Se convocaron bajo una consigna: no estamos solas. Y lo demostraron en las calles. La marcha que comenzó frente al parque de El Ejido en la ciudad de Quito, avanzó hasta la Plaza de Santo Domingo. Eran cientos, miles. No estaban solas, se acompañaban de varios frentes de mujeres, colectivos que unieron sus fuerzas en este Día Internacional de la Mujer para dejar oír su voz por los derechos de género.
–Es un día muy especial porque nos da el espacio para expresar todo con lo que no estamos de acuerdo, que se han violado nuestros derechos, se han violado niñas, y que estén cada día más niñas pariendo en los hospitales, que aparezcan mujeres muertas, que usen a la mujer como instrumento sexual, político económico. Reclamamos y queremos que el mundo sepa que somos libres. Somo mujeres empoderadas que tenemos el derecho de decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestro futuro, sobre qué queremos y qué no, manifestó Lura mientras caminaba con un cartel en la mano que decía: No estamos solas.
Los colectivos que asistieron a la convocatoria, expresaban la diversidad que hoy une al movimiento feminista ecuatoriano. Había juventud proveniente de varios sectores sociales, profesoras universitarias, trabajadoras sindicalizadas, obreras, integrantes de organizaciones étnicas amazónicas, y confundidas con ellas estaban amas de casa, de toda condición que salieron a manifestar su opinión este ocho de marzo.
El Estado se hizo presente con efectivos policiales motorizados que vigilaban el desarrollo de la manifestación que avanzó por la principal arteria quiteña, la Avenida 10 de Agosto hasta el Centro Histórico de la ciudad. En el trayecto algunas activistas arengaban a las manifestantes: Por las mujeres porque tenemos que ser libres y no tenemos que ser atacadas por nadie.
En la plaza Santo Domingo se oyeron nuevas arengas, cantos y consignas: Somos luchadoras. Estamos aquí por nuestras fuerzas, por las mujeres que han caído en esta lucha. Estamos aquí por las mujeres que han sido reprimidas por un Estado que no protege la vida.
-Es el significado histórico del 8 de marzo es una conmemoración en la que las mujeres estamos expresando la lucha porque las brechas de desigualdad se mantienen en todos los campos, en la economía, en la salud, en la educación y sobre todo, en la violencia. Exigimos al Estado que cumpla la política pública de fomentar la igualdad y la no discriminación en todos los campos, dijo Julieta Logroño, profesora de la Universidad Central.
Era una marcha alegre, combativa, dispuesta demostrar que la mujer ecuatoriana anhela cambiar la historia del país.
-Bueno, es un significado muy importante, ya que implica toda una lucha por reivindicar derechos por igualdad de relaciones que, históricamente, han sido desiguales. Han discriminado y ha violentado a mas de la mitad de la población mundial que somos las mujeres. No somos un sector, no somos un grupo, somos más de la mitad de la población del mundo que históricamente hemos vivido relaciones desiguales, violentas que lesionan nuestra dignidad, expresó Lorena Murillo.
La manifestación tuvo un signo que, a través del tiempo, ha ido evolucionando: el feminismo además de reivindicar derechos de género, inserta su reclamo en la lucha de clases de una sociedad inequitativa en la que la mujer es doblemente explotada como trabajadora y como víctima del “patriarcado machista”, como se ha denunciado históricamente.
-Para el Consejo de Protección de Derechos este día es un día histórico porque las mujeres estamos levantando nuevamente la voz por aquellos derechos que no podemos permitir que se sigan vulnerando. El Estado no ha dado respuesta, pero nosotros no vamos a dejar de hacer las cosas hasta que el Estado nos tome en cuenta, asigne presupuestos y las leyes no solo estén para publicarse sino también para financiarse y ejecutarse. Nuestra organización cobija a todos los consejos de protección de derechos del Distrito Metropolitano de Quito, expresó Adriana Ruiz.
La capacidad de convocatoria del movimiento feminista criollo amplia la presencia, cada día más, de las mujeres conscientes de sus derechos, empoderadas en sus reivindicaciones y dispuestas a hacer prevalecer su condición en la sociedad ecuatoriana, sin exclusiones ni radicalismos sectarios. Ese parecer ser el camino.