Por Pablo Salgado Jácome
Silvia nació rodeada de arte, y de artistas. Creció en medio de lienzos y tubos de pintura. Claro, si es hija de uno de los grandes creadores visuales del país, Luigi Stornaiolo. Pero eso hoy poco importa, se trata de forjar su propio camino a través de la escritura. Por ello publicó, en 2010, su primer libro “Cuerva críos”. Y ahora acaba de publicar “Facilona” con Cactus Pink. Un libro escrito con enojo, con rabia, pero también con valentía, con atrevimiento. Relatos, escritos en primera persona, sobre los amores y desamores; encuentros y desencuentros. Historias en donde las relaciones sexuales, las drogas, el aborto, la soledad, el cuerpo, forman parte de la vida cotidiana de una mujer, la protagonista, que se asume malvada y manipuladora.
No es raro encontrarse con Silvia en los espacios culturales de Quito; en galerías de arte, o, de una, en los bares de la ciudad. Esa misma ciudad que es el escenario en el cual se desarrollan las historias de Facilona: “intento criticarme a mi misma más que a los demás. La venganza ahora va para mi”.
Ahora la invité a conversar, a que se despojara de esa timidez y recelo, y también se atreva a contarnos parte de su vida y, sobre todo, de su escritura.
¿Cuánto influyó en ti, y en tu literatura, el estar desde siempre rodeada de arte y artistas?
-Tuve una niñez hermosa, mis padres me han dado todo. Mi papá, tan artista, tan diferente, tan loco y tan tierno. Y mi madre también siempre a mi lado. Estudié en la Católica, en California y luego hice unos talleres de arte en Roma, pero un hijo es el estudio mas importante que tengo.
¿Escribías desde pequeña?
-Si, desde los ocho años tengo un diario en el cual escribo y me obligo a escribirlo todo. Tengo papeles, carpetas con mis escritos. Toda la vida fue importante para mi escribir, no con la intención de publicar, solo escribir.
Y ¿cuándo nació la necesidad de publicar?
-A los 20 años quería mostrar mis escritos, pues quería mostrar lo que sentía. Cuando mis escritos los indicaba a mi madre y a mi hermana, se mataban de la risa o se asustaban. También los mostraba, con vergüenza, a personas cercanas, y el asombro en su mirada fue lo que me motivaba y preocupaba.
Y ¿en qué momento decides integrar tus cuentos y publicar tu primer libro?
-Me daba vergüenza que leyeran mis cuentos, pero también era maravilloso escuchar sus comentarios. Al primer escritor que indiqué mis escritos fue a Raúl Pérez Torres, que me dijo que le gustaban, y fue emocionante. Así nació Cuerva críos. Pero aún ahora sigo sintiendo vergüenza cuando muestro mis cuentos, es el mismo pudor de antes.
En Facilona escribes con desparpajo, con atrevimiento; provocando…
-Desparpajo, qué linda palabra; la usaré en mi próximo libro. Yo siento que la mayoría lo vivimos, pero es necesario expresarlo y contarlo. Y lo hago de una manera abrupta y exagerada, se que a veces me paso. Cuando estoy en el teclado me emociono tanto; río, lloro o me asusto, y trato de que se transmita esas emociones en el papel. Es como cambiar la cotidianidad; una está buscando siempre el peligro y estar al límite. Por ahí va.
¿Te asumes ya como escritora?
-No, aún no me asumo como escritora, pero he mantenido ese rito de escribir. Es como un exorcismo y siempre lo ha sido. Escribir es una catarsis.
¿Fue complejo estructurar el libro, darle unidad e ir hilvanando cada uno de los relatos?
-Si, complejo y doloroso, pero también emocionante. Mas allá de ser un desahogo, es una especie de venganza , irme en contra de mi misma y sacudirme: ¡Ya basta Silvia de tanta tontera!
¿Estás enojada contigo misma o con los demás?
-No, es conmigo misma. Creo que todos tenemos ciertos resentimientos con nosotros mismos. Por eso este libro es como una rebeldía en contra de tanta estupidez mía.
Y ¿la escritura te sirve para ajustar cuentas?
-Para mi la escritura es una confesión. Escribo con cierta indignación y rabia. Me siento libre. Cuando ya está en el papel cambio de página y vamos con otra historia.
¿Eres un tarro de furias?
-Si, pero también de alegrías y tristezas; un tarro heavy.
¿Crees en el sexo sin amor?
-No siempre, pero si pues. Existe, está.
¿Y en el amar hasta morir?
-Si, definitivamente. Si se ama, hay que amar hasta morir; todo o nada.
¿Qué escribes ahora mismo?
-Cuentos, que es lo que hago, pero me he propuesto ser mas sencilla, no tan violenta y agresiva. Estoy tratando de escribir unos cuentos sobre el amor romántico; espero que me vaya bien.
¿Tienes hábitos, horas, de escritura?
-Por lo general es el caos el que me llama a escribir. Cuando hay drama, momentos fuertes en mi, en mi casa o en mi familia, ahí es cuando explota la escritura. No, el silencio no va conmigo.
Y es cierto, el silencio no va con Silvia. Por ello, con música, con el ruido de la ciudad, o con nuestra propia risa, leamos sus historias recogidas en este libro. Y no, no guardemos silencio.