Desde que Julian Assange, recluido en la cárcel británica de Belmarsh, recibió en mayo de 2019 la visita del Relator de la ONU, Nils Melzer, ha transcurrido 6 meses. En esa ocasión Melzer constató que el fundador de Wikileaks presentaba “todos los síntomas de tortura psicológica” a la que estuvo expuesto “durante varios años”, y por tanto, «La persecución colectiva de Julian Assange debe finalizar ahora», dijo en esa oportunidad el funcionario.
Desde entonces, la comunidad internacional ha guardado silencio cómplice con la violación sistemática de los derechos humanos de Assange en manos de la justicia británica, resultado de lo cual tras un «examen clínico en profundidad» de los expertos médicos, Melzer consideró «evidente que la salud de Assange resultó gravemente afectada por el entorno hostil al que estuvo expuesto». Además de dolencias físicas, Assange presentaba hace seis meses “todos los síntomas típicos de una exposición prolongada a la tortura psicológica, una ansiedad crónica y traumas psicológicos intensos», señaló Melzer, basado en «pruebas contundentes y claras».
Solidaridad internacional
Al cabo de medio año la situación de Julian Assange no mejora y el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, pidió este viernes que el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, salga de prisión, ya que la tortura psicológica a la que habría sido sometido en una cárcel de Reino Unido lo está afectando: «Expreso mi solidaridad y deseo que se le perdone y se le deje en libertad», dijo López Obrador. «No sé si él ha reconocido que actuó en contra de normas y de un sistema político pero, en su momento estos cables demuestran cómo funcionaba el sistema mundial en su naturaleza autoritaria», agregó el mandatario mexicano. «Ojalá se tenga consideración, se le libere y no se le siga torturando».
Peligro de muerte
El periodista y activista australiano está bajo amenaza de extradición a Estados Unidos, donde enfrentaría hasta 175 años de prisión por diversos cargos, incluido espionaje. A raíz de la demanda de extradición emitida por Estados Unidos, Assange fue detenido el 11 de abril en la embajada de Ecuador en Londres. Hasta entonces llevaba asilado desde 2012 en la legación ecuatoriana, protegido para eludir a la justicia estadounidense tras la publicación de medio millón de documentos confidenciales sobre las actividades del ejército estadounidense en Irak y Afganistán y de 250 cables del departamento de Estado.
En mayo del año pasado fue condenado a 50 semanas de prisión por un tribunal británico, “por violar los términos de su libertad condicional”. Assange, de 48 años, se encuentra actualmente detenido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en el este de Londres, luego de que en abril de 2019 el gobierno de Ecuador le retirara el asilo en su embajada de esa ciudad, donde permaneció casi siete años. Si fuera extraditado a Estados Unidos, «se expondría a un riesgo real de violaciones graves de sus derechos humanos, incluidos su libertad de expresión y su derecho a un juicio justo», ha estimado Melzer. «Esto podría desembocar en una pena de cárcel, o incluso la pena de muerte si se añaden otras acusaciones en el futuro», concluye el relator ONU en su informe. Melzer en su oportunidad hizo un reproche a la ausencia total de la indignación pública ante la «deshumanización» y publicó cartas dirigidas a los gobiernos del Reino Unido, EE.UU, Ecuador y Suecia. «Pedimos a todos los Estados involucrados que investigaran este caso y aliviaran la presión que se ejerce sobre él, y sobre todo respetaran su derecho al debido proceso que, desde mi punto de vista, ha sido violado sistemáticamente en todas estas jurisdicciones», declaró.
Ecuador retiró el asilo a Assange y lo expulsó de la embajada ecuatoriana en Londres, entregándolo a la policía británica en un acto de evidente felonía, luego de haberlo considerado un connacional.