La sexualidad de la mujer, según el prisma ideológico con que se mire, emerge como una contracultura. La ruptura de esos cánones culturales que reprimen su expresión es una tentativa milenaria de la mujer que ha venido ejerciendo desde inicios de la especie humana. La representación ideológica de esas culturas expresadas en las concepciones y percepciones religiosas se ha constituido, históricamente, en una traba para la liberación femenina. Esta es la temática que aborda el filme Placer Femenino (Female Pleasure) de la cineasta Barbara Miller. El cuerpo de la mujer -sugiere el largometraje- aparece como un campo de batalla, un lucha librada en el terreno de la ideología por los derechos de la mujer. Este documental protagonizado por cinco mujeres rompe el silencio impuesto por sus comunidades patriarcales y religiosas y entrega una valiente perspectiva desde la mirada de la mujer a su propia condición de sojuzgamiento. Las mujeres en el filme, una escritora americana, una psicoterapeuta somalí, una artista japonesa, una ex monja abusada y una activista india narran su experiencia y su lucha.
Ellas son Deborah Feldman, escritora americana exiliada de la comunidad judía ortodoxa; Leyla Hussein, psicoterapeuta y activista social somalí víctima de la ablación; Rokudenashiko, artista japonesa condenada por obscenidad; Doris Wagner una ex monja que sufrió abusos por un miembro del clero; y Vithika Yadav, activista por los derechos sexuales y de género en la India. Su lucha les significó pagar un alto precio: las cinco mujeres han sido difamadas públicamente, han sido procesadas y excomulgadas de su comunidad, e incluso han recibido amenazas de muerte por parte de líderes religiosos y fanáticos.
La japonesa Rokudenashiko se enfrenta a dos años de cárcel por “obscenidad”, por crear moldes de su vagina como obras de arte, en un país donde campea la pornografía infantil. Vithika Yadav, víctima del acoso y el manoseo callejero, enfrenta además la intimidación de sus compatriotas indios, desde que lanzó la web de educación sexual Love Matters. La alemana Doris Wagner prometió amor eterno a Dios y al catolicismo y recibió a cambio los repetidos abusos de un cura. Y a la somalí Leyla Hussein, con siete años, fue sometida a la mutilación genital femenina.
El propio filme ha tenido que enfrentar la represión de una sociedad que mitifica la sexualidad femenina y reprime toda forma de concienciación de la mujer sobre el tema. “¿Cinco mujeres, hablando de religión y de su sexualidad? Demasiados tabúes”, le decían a Miller los potenciales financiadores. Finalmente, entre otros fondos, logró también una ayuda del Parlamento Europeo.
Placer Femenino rompe los esquemas culturales develando las concepciones religiosas de cinco culturas que prevalecen en comunidades patriarcales y se manifiestan contra lo establecido en sociedades católicas, budistas, islámicas, hindúes y judías, sin caer en una anti religiosidad. “Me preguntaba por qué la sexualidad de la mujer es un tabú y solo se habla del deber. El placer nunca está en el centro”, en esas culturas, aclara la cineasta Barbara Miller, apuntando con su foco hacia las sombras que envuelven la intimidad femenina. A la vez que denuncia la represión sexual que sufren las mujeres, Placer femenino subraya la necesidad de una lucha conjunta con los hombres. Nada de guerra de sexos.
No deja de ser un absurdo que las libertades fundamentales de las mujeres, especialmente en lo que respecta a sus cuerpos y su sexualidad, aún no se han conseguido en muchas regiones del mundo. Incluidas algunas, como Japón, que consideramos sociedades avanzadas. La posibilidad de aceptar más voces en la conversación pública ha mejorado nuestro entendimiento de la teoría feminista, y nos ha enfrentado con una realidad que aún no ha alcanzado una igualdad aceptable con respecto al sexo masculino.
Placer femenino pone en su exacta dimensión al feminismo occidental, donde los resultados del movimiento son más que palpables, aunque no perfectos. El camino hacia la igualdad, sugiere el documental, pasa por la educación, la concienciación y el debate. Pasa por el aprendizaje y la sonoridad, por no olvidar el pasado mientras miramos directamente a un futuro mejor para la mujer. Historias como las de Hussein, Yadav o Wagner se cuentan por millones en todo el planeta, y escucharlas es el primer paso para avanzar hacia un mundo un poco más justo, un poco más generoso, un poco más igualitario. Placer Femenino es una alerta, un llamado a la lucha por los derechos de género que convoca a las mujeres a criticar culturas, instituciones y relaciones en las que se entraban dichos derechos. Es también una crítica a la publicidad sexista que explota la imagen de la mujer y, finalmente, es una exhortación a ver con ojos críticos la religiosidad y sus preceptos consagratorios de la desigualdad de género.
El filme Placer Femenino abrió el Festival de Cine Feminista EQUIS, que se desarrolla en Quito y Guayaquil, entre el 26 de noviembre y el 1 de diciembre. Un certamen no competitivo, sino demostrativo, que se constituye en un solvente alegato por los derechos de género en el país, iniciativa de dos jóvenes activistas del feminismo, Estefi Arregui y Virginia Sotomayor: “El festival es necesario porque permite hablar de una realidad que vivimos las mujeres y visibilicemos la violencia a la que nos enfrentamos y reflexionemos cada persona, qué estamos haciendo para que cambie esta situación”, señaló la organizadora. Sotomayor dice que se hizo el festival porque “el cine tiene esa capacidad de generar empatía de que te pongas en los pies de los personajes que estás viendo en la pantalla y que entiendas un poco mejor lo que están viviendo y por qué exigen lo que exigen”. Mariana Andrade, directora de cine Ochoymedio, una de las salas donde se exhibió la muestra, destacó que el “festival llegó en el momento oportuno, es haber ocupado un espacio de discusión, diálogo y encuentro de un tema que nos importa muchísimo a las mujeres en este momento con nuevas propuestas, me parece que hay que apoyar esta iniciativa; me parece super bien que generaciones jóvenes tomen la posta para promover el cine. Ojalá larga vida a este Festival” .
Espacios donde discutir, concientizar y difundir una contracultura a los cánones culturales patriarcales imperantes se hacen cada día más necesarios en una sociedad como la ecuatoriana que dormita una larga noche cultural.