Estamos más solos en el mundo: ha muerto Ernesto Cardenal.
Lo conocí en Santiago en uno de los salones de la casa central de la Universidad de Chile en la década de los años setenta. Ernesto Cardenal visitaba Chile para ofrecer recitales poéticos y vivir de cerca el proceso revolucionario liderado por Salvador Allende. Esa mañana luminosa de la primavera de 1972, el poeta monje de Solentiname vestía una túnica blanca que cubría su magnífica estampa de vate barbado, el cabello y la barba blanqueadas por el pasar de los años, era un anunciador que auguraba el devenir de la historia. Su voz resonaba entonces imponente en el aula universitaria para cantar a los pobres de la tierra, de su tierra Nicaragua, y sus versos de amor en la Oración por Marilyn Monroe impregnaron la atmósfera de recogimiento.
Cardenal había nacido en Granada, Nicaragua, el 20 de enero de 1925. Fue depositario de una magnífica tradición poética, con poetas prominentes como Rubén Darío. Cardenal estudió Literatura en Managua y México y cursó otros estudios en Estados Unidos y Europa. Monje trapense, discípulo de Tomás Merton, el poeta de Solentiname se había sentido desde niño atraído por las letras y la palabra para él fue una arma para cambiar el mundo.
En 1965, Cardenal fundó una comunidad cristiana en una de las islas de Solentiname en Nicaragua, y publicó su obra El evangelio en Solentiname. Ha estado entre los nominados al Premio Nobel de literatura por su extensa obra poética. En 2009 fue condecorado con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en Chile y a principios del 2012, con el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Amado por muchos, fue también despreciado por la jerarquía de la Iglesia católica por su denuncia social y su militancia política crítica en favor de la revolución, único camino elegido para “arreglar el mundo con ideas comunitarias, donde el bien común fuera el objetivo fundamental de toda acción”. Tras décadas de purgación por parte del Vaticano, el poeta fue rehabilitado por el papa Francisco. Jorge Mario Bergoglio le informó en febrero del levantamiento de la suspensión ad divinis (prohibición de administrar los sacramentos) que Karol Wojtyla le impuso en 1984.
Un poeta revolucionario
El monje poeta nicaragüense fue uno de los más fervientes defensores de la Teología de la liberación, compromiso que lo hace abrazar en 1979 la causa armada sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza que gobernó a Nicaragua durante 40 años. Con el devenir de los años, el viraje del proceso revolucionario sandinista lo ubica en una posición crítica a los líderes que heredaron la conducción del país. Sus enfrentamientos con Daniel Ortega, son de dominio público, “cuyos desmanes y arbitrariedades denunciaba y convierten a Ernesto Cardenal en la voz moral de la revolución”. A partir de entonces sufrió la persecución del régimen: “Ellos, Ortega y su esposa Rosario Murillo, son dueños de todos los poderes de Nicaragua. Tienen un poder absoluto, infinito, que no tiene límites, y ese poder está ahora en mi contra”, denunció Cardenal en su oportunidad.
Los blue jeans y la cotona blanca de algodón, la barba blanquísima de Ernesto Cardenal son el símbolo de una época en la que los sueños parecían posibles y la palabra revolución era el camino para alcanzarlos. Por su luminosa poesía, Cardenal fue un profeta en su propia tierra. Quedamos escuchando su voz:
Escucha mis palabras oh Señor
Oye mis gemidos
Escucha mi protesta
Porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores
ni partidario de su política
ni te influencia la propaganda
ni estás en sociedad con el gánster.
No existe sinceridad en sus discursos
ni en sus declaraciones de prensa
Hablan de paz en sus discursos
mientras aumentan su producción de guerra
Hablan de paz en las Conferencias de Paz
y en secreto se preparan para la guerra
Sus radios mentirosos rugen toda la noche
Sus escritorios están llenos de planes criminales
y expedientes siniestros
Pero tú me salvarás de sus planes
Hablan con la boca de las ametralladoras
Sus lenguas relucientes
son las bayonetas…
Castígalos oh Dios
malogra su política
confunde sus memorándums
impide sus programas
A la hora de la Sirena de Alarma
tú estarás conmigo
tú serás mi refugio el día de la Bomba
Al que no cree en la mentira de sus anuncios comerciales
ni en sus campañas publicitarias, ni en sus campañas políticas
tú lo bendices
lo rodeas con tu amor
como con tanques blindados.