Una de las grandes verdades acerca de la situación de Venezuela es que la crisis rebasó las fronteras de ese país. La solución, si bien es asunto de los venezolanos, no pudo dejar de involucrar a las potencias que tienen intereses en el país petrolero.
Los EE.UU tienen claros intereses en captar el petróleo de Venezuela y en esa línea de acción en estos días la presencia de Juan Guaidó a Washington y la recepción oficial que le dio Donald Trump se inscribe en el afán estadounidense de fortalecer al peón venezolano, autoproclamado “presidente”, para debilitar al régimen de Nicolás Maduro y de esa manera apropiarse, sin problemas, del petróleo venezolano.
El país norteamericano no es el único en tener intereses en las relaciones económicas con Venezuela. Rusia mantiene a su socio comercial bajo observación y apoyo, y esta semana envió a su canciller Serguéi Lavrov para mediar en el conflicto entre el gobierno venezolano y la oposición. El diplomático ruso logró sentar en la misma mesa de negociación a las partes en conflicto y proponer una solución viable de salida a la crisis en términos de una transición a la normalidad democrática en ese país. La solución es clara: nuevas elecciones con un candidato diferente a Maduro, pero representante del chavismo. Al mismo tiempo Lavrov trajo un mensaje de Putin que advierte a Guaidó que si no se sienta a negociar corre el riesgo de quedar fuera de la política de su país: “Es la única oportunidad que tienen para que no se priven del futuro en la vida política de Venezuela”, señala el mensaje.
Guaidó, desde hace un año, se ha estado quedando cada vez más solo, una vez que la oposición no proyanki lo cuestiona por diversas razones. Entre otras, por crear falsas expectativas de poder, fracasar en su intento de golpe de Estado, por escándalos de corrupción y por haberse fotografiado y dejado al descubierto sus relaciones con narcotraficantes colombianos en la frontera con ese país. El político es considerado una ficha de la CIA para desestabilizar a Venezuela. Esto explica la soledad de Guaidó que se evidencia en el hecho de que los asambleístas opositores aceptaron un acuerdo con el chavismo para elegir a Luis Parra como presidente de la Asamblea Nacional.
Otra de las verdades de Venezuela, es que la oposición al régimen de Maduro está más preocupada por sus ambiciones y no por el destino de su país. Putin ha dicho que no se trata de pararse en una plaza, alzar los brazos al cielo y autoproclamarse presidente, en referencia a Guaidó.
Trump no piensa igual. Para el obtuso mandatario estadounidense, Guaidó es un presidente y lo recibió como tal y amenazó con represalias si el gobierno venezolano le causa problemas a su regreso al país. El canciller ruso, respondió que el escenario de cambio en Venezuela por la fuerza no va a ocurrir jamás. No obstante, la obsesión estadounidense va más allá y esta semana, Trump regaló una flota de aviones de guerra a Colombia para que una eventual intervención militar se inicie desde ese país contra Venezuela. Al mismo tiempo, desplazó al Comando Sur al vecino país para coordinar la agresión. Colombia dio luz verde para la presencia de toda maquinaria bélica norteamericana que actúe en su territorio. Rusia respondió enviando efectivos militares a territorio venezolano. El gobierno venezolano solicitó, además, ayuda a China.
El gobierno de EEUU tiene todo preparado para una intervención militar en Venezuela. Fuentes periodísticas internacionales afirman que lo que se firmó entre Trump y Guaidó, en la última visita de éste a los EE.UU, es la irrupción norteamericana en Venezuela. La amenaza norteamericana se convierte en la más flagrante intervención mercenaria en territorio latinoamericano de los últimos años y que cuenta con el repudio de todo un continente.
Mientras tanto, el Pentágono en su prepotencia olvida que existió un Vietnam. Y que la historia se repite, una vez como tragedia y otra vez como farsa.