En medio de una tensa calma que impera en el país, el Gobierno nacional y el movimiento indígena expresaron advertencias en tono amenazante y, por demás, beligerante. Luego de que las mesas de diálogo donde participan indígenas y representantes del gobierno en busca de acuerdos sobre temas puntuales no avanzan en sus propósitos al ritmo que esperaría el país, los interlocutores se muestran los dientes en sendas declaraciones públicas.
Luis Lara Jaramillo, Jefe del Comando Conjunto de las FFAA, durante un acto castrense, hizo advertencia a los grupos que llamó violentos: “Que no se equivoquen los violentos, que no confundan los grupos criminales asociados con el narcotráfico y la subversión, que no olviden los corruptos, nuestras FF.AA que son parte sustancial de la parte más gloriosa de la Patria no van a permitir que se repita la asonada que atente en contra de la paz del Ecuador y la seguridad de sus ciudadanos”. El militar hacía referencia, según sus declaraciones, a los grupos que caotizaron la ciudad de Quito durante las protestas indígenas de octubre: “No podemos, no debemos pasar por alto esta demostración de grupos internos y transnacionales que quieren imponer un modelo que atenta contra los principios democráticos básicos”, dijo Lara Jaramillo. El presidente Lenin Moreno, por su parte, denunció de manera reiterativa la acción violenta “de delincuentes disfrazados de manifestantes” durante la protesta de octubre.
En otra instancia pública de una comisión multipartidista de la Asamblea Nacional, la dirigencia indígena esbozó amenazas en contra del Vicepresidente de la República, Otto Sonnenholzner. Al mismo tiempo que señalaron que el diálogo con el Gobierno “no ha dado mayores frutos”, los dirigentes del movimiento indígena organizado en la CONAIE acusaron al Gobierno de “intentar dividir a sus bases” y advirtieron al funcionario del Ejecutivo que aplicarían la justicia indígena: “en el Gobierno, en este momento, hay intención de dividir a las organizaciones de base. El Vicepresidente de la República, si sigue pretendiendo dividir a las comunidades del movimiento indígena, no venga a lloriquear cuando apliquemos justicia indígena”.
La ciudanía que ha expresado su voluntad de vivir en paz con justicia, esta vez espera que los elementos violentos a que alude el Gobierno sean claramente identificados -«grupos criminales” y «delincuentes disfrazados”- y puestos en manos de la ley. Caso contrario, declaraciones generalizantes solo contribuyen y justifican una represión indiscriminada al estilo de las dictaduras del cono sur en la década de los años setenta, Chile. Argentina, Brasil, que dejaron una secuela de muerte y sangre entre sus pueblos.
El país observa con preocupación que bajo determinadas doctrinas foráneas de seguridad nacional traídas al seno de una sociedad democrática y de derecho civil, las FF.AA pretendan posicionarse como garantes del proceso político. Menos aún que la comunidad internacional a la cual pertenece Ecuador, acepta como fundamento esencial que en democracia la política es la gestión de la ciudadanía organizada en la sociedad civil y en las instituciones del Estado. Las FF.AA son entidades no deliberantes, supeditadas al poder civil, cuya misión es cuidar fronteras externas y no erguirse como cancerberos de sus propios pueblos. Las FF.AA ecuatorianas, históricamente, han mostrado una clara vocación de convivencia armónica con su pueblo que no debe romperse al calor de las pasiones coyunturales actuales.
El juego de ciertas doctrinas que propugnan que las FF.AA son “soporte de la democracia”, es una falacia inadmisible en un régimen de derecho civil. Es decir, que si los militares no apoyan a un Presidente éste se cae, o si no les agrada lo botan -Bolivia ante el golpe de Estado a Evo Morales, Ecuador con Lucio Gutierrez- es un chantaje inadmisible que un Estado de derecho democrático en América Latina no puede permitir.
De igual modo, es inadmisible la amenaza verbal y práctica de grupos civiles, -políticos, étnicos o sociales- en contra de los organismos del Estado o de sus autoridades. En democracia existen instancias claramente establecidas de participación ciudadana, -cabildos, asambleas, elecciones, consultas populares, etc. que de buena o mala manera permiten la expresión de la voluntad popular, mandato superior.
Si bien es cierto que en un Estado plurinacional coexisten nacionalidades diversas, ninguna en particular puede a nombre de pretendidas hegemonías ejercer los principios unilaterales de «su» ley y sus preceptos, por sobre las demás nacionalidades. Se debe respetar, en el concepto y en la práctica, el libre ejercicio de costumbres, modos de vida, formas de gobernanzas de cada pueblo. Ecuador en ese camino todavía debe transitar un largo trecho en la armonización de la institucionalidad entre diversas nacionalidades amparadas en el Estado Plurinacional, según versa el texto constitucional.