La palabra crisis debe ser uno de los términos más usados en nuestro léxico cotidiano. Que yo recuerde desde que nací el país está viviendo algún tipo de crisis, política, económica, social, etc. Es como si la crisis fuera nuestra manera de ser nacional. Y la crisis siempre es algo en lo que no podemos incidir, nos ocurre, o les ocurre a otros y tenemos que ser observadores pasivos hasta que las consecuencias de la crisis nos afecta a nosotros. Peor aun, nunca una crisis podemos preverla con anticipación. Y para colmo, las crisis no son muy claramente identificables, es como si formaran parte de nuestro paisaje circundante.
¿Pero qué sucede cuando la crisis es de carácter familiar, personal?
Por lo general hablamos de crisis familiar cuando estamos pasando por un periodo de déficit económico, que el sueldo mensual, o los ingresos, no nos alcanzan para vivir un mes. O cuando, sencillamente, tenemos más egresos, o gastos, que ingresos. Es lo que sucede al país en estos momentos: gasta más de lo que produce. Y los iluminados economistas se turnan para dar recetas de todo tipo.
Vamos a suponer que la crisis es personal o familiar. Lo primero que es necesario hacer consiste en identificar las causas. Una crisis puede darse por muchos factores, entre otros, pérdida del trabajo, catástrofe doméstica, divorcio, emergencia médica, etc. Las consecuencias inmediatas son frecuentemente similares: ansiedad, confusión, perdida del control de la situación, desconfianza y grave estrés emocional. En esos casos lo menos recomendable es creer que la crisis es eterna y que nos sucede solo a nosotros. La mejor respuesta es tener un elemental sentido de realismo y aceptar que estamos viviendo una crisis e intentar identificar las soluciones. Afrontar una crisis es, sin duda, un desafío, pero siempre hay una solución concreta.
Para identificar la crisis hay que saber precisar las señales de la crisis: una crisis económica se da cuando se vuelve difícil satisfacer las necesidades básicas del hogar: alimentación, salud, vivienda, vestuario, etc. Y para mantener el estándar de vida es necesario acudir a préstamos o endeudamiento formal o informal. Por ejemplo, un indicador claro de una economía en crisis es que una familia no puede destinar mas del 40% de sus ingresos a pagar deudas. Tampoco se debe hacer de las deudas un hábito indefinido, es decir, vivir de la tarjeta de crédito, préstamos a bancos, chulqueros, tiendas etc., para financiar gastos obligatorios.
Por lo general el camino más fácil para entrar en crisis económica es no controlar los hábitos de consumo o situar los gustos y hábitos por sobre las posibilidades de financiamiento. No se puede entrar en un espiral de gastos en base a caprichos, gustos o costumbres que están fuera de nuestro estándar de vida normal. Sumado a ese descontrol, la otra causa de una crisis es no fijar un presupuesto familiar para gastos corrientes y peor, no tener una elemental cultura de ahorro.
Las buenas costumbres financieras ayudan a prevenir y no entrar en crisis. Por ejemplo, establecer las necesidades básicas y suntuarias familiares y luego definir un presupuesto mensual para cubrir dichos gastos. Otra costumbre sana es que cuando se tengan un ingreso más o menos fijo, tratar de complementarlo con otros ingresos ocasionales alternativos.
Un hábito de control es llevar una lista de necesidades o gastos básicos y otra lista de ingresos. Estos deben mantener un equilibrio elemental. Si se tiene un listado de deudas se puede saber cuánto dinero necesitamos para cubrirlas a tiempo. Siempre es indispensable enfocar los gastos en prioridades como alimentación, salud, educación o seguridad.
Una estrategia recomendable es mantener un fondo de ahorro para emergencias o deudas negociables. Ese fondo se alimentará de ingresos extras, ventas ocasionales, sobresueldos, ahorros, etc. Para negociar una deuda de muy largo plazo es recomendable presentar una propuesta concreta de pago al acreedor. Y acudir a una institución financiera para refrescar la deuda, es decir, concentrar lo adeudado en un solo monto manejable, y comprometerse a no incurrir en nuevas deudas hasta no saldar la existente.
Es recomendable hacer un inventario de haberes o activos, es decir, identificar qué se tiene en enseres, electrodomésticos, artículos susceptibles de ser vendidos en caso de crisis económica grave. También es anímicamente estimulante pensar en emprender nuevas actividades lucrativas en un momento dado. Y algo que es muy importante: hay que saber anticiparse a la crisis, es decir, planificar para los gastos del siguiente mes no solo del mes en curso, y peor del mes pasado porque una deuda vencida es ya un evidente síntoma de crisis.
Finalmente, ante una crisis es necesario mantener la calma, escuchar a personas que puedan dar ideas o soluciones y, sobre todo, no creer que la crisis es nuestra forma de vivir.