La democracia ecuatoriana está en tela de juicio, según un estudio publicado por la academia: «Cultura Política de la Democracia en Ecuador y en las Américas 2018/19». El referido documento se propone “tomarle el pulso a la democracia”, cuya conclusión preliminar es que “la democracia ecuatoriana padece de desigualdad e intolerancia”.
No deja de ser significativo que instancias académicas como las universidades de las Américas (UDLA), San Francisco (USFQ) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) con sede en Quito, además, de la Universidad Vanderbilt (EE.UU.), el Proyecto de Opinión Pública Latinoamericana (Lapop), la ONG Participación Ciudadana, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid) y la empresa ecuatoriana Cedatos, instituciones que de algún modo han avalado con su gestión la vigencia de la democracia durante cuatro décadas en Ecuador, hoy manifiesten una crítica al sentido mismo del sistema democrático en el país.
Durante el desarrollo de la presentación de la investigación fueron emitidos diversos juicios de valor sobre el tema. Ruth Hidalgo, hablando a nombre de Participación Ciudadana, manifestó que la desigualdad es uno de los factores que incide en la percepción de la democracia y que resulta esencial para comprender los estallidos sociales que registran diversos países de la region -Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia- en los últimos meses.
Uno de los esenciales déficit de la democracia, constata el estudio, es que no ha permitido a la gente solucionar sus problemas o atender sus necesidades básicas. No obstante, según encuestas, el 54 por ciento de la población, entre 2018 y 2019 expresó apoyó a la democracia, lo que permite colegir de que al menos el resto de los consultados no está conforme con el sistema.
Conforme estas cifras se colige, según los académicos, que existe un marcado descontento social represado, en un país mayoritariamente conservador, según sea el caso de los diversos grupos etarios. De acuerdo con las investigaciones la generación joven es más propensa a asumir posiciones políticas de izquierda o al menos progresista. Esta tendencia se expresa en una mayor tolerancia hacia fenómenos polémicos como la homosexualidad o el aborto. Temas como la corrupción, economía, estado de los grupos vulnerables son motivo de preocupación en el estudio.
Según manifiestan gestores del estudio, -Paolo Moncagata, de la USFQ; Arturo Moscoso, de la UDLA; y Daniel Montalvo, de la Universidad Vanderbilt -éste basa sus resultados en las estadísticas elaboradas por la organización Lapop, desde el 2004 al 2019, constituyéndose en una herramienta fundamental para la toma de decisiones políticas.
La conclusión definitiva del estudio es que en democracia, a la causa de la desigualdad hay que sumar la intolerancia, como factores que influyen en una mayor polarización social y en una radicalización de la protesta ciudadana. La tensión social provocada por estas circunstancias deterioran la convivencia nacional.
El estudio constituye un insumo básico que ayuda a la toma de decisiones en diversos campos de la vida nacional, con énfasis en la comprensión de la realidad política del país. Sin duda es valorable el esfuerzo académico realizado por dar nuevas claves que permitan comprender nuestra democracia simulada.