Hugo Idrovo es artista guayaquileño, investigador especialista en temas aeronáuticos, hijo de un ex oficial de la Fuerza Aérea Ecuatoriana; en la siguiente entrevista, revela sorprendentes detalles de una historia de ocupación militar extranjera en las Islas Galápagos. Idrovo se vinculó con el archipiélago de Galápagos en 1996, creció allí, y en su adolescencia tomó la decisión de investigar y conocer la historia de las islas. Publicó un libro de poesía, letras y canciones sobre Galápagos, y un libro titulado Fuerza Aérea Ecuatoriana. Historia Ilustrada. Es un colono residente que se siente comprometido con los quehaceres artísticos, culturales, patrimoniales y de desarrollo de la provincia isleña. En el año 2005 publica su libro Galápagos, huellas en el paraíso en el que Idrovo revisa la presencia humana y la colonización de Galápagos desde la llegada de Tomás de Berlanga, en 1835.
¿Cuál es la síntesis histórica de la presencia militar en Galápagos?
-En el año 2008 publico Baltra base Beta Galápagos y la Segunda Guerra mundial. En este libro se resumen 13 años de investigación acerca de la ocupación estadounidense de Galápagos en la Segunda Guerra mundial. En este libro confluyen las investigaciones sobre aeronáutica latinoamericana y ecuatoriana, y los ámbitos de la presencia humana en Galápagos. Es entonces cuando surgen las declaraciones del general Frank M. Andrews que era Jefe del Comando de Defensa del Caribe, con sede en la zona del Canal, donde estaba la sexta fuerza aérea que dirigía sus esfuerzos para la protección del canal de Panamá ante cualquier incursión de la marina imperial de Japón por el Pacífico. Por el lado del Caribe ya se había logrado neutralizar a los submarinos alemanes que hundieron un muy considerable tonelaje de embarcaciones aliadas de carga militares. El canal de Panamá estaba desprotegido desde el Pacífico Sur, y solo las Islas Galápagos brindaban esa capacidad estratégica. Así es cómo en las Galápagos crearon los más amplios espectros de protección para este enclave estratégico tan importante. Los EE.UU empiezan una labor de patrullaje aeromarítimo a cargo de bombarderos de la marina y del ejército estadounidense que llamaron Triángulo de Seguridad, entre 1942 y 1945. El triángulo estaba dado por la base aérea de Salinas, o base Gamma, que fue construida por EE.UU en 1942, la base aérea de Baltra en el centro de las islas que lleva el nombre de base Beta, y Corinto, en Nicaragua, llamada base Alfa. El Triángulo de Seguridad está entre Panamá, la Isla Baltra y Salinas. En ese entonces el general F.M. Andrews es cuando otorga el calificativo a la Isla de Baltra como “nuestros gigantesco portaviones natural”. Fue hace 73 años dado el nombre por quienes mantienen una constante, incansable y paciente labor de conquista como corresponde a un imperio.
¿Es decir, ese apelativo de “portaviones natural” no es actual?
-El ministro de Defensa, General de División, Oswaldo Jarrín, no ha hecho más que repetir aquello regresándonos a una época del entreguismo de Carlos Alberto Arroyo del Río, que es la fresa del pastel de una época en la que se sucedieron dictadores, jefes supremos, encargados del poder y una serie de políticos advenedizos que dieron una gran representación a la terrible rapiña institucional que culmina con la invasión peruana.
¿Qué dice la Constitución del Ecuador respecto de la presencia de fuerzas militares extrañas a su territorio?
-El momento actual en que por desgracia se atenta contra la Constitución del Ecuador que impide que fuerzas extranjeras ocupen nuestro suelo, se otorga desde septiembre del 2018, las condiciones adecuadas para que desde la base aérea Simón Bolívar de Guayaquil, operen los aviones Lockheed P-3 Orion, una nave de patrulla marítima desarrollada a finales de los años 1950, correspondiente a la National Home Land Security -Departamento de Seguridad Nacional de los EE.UU-, una agencia cuyos derroteros están dedicados a la protección del suelo patrio estadounidenses, blindándoles a ellos para que no exista ninguna clase de incursión militar atentatoria contra los espacios del suelo norteamericano. En estas condiciones también se ha cedido la base aérea Eloy Alfaro de Manta, y la base de la Escuela de Aviación Militar Cosme Renella, en Salinas. De modo que esta agencia que nació después del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, se encuentra de nuevo entre nosotros. El Departamento de Seguridad Nacional de los EE.UU estuvo presente en la época de la base de Manta, efectuando acciones en coordinación con buques de la Cuarta Flota Naval estadounidense que tiene su campo de acción en territorios del Caribe, Atlántico y Pacífico latinoamericanos exclusivamente, para el supuesto flujo migratorio, actividad no estipulada en el convenio de la Base de Manta. Los aviones P-3 Orion tienen un radar de anomalías magnéticas en la cola que detecta todo lo que se mueva sobre la superficie y debajo del agua y están equipados con una bodega de bombas que pueden incluso lanzar misiles crucero, sonoboyas, torpedos o bombas convencionales. Son aviones de guerra que después del atentado del 11 de septiembre se estableció en coordinación con la NSA -National Security Agency, la CIA, la DEA, el FBI y el Servicio de la Guardia Costera estadounidense para prevenir futuros ataques, tanto dentro como desde fuera del suelo norteamericano, reforzar la seguridad interna de la nación estadounidense, anticiparse a las intenciones de sus adversarios, esto significa que pueden lanzar un ataque preventivo en aguas internacionales con el derecho que ellos asumen y se arrogan unilateralmente. Disponen de la más alta tecnología y esos son los aviones que están operando desde el 2018 sobre suelo ecuatoriano, en aire, mar y tierra.
¿Rastrear migrantes ecuatorianos ilegales es una cuestión de rutina, además de buscar narcotraficantes marítimos?
-Bueno, esto no está dentro del convenio, ellos lo asumen porque se trata de la seguridad interna de la nación norteamericana. Los ilegales son considerados atentatorios para la seguridad del Estado.
¿Y qué decir del cerco a Venezuela?
-También está el peligro del Plan Colombia, del cerco a Venezuela, y las consecuencias riesgosas en que el Ecuador estaría en su frágil condición institucional de verse abocado. Porque nos involucraríamos en una guerra que no es nuestra, en una situación de conquista de un país soberano, cuyos recursos naturales energéticos hidrocarburíferos ocupan el primer lugar, en cuanto a reserva mundial del petróleo, y que es uno de los objetivos más codiciados por EE.UU dadas las distancias que existe entre el Golfo de México y que no se comparan con el mes y medio de viaje que los barcos petroleros tienen que hacer desde el Golfo Pérsico hasta los EE.UU, con riesgos y costos operativos enormes. Venezuela es un país soberano que ha tomado a su petróleo como parte integral de su desarrollo estatal, que ya no pertenece a una minoría que antes dominaba el flujo exportador del petróleo. Las siete bases norteamericanas que hay en Colombia están bajo ocupación estadounidense hace más de veinte años. Allí hay un gran negociado de la CIA con los narcotraficantes productores locales que financian la guerra sucia, y la desestabilización de otras naciones y mantención de paramilitares. Al integrar Guayaquil, Salinas y Galápagos a una red de instalaciones militares de tecnología avanzada que aportan al control de la región y que dan información de inteligencia en tiempo real. Esa información viaja primero al Comando Sur, en Virginia, donde está la central de la CIA, o a diversas instalaciones militares en Centro América en Honduras, para de allí tomar decisiones militares.
¿Qué implicaciones tendría la participación ecuatoriana en esos eventos?
-Nos convertiríamos los ecuatorianos en una instancia de complicidad en el espionaje de tecnologías satelitales apoyadas por esta red de comunicaciones simultáneas. Involuntariamente formaríamos parte en la cadena clandestina de la industria de la droga subvencionada y encubierta por la CIA, la soberanía de nuestra nación ecuatoriana quedaría a merced del sistema de espionaje de los EE.UU. Ecuador formaría parte de una situación geopolítica que traería desastrosas consecuencias, porque entraríamos a participar implícitamente en cualquier estado de guerra patrocinado por los EE.UU, sea preventivo o total, dado esta situación de guerra que, inminentemente, está aproximándose más a la región provocada por la codicia norteamericana de apoderarse de los recursos naturales de Venezuela. Esto ha quedado corroborado por las últimas declaraciones del jefe del Comando Sur de los EE.UU, Almirante Craig Faller, el pasado primero de febrero en el seno de la Comisión de Servicios Armados del Senado estadounidense, que dijo que “Venezuela es un ejemplo del círculo vicioso que atenta contra la seguridad de los EE,UU” y que “es necesario una mayor presencia militar correcta, enfocada, persistente», es decir, están provocando una situación bélica de enormes proporciones y nos quieren arrastrar a los ecuatorianos que somos un país pacífico, solidario y que nunca hemos tenido una participación de iniciativa bélica con nadie.
¿A cambio de qué le piden esto a Ecuador, préstamos, inversiones, ayuda en aprender inglés, etc.?
-Esas no son más que pantallas, la Usaid, las diversas agencias siempre traen a sus agentes disfrazados, es un plan de conquista regional. En su decadencia como imperio y la paranoia belicista a la que están abocados ante el resurgimiento y enormidad tecnológica de China, están librando batallas permanentes y anticipándose a conflictos futuros, porque la escalada tecnológica y militar asiática es incontrolable.
El presidente Moreno se encuentra en EE.UU solicitando varias ayudas, el ex Vicecanciller ecuatoriano, Kintto Lucas, ha dicho que el verdadero objetivo del viaje oficial a los EE.UU es involucrar a Ecuador en un conflicto regional contra Venezuela y que en Galápagos se habilitarían hangares desde donde saldrían los drones que atacarían a Venezuela ¿Qué hay de cierto en esa especulación?
-Yo pienso que no está aventurado decirlo. Lo que sí es un hecho, y no es una especulación, es que el gobierno del presidente Moreno hizo la entrega formal del 10.000 m2 de zona aeroportuaria en el aeropuerto de San Cristobal, en Puerto Baquerizo Moreno. En esta área, en esa pista de aterrizaje que se usa para las aerolíneas Latam, Aerogal y Tame, pueden operar tranquilamente los aviones P-3 Orion estadounidenses que requieren de pistas cortas sin necesidad de ampliar las instalaciones. Lo que el ex Vicecanciller, Kintto Lucas, manifiesta no es nada aventurado, es una especulación que puede ser muy válida porque hay problemas de abastecimiento de combustible en instalaciones no adecuadas para estos aviones de guerra, cuestión que no se da con drones porque vuelan con energía solar y tienen autonomía casi ilimitada. No son drones de ataque los que, en este caso, se desplegarían desde Galápagos, sino drones de control aeromarítimo y espionaje que reemplazarían a las agotadoras misiones convencionales y los operan desde el Comando Sur a distancia. Se cumple una ansiada meta de los EE.UU: el dominio de los países del Pacífico Sur.
¿Qué conciencia y qué reacción existe de todo esto, entre los habitantes de las islas Galápagos?
-Hay jóvenes de la localidad, de la Junta de Participación de San Cristobal, que realizaron dos encuentros de conversaciones, públicos, en los que se receptaron en las principales islas sus pareceres en radios locales. El objetivo es socializar la información que disponemos en este tema y qué efectos podría tener -positivo o negativo- la presencia de estas instalaciones militares. La mayoría se inclinó por los efectos negativos que podrían provocar estas instalaciones, y el debate tuvo un tono respetuoso.
¿Y las instituciones oficiales qué dicen al respecto?
-Las instituciones locales hacen gala de su apatía e indiferencia. El ministro presidente del Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos, -que fue ex candidato a la presidencia de la República por el movimiento Ruptura 25- está totalmente fuera de cualquier clase de comentario público al respecto. Es inercia pura, pero frente al impacto que esto generaría, la gente está totalmente en contra.
¿Las islas Galápagos se podrían convertir en un objetivo militar ante una eventual guerra de gran escala, hay ese temor?
-Definitivamente. Imaginemos que hay un estado de guerra preventiva o total, impulsado por EE.UU contra Venezuela y Ecuador se vio arrastrado hacia allá y existen los drones en Galápagos. Venezuela tiene la colaboración militar de Rusia y China al momento, aviones y asesores militares rusos están en Venezuela desde hace algunos años atrás. Tienen suministro bélico ruso de alta tecnología. Supongamos que esta situación está lista y que los drones en Galápagos están en operación permanente y son un escollo para pacificar la región. ¿a dónde mandarían los ataques los rusos y los chinos bajo un estado de guerra global? ¿Por qué traer la guerra al paraíso? ¿Por qué vamos a fragmentar el habitat? ¿Por qué vamos a contribuir a la polución acuática, física y magnética, por el uso de sonares? Por qué vamos a perder nuestra soberanía? ¿Por qué vamos nosotros acabar con el sistema de las islas y crear un impacto regional y aumento de tensiones? ¿Por qué vamos a contribuir a una mala reputación de las islas que son Patrimonio Natural de la Humanidad?
¿Esta condición de las islas, como Patrimonio Natural de la Humanidad le blinda de alguna forma ante esta amenaza?
-Podría automáticamente ser eliminada esa condición, en el caso de que se nos arrastre a una situación de guerra. Estamos apelando a que nuestra condición de Patrimonio de la Humanidad nos impida caer en esa desgracia de una guerra. Yo soy un portavoz de muchos ciudadanos ecuatorianos y galapagueños que amamos la paz. Yo genero un leiv motiv: artistas por la paz.
¿La condición de Patrimonio Natural de la Humanidad impide que se convierta a Galápagos en un polvorín?
-La Constitución del Ecuador y la condición de Patrimonio lo impide, es decir, aquí se está haciendo una maniobra que echa por los suelos aquello que está ya estipulado por la ley. Estoy dando una alerta frente a una información que por el momento está blindada y encubierta y me siento con el deber de ser el portavoz de un sentir comunitario de la tierra en dónde vivo y amo, de las Islas Galápagos. El sentir de la comunidad y de la ciudadanía de Galápagos me exige a mí que no claudique en la permanente actividad de difundir lo que sentimos.