El feminismo latinoamericano tiene su expresión más radical en México. Y no es de extrañar porque se trata del país con las estadísticas más abultadas en feminicidios y agresión a la mujer, insertos en una cultura “machista” que históricamente ha identificado al país azteca.
En la actualidad la lucha por los derechos de género vive en México “un momento histórico”, habiendo adquirido una fuerza sin precedentes en las últimas tres décadas. Se trata, según observadores, de “la mitad de la población mexicana” movilizada detrás de la consigna “Nos están matando”. Y la ola feminista mexicana levanta su voz rebelde porque en realidad las están matando y las siguen matado a las mujeres “de forma mucho más cruel y sanguinaria” que a los hombres en uno de los países más violentos del mundo. Las víctimas femeninas se cuentan por miles, al punto que la cifras hablan de 10 mujeres muertas cada día en manos de la discriminación de género que se expresa desde la violencia doméstica hasta el crimen organizado, bandas narcotraficantes y la delincuencia común. La situación ha rebasado todas las predicciones y junto a la violencia crece la rabia feminista y ciudadana en general para repudiar al machismo.
El feminismo mexicano ha logrado llevar el debate a las esferas del poder con respuestas oficiales que no satisfacen las expectativas del movimiento y obliga al gobierno a entregar un plan de acción específico y concreto para combatir los feminicidios. En el último mes el crimen y tortura de una menor de siete años asesinada luego de ser violada, disparó la protesta violenta de género. El gobierno ha enfrentado una creciente rabia popular en la última semana estimulada por el crimen de la niña Fátima. La respuesta gubernamental es insuficiente al decir que se trata de un plan orquestado por la oposición para desestabilizar al gobierno. Esta respuesta encendió aún más la ira popular que, sin embargo, no descarta que el tema esté politizado en el país azteca.
La protesta popular adquirió ribetes dramáticos cuando una madre -Yesenia Zamudio- fue captada en una marcha en un video, que se viralizó en las redes, donde se le ve gritando “quemen todo y, si no, que no estorben”. Ese grito de guerra se ha convertido en el símbolo de la rabia e impotencia popular y la protesta de género que reclama no solo contra la violencia a la mujer, sino además los derechos a un aborto seguro, seguridad laboral, no discriminación femenina, y lo que es más extremo: que no las maten.
El movimiento feminista mexicano pone en jaque a la clase política, con exigencias concretas del sector en la voz de reconocidas activistas. Maria Salguero, estaba hace años realizando una tesis para graduarse de ingeniera y conocía las noticias de que bandas narcotraficantes asesinaban a mujeres, niñas y hombres. Salguero se sumó a la protesta y salió a las calles a denunciar a mas de 8 mil desaparecidos en el país. Su denuncia sirvió para establecer que las mujeres asesinadas eran arrojadas a fosas comunes sin existir información oficial al respecto. Su esfuerzo investigativo hizo posible crear el primer mapa de femicidios de México.
La activista Lorena Gutierrez sufrió el crimen de su pequeña hija de 12 años, luego de ser brutalmente violada y torturada: la apuñalaron más de 90 veces, le abrieron el pecho más de 30 centímetros, le cercenaron la entrepierna, le rompieron sus tobillos, fracturaron sus manos. Y mi hija fue una guerrera, lucho hasta el final; aún con todo eso no murió hasta que le arrojaron tres piedras de más de 30 kilos cada una, que fue lo que terminó con su vida», narró para la prensa internacional, Lorena. La lucha de la madre no se ha detenido y luego de que su casa fue atacada, y ella amenazada de muerte, la mujer sigue desde febrero del 2015 bregando por hacer justicia y que se castigue a los tres detenidos por el crimen.
La escritora Gabriela Jauregui dice que “caminamos sobre las huellas de la lucha de nuestras madres, pero quien lleva la batuta son las chicas de 18 años. No somos nosotras las de 40 ni las increíblemente valientes de 60, son ellas.” Para Jauregui, el movimiento feminista está viviendo un momento esperanzador. Pese a las cifras de violencia de género e independientemente de la respuesta del Gobierno, la situación para ella ha cambiado en los últimos años. Jauregui observa con dolor que, mientras por un lado hay avances, todavía queda mucho camino: «El feminismo en este país se encuentra con la pared de un Gobierno que mira a otro lado, que no sabe escuchar o que pensaba que lo que debía escuchar era otra cosa. Pero somos una mitad de población que está en una situación de guerra».
La senadora Citalli Hernández, del movimiento del presidente López Obrador, dice que el mandatario enfrenta al feminismo con la Cuarta Transformación de su Gobierno: “Creo que el presidente es un hombre sensible con estos temas, pero no comunica bien su sensibilidad. No ha dado las respuestas más satisfactorias”. Nunca antes el feminismo mexicano se expresó de manera tan potente. Y eso se evidencia en que la rabia “se haya visibilizado ante los últimos feminicidios horrorosos en la capital que desató una protesta mayoritaria que no se había logrado ni siquiera con las muertas de Juárez», añade la senadora.
La abogada Sayuni Herrera se hizo conocida por defender a la víctima del crimen de Lesvy Rivera, asesinada en el campus de la capital de la Universidad Nacional Autónoma de México en mayo de 2017. En un comienzo se difundió la idea de un suicidio, pero luego se estableció bajo la presión ciudadana que había sido un crimen. Las batallas legales que sostuvo durante dos años su madre, Araceli Osorio, acompañada por Herrera, lograron que el pasado 10 de octubre un juez dictara una sentencia favorable: Jorge Luis González, fue sentenciado culpable de feminicidio. No obstante, «La violencia institucional que tienen que enfrentar las familias, la criminalización de las víctimas, no se recaban indicios, se contaminan las escenas, se piden demasiado tarde los vídeos, se manipulan… No hacen su trabajo», denuncia Herrera sobre el desempeño de las Fiscalías mexicanas. La masiva presencia en las calles, liderada por el potente movimiento estudiantil de mujeres de la UNAM hizo que el asesinato de Lesvy acaparara la suficiente atención mediática como para que la Fiscalía reculara.
Una visión social del tema descubre que la mujer en la sociedad mexicana juega un rol protagónico como “proveedora, el sostén de la familia y el eje de todo”, pero al final del día, no recibe la representación que se le otorga en la vida privada. Eso hace crecer la protesta feminista en un país reconocidamente machista que no acepta la diversidad de género en muchas de sus expresiones culturales.
La prioridad de México es, sin embargo, detener el feminicidio. Luego están los temas reivindicativos de género como la lucha contra la despenalización del aborto, los derechos sexuales y reproductivos, la defensa de las mujeres indígenas que luchan por conservar sus tierras, acabar con la criminalización de la protesta de la mujer y luchar por una mejor perspectiva de género en las sentencias penales.