Julio Cortázar decía sobre el acto de leer: «cuando abro un libro, lo abro como puedo abrir un paquete de chocolates, es decir, es una sensación de esperanza de felicidad anticipada». Si la felicidad es un acto de libertad, bien vale colegir que un pueblo que accede a menos libros, es menos libre.
¿Qué sucede al respecto del hábito de lectura en Ecuador?. El ministro de Cultura, Juan Fernando Velasco, responde que no sabe cuánto se lee y qué se lee en el país: “no tenemos datos certeros, hay percepciones que dicen que leemos muy poco”, declaró a la prensa televisiva. Datos que circulan en el Ministerio de Cultura señalan que en Ecuador un habitante lee menos de un libro de promedio por año. A renglón seguido, anuncia: «estamos impulsando una encuesta con el INEC para saber qué servicios culturales consumimos los ecuatorianos”. La Gerente del Plan Nacional de Lectura “José de la Cuadra”, que regenta el ministerio de Cultura, María Fernanda Ampuero, enfatiza “no creo en estadísticas, los niños leen mucho muchísimo más”
Velasco replica, “hay que preguntarse qué leen los jóvenes”. Para el ministro de Cultura es necesario diferenciar “una sociedad que no lee, de una que lee sin entender”. Según su experiencia, “nuestro país entiende muy poco de lo que lee y esto es alarmante, estamos en un nivel de menos 1 sobre 10 de comprensión lectora”.
Una FIL diferente
El ministro Velasco, nombrado recientemente presidente del Centro Regional para el Fomento de la Lectura en América Latina y el Caribe -instancia de UNESCO- termina el año fijando algunos criterios a modo de balance de la FIL Quito 2019. Para Velasco, la feria fue un punto de partida distinto, “puso en el centro a nuestro país” (se refiere a que este año el país invitado fue…Ecuador).
La feria quiteña “logró incorporar a muchísimas editoriales independientes” -dice el ministro-, luego reconocería a la prensa que “las grandes editoriales se bajaron de la FIL”. Como resultado la FIL miró con ojos preferenciales a las editoriales independientes, en la que no estuvieron las grandes editoriales, se bajo la oferta y perdió el público. “Nos hubiera ido mejor en noviembre”, reconoce el ministro. Una feria que por privilegiar “el concepto” -como enfatiza Velasco- mostró problemas logísticos que perjudicaron un mayor éxito: Por alguna razón que no se ha explicado no funcionó el único cajero automático y por eso la FIL no aceptó pagos con tarjeta de crédito.
Velasco reconoce que hay recortes presupuestarios en el Ministerio de Cultura, no obstante dice “hay voluntad política de generar cambios”: exención de aranceles, cero IVA para algunos productos culturales, créditos y exoneración por 5 años de Impuesto a la Renta para nuevos emprendimientos culturales. La cultura es un sector económico, para las autoridades culturales. En ocasiones anteriores han declarado que forma parte de la llamada “economía naranja”, un concepto mercantilista que privilegia a las industrias culturales. Ecuador Creativo es el plan macro del gobierno que pretende fortalecer las industrias culturales y creativas. “No tiene sentido reinventar nada”, dice el ministro Velasco, hay que respetar los procesos.
Precisamente un “proceso” que heredó Velasco es el llamado Plan de Lectura José de la Cuadra que regenta el ministerio de Cultura. Hay que decir con todas sus letras que Velasco hereda un Plan de Lectura en el papel, sin espacios físicos de lectura concretos en los cuales verificar dicho plan al público, en otras palabras, el lector común – objetivo central del proyecto- no conoce dónde existe ese plan, cómo y cuándo beneficiarse del mismo. Es decir, hasta el momento es una mera declaración plagada de buenas intenciones, nada más.
Una acción ministerial que se relaciona íntimamente con los planes de lectura, es el convenio firmado entre el Municipio de Quito y el Ministerio de Cultura, mediante el cual la Biblioteca Nacional traslada sus instalaciones y su fondo editorial a dos edificios del Centro de Convenciones Eugenio Espejo, CCEE. El ministro Velasco llegó tarde a la suscripción de dicho convenio y, por tanto, la firma la puso la Vice Ministra junto a la del Alcalde de Quito. Lo lamentable es que en torno a este tema existe un total hermetismo. La Biblioteca Nacional y su traslado al CCEE, es un misterio de cultura del “sector cultural” que no entrega información sobre cuestiones básicas: Qué fondo editorial de la BN se traslada al CCEE, con qué presupuesto anual cuenta la Biblioteca Nacional para su gestión, qué pasó con el fondo editorial original de la biblioteca que dejaron los jesuitas, cuál es la tecnología existente que sustentará el servicio al público en accesos al libro físico y digital, entre otros misterios.
Cifras culturales
En realidad diversos aspectos relacionados con el sector cultural permanecen en un misterio de cultura. Para ilustrarnos recurrimos a datos almacenados en la UNESCO sobre la realidad cultural del Ecuador. Indicadores UNESCO de Cultura para el Desarrollo (IUCD) demuestran el papel motor y facilitador que tiene la cultura en el desarrollo sostenible. Cifras que no maneja el ministro públicamente, no obstante forman parte de estadísticas pasadas.
Muchas de las cifras son vistas a la luz de las industrias culturales y creativas, considerados sectores dinámicos y en rápida expansión en la economía mundial. Estas industrias, se supone, contribuyen al crecimiento nacional, permitiendo la diversificación de las economías locales generando ingresos y creación de empleo. Además, contribuyendo a la creación, producción y transmisión de contenido simbólico, sus efectos se extienden a beneficios no económicos. La dimensión economía analiza la contribución del sector cultural al desarrollo económico mediante la evaluación del aporte de las actividades culturales al Producto Interno Bruto, PIB; el papel de la cultura como proveedor de empleo, y cómo los bienes y servicios culturales están valorados a través de las transacciones comerciales.
La cultura en el Ecuador hace una contribución del 4.76% del PIB total, dato del 2010. El 57.4% de esta contribución proviene de las actividades culturales centrales y el 42.6% de actividades de apoyo o equipamiento. Mientras tanto, el porcentaje de la población con ocupaciones culturales es del 2.2% del total de la población ocupada. La participación en actividades culturales fuera del hogar es del 8.4% y requiere mayor apoyo para mejorar aún más el consumo interno de bienes y servicios culturales. Solo un 3.41% del total de los gastos de consumo de los hogares se dedica a la cultura. En el año 2010, el 2.2% de la población empleada en Ecuador tenía ocupaciones culturales (134,834 personas). En el 2003, el 3.41% de los gastos de consumo de los hogares de Ecuador se dedicaron a actividades, bienes y servicios culturales (403,066,224.24 USD). El quintil de menores ingresos gasta el 2.12% de sus gastos totales del hogar en cultura, los hogares del quintil con ingresos más altos gastan el 4.28% en cultura.
Sin embargo, la cultura no puede ser vista solo bajo el prisma económico. Por tanto, es vital la existencia de claras políticas que incidan en el desarrollo cultural del país, en la concreción de planes de lectura y en la planificación de actividades relacionadas con el acto de leer. Fomentar la lectura es un tema clave para el crecimiento cultural de un pueblo. Solo de ese modo se hará realidad en Ecuador la premonición de Cortázar: abrir un libro produce una sensación de felicidad anticipada. Y esa felicidad, más allá o más acá de las cifras, tiene el maravilloso poder de hacernos con más libros, más libres.