de crisis lo peor que le puede suceder a un país es la sensación de incerteza. Sea por desinformación, incredulidad o incomprensión acerca de lo que sucede. Y ese es el primer síntoma del coronavirus a nivel nacional. Las autoridades solicitan que la ciudadanía se «informe por fuentes oficiales», eso está bien, lo que está mal es que esas fuentes carecen de credibilidad.
No deja de ser sintomático que de un día para otro las autoridades, rebasadas por la crisis, anuncien medidas drásticas que dejan al descubierto la gravedad de la situación y a las pocas horas los hechos siguen tomando la delantera y mueren personas que arribaron al país en días pasados, provenientes de lugares en los cuales se expusieron al contagio. Es el caso de una mujer, cuya muerte en Babahoyo se anunció hace pocas horas. Según personas cercanas a la víctima las autoridades manejaron mal el caso y mintieron acerca de los detalles de la situación. Pedro Orellana P., familiar y allegado de las fallecidas por Covid19, denuncia “negligencia” por parte de Ministerio de Salud: “La ministra mintió al país, no es cierto que entró asintomática al Ecuador”, dijo el afectado familiar. La paciente “entró con un estado de refrío y un estado febril y no hubo nadie en el aeropuerto que interviniera a la señora”, dijo a los medios informativos.
En el video que circuló en Facebook, el familiar manifestó en la ciudad de Babahoyo que entregó una carta al Gobernador de la Provincia, dirigida al Presidente de la República, indicándole “lo que está pasando realmente con el Ministerio de Salud”. En la carta se pide la renuncia de la ministra de Salud “por incompetente” y del director distrital de un ministerio “inepto”.
La ministra de Salud, Catalina Andramuño, manifestó en rueda de prensa que una hermana de la paciente del caso primario de COVID-19 en Ecuador también falleció, pero señaló que «aún no saben las causas de su muerte». La mujer fallecida tenía coronavirus COVID-19, estaba aislada en su casa desde hace 12 días y al principio había presentado síntomas leves. Luego de enterarse de la muerte de su hermana su salud se quebrantó y fue llevada en shock -condición crítica- a un centro de salud donde tuvo un paro cardíaco. En Ecuador la cantidad de infectados con el coronavirus COVID-19 ya son 28 en total.
Un elemental sentido común indica que hay que adelantarse a la crisis, no esperar que nos siga rebasando con respuestas tardías. La lección italiana es evidente: no reaccionar a tiempo ante la pandemia se paga muy caro en vidas humanas. La respuesta oficial debe ser clara, sincera, sin manipulaciones de ninguna naturaleza. No es aceptable que para optimizar la imagen de los voceros se mienta, se silencie o distorsione la verdad. La ciudadanía tiene el deber de exigir respeto a su derecho a estar bien informada y protegida frente a la crisis. Lo peor está por venir, si hacemos lo contrario.
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