Cuando la television ecuatoriana sumida en la mediocridad comunicacional parecía ya no ser capaz de poner al aire nada notable, más allá de realities sensacionalistas, falsos concursos, crónica roja, noticias sesgadas, telenovelas lacrimosas y publicidad aburrida, surge Master Chef, un programa de televisión emitido por la cadena Teleamazonas que se promociona como franquicia internacional de competencia de cocina creado por Franc Roddam, el cual se originó con la versión del Reino Unido en julio de 1990. El formato fue revivido y actualizado por la BBC en febrero de 2005 por los productores ejecutivos Franc Roddam y John Silver y la productora de series Karen Ross. En 2009, el espacio televisivo fue nuevamente desarrollado en Australia en donde fue transformado en la adaptación actual. El programa ha sido explotado alrededor del mundo bajo el mismo logo «Master Chef», y es ahora producido en más de 40 países y puesto al aire en al menos 200 territorios.
Master Chef en versión ecuatoriana concitó la participación de más de dos mil concursantes que se fueron eliminando en base al cumplimiento de “retos” o pruebas de cocinar al aire, durante episodios de 60 minutos cada noche. En las diversas etapas de eliminación se fueron seleccionando los top 10, top 5, semifinalistas y finalistas. El programa “cocinó” en pantalla una nueva forma de hacer televisión en múltiples locaciones exteriores e interiores, con una elevada producción audiovisual, una sensual presentadora, presencia selectiva de auspiciantes y un jurado internacional compuesto por un trío alternante de chef profesionales.
El sentido del programa en busca de descubrir a un Chef profesional entre miles de cocineros aficionados, produjo la más diversa variedad de valores. La originaria pasión por la cocina guisó altas y bajas pasiones humanas. Lo que comenzó como una competencia-aprendizaje termina por convertirse en una lucha sin cuartel por el galardón que premia al ganador con un trofeo y veinte mil dólares. La arenga ha puesto en evidencia la habilidad para cocinar junto con sazonar las más variadas actitudes, inspiradas en un tenaz sentido competitivo de todos contra todos. A partir de ese momento, Master Chef se vuelve una metáfora de la vida, de lo bueno, lo malo y lo feo que es capaz de exhibir un ser humano.
El formato del programa generó dinámicas de competencia grupales, individuales y contra las propias capacidades de cada participante en lucha consigo mismo. Uno a uno los concursantes fueron abandonando la competencia, luego de una trayectoria de altos y bajos, aciertos y desaciertos frente al reto de cocinar platos de la cocina criolla e internacional, ensayar nuevas recetas y saber competir sin contemplaciones.
Cada uno de los participantes que integró el grupo de los 10 seleccionados para llegar a la etapa final, puso lo suyo en materia de actitud humana. Todo lo visto fue más allá de la competencia culinaria para dar lugar a gestos, comportamientos e improntas que reflejaron con total nitidez y dimensión de lo que es capaz el ser humano. La disposición a competir, saber asumir retos, mostrar audacia sin límites, generosidad con el otro, envidia venenosa, maledicencia deliberada, egoísmo extremo, vanidad fatua, extrañas supersticiones; todo unido a una capacidad de superar derrotas, revertir los días malos, mostrar entereza moral, inteligencia estratégica y espíritu ganador.
El plato fuerte lo proporcionó el público televidente en redes sociales que denostó con críticas al jurado calificador que, según opinión de los tuiteros, mostró en fase de semifinales, un claro favoritismo por una de las participantes -Loren- que obtuvo la máxima puntuación del cuarteto competidor, habiendo presentado un plato cuyo ingrediente principal era el banano y se olvidó de ponerlo en su receta, no obstante que otros participantes anteriormente fueron eliminados por similar olvido.
Master Chef pretendió proyectarse como un programa creíble, en el que todo estaría expuesto sin trucos, y a pesar de ser una metáfora de la sociedad actual, logró el ingrediente de realismo que tanta falta le hace a nuestra televisión.
Fotografía El Universo