Ecuador cumple veinte años de haber adoptado el dólar norteamericano como su moneda oficial. La efeméride ha suscitado la invocación complaciente de la clase empresarial que satisfecha con el régimen de economía dolarizada canta loas a lo que fue una medida parche a un problema económico heredado de la mala administración financiera y económica de gobiernos de corte neoliberal en las décadas de los años ochenta y noventa.
La dolarización es el proceso por el cual un país adopta, de manera oficial o extraoficial el uso de la moneda estadounidense para su uso en transacciones económicas dentro del país. La moneda extranjera estadounidense reemplaza a la moneda nacional en todas sus funciones (reserva de valor, unidad de cuenta, medio de pago). Históricamente los países han adoptado la dolarización por dos razones fundamentales: un país adopta esta medida de manera independiente o como medio para luchar contra una crisis.
Ecuador adoptó la dolarización en el año 2000 esencialmente por la segunda razón expuesta. Luego de un sinnúmero de maniobras políticas la economía nacional exhibía una abultada inflación, tazas de intereses altas, índices cambiarios de la moneda norteamericana especulativos, y ad portas estaba una crisis bancaria sin precedentes en el país que motivó la retención de depósitos a millones de ecuatorianos y un salvataje bancario estatal que costó más de seis mil millones de dólares al país. La dolarización aparecía como la panacea a males provocados por la propia lógica capitalista empresarial de la economía ecuatoriana que desencadenó la gran crisis económica e inflacionaria de la década de los años 90.
Las causas estaban a la vista: Ecuador emprendió reformas económicas en 1994, que supusieron una política de liberalización del mercado financiero -propia del neoliberalismo- y tasas de intereses no reguladas que se creyó sería la mejor opción para atraer capitales y mejorar la economía del país. Pero no se tomó en cuenta que en Ecuador no existía adecuada regulación ni supervisión del sistema financiero, y de ese modo los banqueros hicieron de la economía su propia fiesta incluido el feriado bancario y la retención de dineros depositados por el pueblo.
La crónica de esos hechos se resume así: Debido a que no se procuró una apropiada regulación ni supervisión al sistema financiero, esto dio lugar a que los dueños de los bancos soliciten créditos vinculados dando como garantía empresas que solo existían en el papel, lo que fue una práctica común en muchos bancos privados, y en la que las instituciones encargadas de ejercer el control no se dieron por enteradas o en todo caso no hicieron nada por evitarlo, lo que motivó que muchos bancos cerraran, provocando desconfianza en el sistema, masivos retiros de dinero y por consiguiente la quiebra de muchos bancos, como en un efecto dominó. Las finanzas públicas arrojaban números en rojo, si en 1997 el déficit fiscal fue del 2 % del Producto Interno Bruto (PIB) para 1998 este se ubicó en un 6% del PIB, lo que provocó no solo el deterioro general de las cuentas nacionales, sino también la incapacidad de cumplir con el servicio de la deuda externa, cayendo en moratoria y con ello la imposibilidad de acceder a financiamiento externo.
Dolarización
El proceso de dolarización fue parcialmente exitoso, aunque con un alto grado de encarecimiento a la subsistencia de la población, ayudó a estabilizar y mejorar las condiciones macroeconómicas y la confianza en general de la población en su país y su economía. En contraparte, la estabilidad económica relativa está fortalecida por las remesas de los emigrantes ecuatorianos que fueron a Europa y Estados Unidos y por el alto precio del petróleo en los años siguientes ya que el Ecuador basa su economía en los recursos naturales.
El historiador y economista Juan Paz y Miño resume en los siguientes términos el proceso de dolarización: “La gran promotora de la dolarización fue la empresaria guayaquileña Joyce Higgins de Ginatta, apoyada de inmediato por el alto empresariado, que presionó durante meses. Finalmente, el domingo 9 de enero de 2000, el presidente Jamil Mahuad (1998-2000) conminó al Directorio del Banco Central (BC) a reunirse el lunes 10 para aprobar la dolarización; al mismo tiempo, convocó a sesión extraordinaria del Congreso para el martes 11, a fin de tratar la destitución del Directorio del BC, si no aprobaba la dolarización. El lunes 10, según informaría la prensa, Mauricio Pareja, Enrique Chávez, Modesto Correa y Mario Prado aprobaron la dolarización. Hubo intensas reuniones con el Ministro de Finanzas Alfredo Arizaga. Solo Pablo Better y Virginia Fierro renunciaron, antes de comprometer su voto. Se fijó la paridad en 25 mil sucres por dólar (el salario mínimo vital equivalió, ese momento, a cuatro dólares) y la decisión fue fundamentada en los artículos 51 y 52 de la Ley de Régimen Monetario. No fue necesaria, entonces, la reunión del Congreso, que, sin embargo, unió a la mayoría “oficialista” (65 legisladores) el apoyo a la dolarización por parte de PRE, DP, FRA, PSC y varios independientes. Mahuad fue derrocado el 21 de enero. Pero, lo que a menudo se olvida, es que fue su sucesor, el presidente Gustavo Noboa (2000-2003), quien ejecutó y concretó la dolarización. En nada importó, a los dolarizadores, que la Constitución del Ecuador (1998) señalara, claramente (Art 264): “La emisión de moneda con poder liberatorio ilimitado será atribución exclusiva del Banco Central. La unidad monetaria es el Sucre, cuya relación de cambio con otras monedas será fijada por el Banco Central.”
Hoy, a veinte años de haber iniciado el proceso de dolarización en Ecuador, el modelo económico empresarial que rige en el país confirmado por el actual gobierno es congruente con la dolarización y es defendido por sus representantes a capa y espada, pero con una trampa: se quiere vender la idea de que la dolarización debe ser defendida a cuenta de implementar medidas de corte neoliberal en la economía nacional.
El vicepresidente Otto Sonnenholzner Sper ha dicho que la dolarización redujo la pobreza de 70% al 25%, sin precisar en qué gobierno se logró aquello. El ex ministro de finanzas, Mauricio Pozo, señala que durante el gobierno de Correa se obró en contra del dólar y, por tanto, propone acciones que -según dice- buscan fortalecer la dolarización: “un régimen fiscal ordenado, responsable, apoyo internacional de los multilaterales ayuda en esa línea”. En otras palabras, quiere reducción de impuestos a los empresarios y obtención de préstamos con el FMI, políticas típicamente neoliberales. Jaime Nebot dice que la dolarización permitió estabilizar un escenario adverso de 95% de inflación, y salida de ecuatorianos al exilio por el feriado bancario: “El país le debe a la dolarización el bienestar, la tranquilidad, la conservación del patrimonio”. Para el economista Pablo Lucio Paredes la dolarización generó solidez monetaria y que hay que aprovecharla con acciones que generan “el desarrollo económico”: “Un mercado laboral mejor para el desarrollo, la apertura del Ecuador al mundo, eliminar subsidios inútiles como el subsidio a la gasolina”.
La dolarización implementada para enfrentar la crisis financiera de los años noventa eliminó al sucre que estuvo vigente desde 1884, como moneda nacional, hasta el mes de septiembre del 2000. La crisis se había caracterizado por la devaluación continua del sucre frente al dólar, aumento del costo de servicios básicos como medidas propias adoptadas por los gobiernos de turno en el milenio pasado. Jamil Mahuad implementó la medida dolarizadora impulsado por el apoyo de varios representantes de la banca que formaron parte de su gabinete, a los que con la normativa aprobada se les permitió excesivas libertades en sus actividades, y sin control alguno las cosas se salieron de las manos y a pesar de las insistentes negativas tomó la peor medida económica de la historia: el feriado bancario y la confiscación de fondos de los depositantes en marzo de 1999. Incluso el congelamiento de depósitos mandó a la miseria a millones de ecuatorianos y no mejoró el manejo económico del Ecuador, y así la dolarización apareció como una medida que calzaba con los intereses empresariales pero que no rectificó las causas de la crisis.