El virus de la pobreza, aunque no discrimina orgánicamente a nadie, impacta de peor forma a los ciudadanos que no tienen cómo acaparar en los supermercados, un seguro médico privado para hacerse atender, o una empleada que les asista en casa: el coronavirus pone una corona a los reyes de la miseria. Como todas las enfermedades epidémicas, el coronavirus provoca la devastación entre los seres de menos recursos económicos. De todas las pandemias que ha sufrido la humanidad solo se cuentan por millones los muertos y, entre ellos, son miles los fallecidos en condiciones de miseria.
Ni las largas filas en los hospitales públicos, ni las condiciones de albergue para los que regresan de un viaje, ni el descontrol consumista en los supermercados son el problema de las mayorías en estas sociedades latinoamericanas, porque esa gran mayoría nunca va a hospitales privados, no viaja más que en autobús y a sus trabajos y no compra nada en demasía, porque lo que les pagan no les alcanza, si es que alguien les paga un salario.
El acaparamiento en los supermercados es otra de las recurrentes noticias, cuyos protagonistas son los miembros de las familias de clase media y alta que, en su afán desesperado han corrido a vaciar estanterías de comida enlatada, papel higiénico o agua.
Las pandemias o el síndrome de la pobreza
Una pandemia no es otra cosa que una epidemia a una escala mayor, mucho más extendida. Y una epidemia no es otra cosa que una enfermedad que alcanza un nivel de incidencia mayor que el normalmente esperado.
Entre las peores pandemias la viruela es una enfermedad infecciosa mucho más grave de lo que la gente aprecia. Está causada por Variola virus y tan solo el 30% de los afectados conseguía sobrevivir. El sarampión es la segunda mayor pandemia de la historia. Hasta el momento y aunque hemos controlado eficazmente la enfermedad, ha matado a más de 200 millones de personas. La gripe española acabó con la vida de entre el 3% y el 5% de los enfermos y con el 6% de la población mundial en solo un par de años. Es decir, entre 1918 y 1920 se calcula que murieron entre 50 y 100 millones de personas a lo largo del globo. La Peste Negra o Bubónica, fue la pandemia de peste más letal de la historia. Las implicaciones sociales de esta enfermedad son un hecho importante como los 75 millones de personas que sucumbieron durante la mitad del siglo XIV. El VIH, también conocido como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida o SIDA. Este virus es la quinta pandemia mundial más importante que ha matado en el mundo a más de 25 millones de personas y actualmente todavía sigue siendo un peligro. La Plaga de Justiniano, como su nombre indica, comenzó allá por el siglo VI, en el Imperio Bizantino. Mató a casi 25 millones de personas hasta que se mitigo en el siglo VIII. La tercera pandemia de peste bubónica que comenzó en la provincia de Yunnan en China en el siglo XIX, estuvo activa hasta 1959 y provocó en apenas una decena de años la muerte de más de 12 millones de personas. El tifus ha matado a más de 4 millones de personas a lo largo de su historia. El Cólera cuenta con tres grandes pandemias, ocurridas en el siglo XIX y epidemias muy extensas en el siglo XX, cuya suma total supera los tres millones de muertos.
Los pobres, población más vulnerable
La pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) es una medida de pobreza multidimensional desarrollada en los 80’s por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). El método abarca cinco dimensiones y dentro de cada dimensión existe indicadores que miden privaciones: Capacidad económica, Acceso a vivienda, acceso a educación, acceso a servicios básicos, hacinamiento.
Los resultados de pobreza y desigualdad en Ecuador, obtenidos a partir de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) del mes de diciembre de 2019 que es elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), son los siguientes: la pobreza por ingresos a nivel nacional en diciembre de 2019 se ubicó en 25,0% en comparación al 23,2% de diciembre de 2018. La pobreza urbana en diciembre de 2019 fue de 17,2%, mientras que en diciembre de 2018 se ubicó en 15,3%. Para el mismo periodo, la pobreza a nivel rural pasó de 40,0% a 41,8%.
En diciembre de 2019 la pobreza extrema a nivel nacional se ubicó en 8,9% frente al 8,4% del mismo mes del año anterior. En el área urbana la pobreza extrema pasó de 4,1% a 4,3%. En el área rural la pobreza extrema pasó de 17,7% a 18,7%. La pobreza por necesidades básicas insatisfechas a nivel nacional en diciembre 2019 llegó a 34,2%. A nivel nacional, la tasa de pobreza multidimensional a diciembre 2019 se ubicó en 38,1% en comparación al 37,9% reportado en diciembre 2018. En el área urbana, la tasa de pobreza multidimensional pasó de 23,9% en diciembre 2018 a 22,7%. En el área rural, la tasa de pobreza multidimensional pasó de 67,7% en diciembre 2018 a 71,1% en diciembre 2019. A nivel nacional, la tasa de pobreza extrema multidimensional a diciembre del 2019 se ubicó en 16,9%, en comparación al 16,7% reportado en diciembre 2018. A nivel urbano este indicador pasó de 5,8% en diciembre 2018 a 5,1% en diciembre 2019, mientras que a nivel rural pasó de 39,9% a 42,0%.
Este es el cuadro demográfico de pobreza que encontró el coronavirus al llegar al país. Una masa de ecuatorianos indigentes que vive en la indefensión de salud y seguridad social. Miles de compatriotas que tienen que sobrevivir a la pobreza y, estando en ella, al virus de la miseria: el coronavirus.
Entre las causas de la pobreza están: la discriminación y exclusión, limitación de participación ciudadana donde predomina una sociedad fragmentada y con frágil organización social, instituciones incapaces de implementar políticas públicas que resuelvan la situación de los grupos en extrema vulnerabilidad. Corrupción, como factor de pobreza en beneficio de unos pocos. Presencia de un modelo de producción basado en el extractivismo. Un sector privado empresarial con bajo compromiso en la oferta de empleo adecuado y con mínimo control estatal. Impacto por cambios climáticos sequías, inundaciones, etc. Los efectos son desnutrición, migración, delincuencia. La pobreza es sinónimo de carencia de recursos básicos para enfrentar una crisis pandémica de una enfermedad que se propaga con mayor facilidad entre los sectores menos protegidos, con menos condiciones higiénicas y sanitarias.
Los sectores más vulnerables no lo son solo por su condición etaria, ancianos, niños, etc, sino por condiciones socioeconómicas. Por tanto, los responsables de manejar la crisis tienen como tarea prioritaria observar con sensibilidad social el tema, y no solo con afanes politiqueros, electorales, tecnocráticos o comerciales. Detrás de cada cifra estadística hay un ser humano, una familia, un ecuatoriano que tiene el derecho a ser protegido por el Estado y los responsables de regentar el Estado están en la obligación política y moral de hacer cumplir ese cometido.
El coronavirus ya llegó a la región latinoamericana, plagada de calamidades. Ahora, hará lo suyo. Porque lo otro, lo de construir sociedades con un abismo profundo entre unas clases opulentas y los de abajo, ya está hecho desde hace décadas.