La huella de la humanidad sobre las ecologías del planeta es indiscutible. Esta disrupción ambiental es parte de una crisis multidimensional que se expresa en lo económico y financiero, pero también en lo ecológico, alimentario, energético, hídrico, cultural, político, moral. Es una crisis interconectada y sus efectos cuestionan los fundamentos y valores de la sociedad capitalista: insaciables productivismo y consumismo y una relación utilitarista entre el ser humano y la naturaleza. Las amenazas son evidentes en la disminución de las reservas de todos los recursos naturales; la contaminación generalizada del agua, del suelo, del aire; la deforestación y la extinción de hábitats y especies; la pérdida de fertilidad de los suelos.
Todos los seres humanos estamos amenazados por este problema, tenemos una responsabilidad común, aunque distintos niveles de compromiso; porque frente a esta crisis las empresas nacionales y transnacionales buscan expandirse a lugares cada vez más alejados y frágiles; territorios que, en países del Sur Global, habitan campesinos, poblaciones afrodescendientes o pueblos indígenas que tienen constreñidas capacidades de reacción.
En Ecuador, este grave problema se evidencia en el avance de la frontera extractivista minera, petrolera o agroindustrial. Sin embargo, los debates alrededor de la ecología quedan relegados de la escena política nacional, a pesar de tener una Constitución que reconoce los derechos de la naturaleza, del agua como derecho humano, la prohibición de la apropiación privada de servicios ambientales y de transgénicos.
Frente a esto y con el objetivo de influir en la política nacional y regional, llamamos a la creación del Movimiento Ecologista Popular en Ecuador.
El Estado ecuatoriano apuesta por políticas neoliberales y extractivistas que no toman en cuenta los temas sociales o ambientales y favorecen desequilibradamente la minería a cielo abierto y la expansión de la explotación petrolera. Es por ello imperativo construir un ecologismo que rebase el campo de las ONG y abandone el sectarismo; un ecologismo interseccional que abarque las luchas clasistas, antineoliberales, feministas, culturales. Un ecologismo que no sea sólo una cultura de resistencia frente a los desastres ambientales, sino también un proyecto de sociedad con propuestas políticas claras de transformación económica, social y ecológica.
Es evidente que en Ecuador no es fácil hablar desde la ecología, debido al peso que tiene el extractivismo en la economía y la percepción general de la población frente a este modelo económico. Sin embargo, ante la expansión agresiva del extractivismo es necesario replantear un debate que responda al interrogante de ¿cómo vincular lo ecológico y lo social en un país con un gran porcentaje de su población que no tiene sus necesidades básicas satisfechas, con una alta biodiversidad, pero cuyo régimen de acumulación está basado en la explotación y exportación de sus recursos naturales? En otras palabras: ¿cómo se puede defender los derechos de la naturaleza, luchar contra su degradación y al mismo tiempo buscar el bienestar de su población?
La salida del extractivismo es compleja y debe estar en el centro de los debates políticos. La discusión sobre alternativas a este sistema explotador es una oportunidad para construir un proyecto político renovado cuyo objetivo es ir hacia una sociedad más justa, más equitativa, más ecologista. A partir de estas premisas, proponemos construir un sistema basado en estos principios ecosocialistas:
Pensar en la emancipación individual y colectiva, desde la participación democrática, que se centre en la satisfacción equilibrada y justa de las necesidades humanas, de los animales no humanos y de la naturaleza.
Articular la justicia social y la justicia ambiental desde una perspectiva anticapitalista como base de una sociedad post-extractivista. La ecología no es compatible con el capitalismo y sus valores, principalmente sus hábitos de producción y consumo. También es necesario luchar contra todo tipo de opresión y desigualdad.
Transversalizar el feminismo en esta lucha para dar espacios seguros de militancia a las mujeres, visibilizarlas como actoras políticas legítimas y reconocer sus formas de resistencia como válidas para pensarnos fuera de lógicas utilitarias y mercantiles.
Romper con la falsa idea de que la ecología está reservada a las clases medias y altas. Ser ecologista no puede ser un privilegio de clase; no solo porque es preciso facilitar información y herramientas a personas de escasos recursos que son sensiblemente afectadas; sino que, además, el calentamiento global afectará, sin distingos, a toda la humanidad.
Rechazar el racismo y la xenofobia ambiental del sistema capitalista. El cambio climático es y será responsable de una migración climática que generará millones refugiados desplazados, por el aumento del nivel de los océanos y la desertificación.
Reconocer a los animales no humanos no sólo como parte de un ecosistema sino también como seres sintientes que deben ser protegidos y dejar de ser considerados como objetos, materia prima de todo tipo de industrias (sobre todo la cárnica, principal causa de la destrucción de la Amazonía), o daño colateral de políticas extractivistas y neoliberales.
Repensar los territorios rurales y urbanos y sus dinámicas, para lograr la soberanía alimentaria y energética, el desarrollo de economías que tomen en cuenta a la naturaleza y a las diferentes prácticas eco-culturales de cada espacio.
Es preciso organizarse, incidir y participar en la política nacional ecuatoriana. No se puede sólo denunciar la inacción del Estado y tampoco podemos conformarnos con el llamamiento a que actúen solo quienes tienen el poder de decidir. Quienes nos reconocemos como ecologistas tenemos que construir un proyecto de sociedad con propuestas políticas que hablen a la gran mayoría de personas. En este sentido, el ecosocialismo es una urgencia y una apuesta política no sólo para salvaguardar a la naturaleza y la biodiversidad; sino para garantizar, hoy y en el futuro, el sostenimiento digno de la vida de los seres humanos y no humanos.
Este llamamiento es solo el inicio en la conformación del Movimiento Ecologista Popular, un espacio amplio de acciones y debates alrededor de estos con el objetivo de incidir en una transición social, ecológica, cultural hacia otro tipo de sociedad. Llamamos a las personas interesadas a juntarse con nosotras y nosotros y a participar en el 1er Encuentro Nacional que organizaremos los días 14 y 15 de diciembre en Quito.
Correo electrónico de contacto: movep@pm.me
Movimiento Ecologista Popular