El semiólogo francés Roland Barthes dejó escrito que en los detalles está el mito. Y debemos entender en esa observación que en el contexto de una imagen, algún detalle encadena todo el significado de su contenido, induciendo a una comprensión direccionada por dicho detalle.
En la fotografía oficial de la visita del presidente ecuatoriano Lenin Moreno a Washington en la que se le ve junto al mandatario estadounidense, Donald Trump y sus correspondientes esposas, hay un detalle que denota y despliega un contexto de contenido ineludible. Ambos mandatarios están sentados bajo las banderas, no de sus respectivos países de origen, Ecuador y EE.UU, sino de los cuerpos armados norteamericanos Marines Corp y del Ejército estadounidense. Podría pensarse acaso que se trata de un desliz de protocolo, o de un claro mensaje subliminal sobre el sentido que se le quiere dar al encuentro entre los dos mandatarios.
¿Cómo es que un presidente latinoamericano se sienta a dialogar con el jefe de Estado bajo las banderas del Ejército de una potencia que se ha caracterizado por su intervencionismo militar en la región? ¿Cuestión de protocolo o de realidades políticas?
Para contextualizar nuestra observación periodística, bien vale remitirnos al texto de Frei Betto acerca de las constantes intervenciones norteamericanas en nuestro continente con sus efectivos armados. Betto resume de este modo dichas incursiones armadas estadounidenses: “Se remonta a 1831 el inicio de las agresiones de EEUU a América Central y el Caribe, cuando los marines invadieron las Islas Malvinas -que, por derecho, pertenecen a Argentina- y destruyeron Puerto Soledad. Dos años después, la marina del Tío Sam ayudó a los súbditos del rey de Inglaterra a apoderarse militarmente de aquellas islas, que ellos llamaban Fackland. Los marines, que cantan orgullosos en su himno «somos los primeros en entrar en combate», fueron creados en 1775, un año antes de la independencia de EEUU”.
La historia no se detiene allí. En 1846, EE.UU decidió apoderarse de parte del territorio mexicano, el actual estado de Texas. La batalla llevó a las tropas invasoras a ocupar la ciudad de México, el 24 de septiembre de 1847. En 1852 tropas de EE.UU desembarcaron en Buenos Aires. En 1853, el pirata yanqui William Walker intentó apoderarse de una parcela más de México, el Estado de Sonora, rico en oro, pero fue repelido por el pueblo con las armas. Desconsolado, Walker invadió Nicaragua en 1855 y, al año siguiente, se autoproclamó “Presidente de toda Centroamérica”. La historia continúa, entre 1895 y 1898 tropas estadounidenses intervinieron en Cuba. En 1898 cañoneros navales de EE.UU bombardearon San Juan de Puerto Rico, según la narración de Betto.
Betto es elocuente en su reseña histórica: En 1903 la nación del norte se apropió de una faja de 8 km. a cada lado del canal de Panamá, entre los océanos Atlántico y Pacífico. En 1905 República Dominica fue invadida por los marines con el pretexto del desajuste financiero de aquel país. Al año siguiente Cuba sufrió una segunda intervención militar, dirigida por el general Charles Magoon, y que duró tres años. En 1909 le tocó a Nicaragua sufrir la intervención. Un año después las tropas invasoras obligaron al presidente José Santos Zelaya a abandonar el país. En 1911, República Dominicana fue militarmente ocupada hasta 1914. En aquel mismo año los marines desembarcaron en Nicaragua, donde permanecieron hasta 1924.
Cuba y Honduras sufrieron una intervención más de EEUU en 1912. Una nueva ocupación de Cuba tuvo lugar en 1917 y se prolongó por dos años, sin que todavía hubiese siquiera el pretexto del comunismo… En 1947, por un acuerdo con los militares nativos, EEUU derrocaron en Venezuela al presidente Rómulo Gallegos, como castigo por haber aumentado el precio del petróleo exportado. En 1954, utilizando aviones de bombardeo y mercenarios, los paladines de la libertad pusieron fin, en Guatemala, al gobierno democrático de Jacobo Arbenz. En 1961 tuvo lugar la fracasada invasión de Playa Girón, en Cuba, prosigue Betto. En 1965, en una premeditada provocación del Derecho Internacional, el Congreso de EEUU reconoció unilateralmente el derecho de EEUU a intervenir militarmente en cualquier país del continente. El mismo año, para librar a República Dominicana «del peligro comunista», los marines ocuparon el país, con la ayuda de tropas brasileñas, e impidieron la toma de posesión de Juan Bosch. En 1973, la CIA diseñó el plan que el 11 de septiembre dio como resultado el asesinato del presidente Salvador Allende de Chile, y llevó al general Augusto Pinochet al poder. El 25 de octubre de 1983, tropas de la 82ª división aerotransportada invadieron Granada y asesinaron al presidente Maurice Bishop. El 20 de diciembre de 1989, 25 mil soldados de EE.UU invadieron Panamá. Por donde anduvieron, las tropas de invasión de EEUU sólo dejaron miseria, desigualdad, corrupción y muerte, concluye Frei Betto.
El detalle mítico en la fotografía oficial del viaje del presidente ecuatoriano a EE.UU, no es puro asunto de producción fotográfica. EE.UU quiere que los representantes del gobierno ecuatoriano asuman sumisos la idea de que el protectorado militar norteamericano es imprescindible para nuestro país. Se quiere vender la idea de un alineamiento estratégico con los propósitos geopolíticos del Pentágono,
No, no es pura cuestión de protocolo. Es cuestión de soberanía y de dignidad nacional, de sentido de independencia respecto de las potencias hegemónicas continentales que pretenden dominar nuestras decisiones autónomas. Es una afrenta diplomática haber recibido al representante del pueblo ecuatoriano bajo las banderas de cuerpos militares invasores que recuerdan la inaceptable intromisión del imperio en nuestros territorios que por convicción y doctrina deben conservarse soberanos.