La protesta nacional que vivió Ecuador en días pasados evidenció que la forma de hacer política en el país llegó a un extremo inaguantable, motivada por recomendaciones de organismos externos multilaterales, bancos internacionales, en base a recetarios aplicados en otros países de la región que han demostrado evidente fracaso. Recetas inmediatistas que no han sacado a esos países de la crisis, como son los casos de Argentina y Chile, entre otros. Mucho se habla de que el modelo político económico está agotado y que hay que intentar alternativas distintas al neoliberalismo que impone el FMI con el fin de empobrecernos más y luego prestarnos plata, que ese es su negocio. No es casual que luego de que envía su recetario al gobierno de Lenin Moreno, el mismo FMI dice que la economía ecuatoriana decrecerá o crecerá una insignificancia en los siguiente meses. Es decir, no confía ni en su propio recetario.
La crisis económica del país es de tal magnitud, que desestabiliza el proceso político porque pone a los gobiernos al borde de su derrumbe bajo la protesta popular, y como la salida es y debe ser política no por la fuerza del derrocamiento ni por la fuerza de la represión masiva, entonces hay que diseñar alternativas para dar desfogue a la situación por la vía electoral.
Y es allí donde hay todavía un callejón sin salida. Para enfrentar las elecciones presidenciales del 2021 el país requiere de proyectos políticos que no se ven con nitidez a pocos meses de los comicios. No se visibilizan aun liderazgos claros y con capacidad de movilizar a la ciudadanía en tal o cual dirección. Lo que se escucha en boca de los analistas de siempre y de los políticos calculadores, son medidas parciales parches, remendones que no alcanzan a dar soluciones a la crisis en su globalidad.
Lo que sí está claro como primera aproximación: los problemas económicos del Ecuador requieren de una solución política, no tecnocrática que redunde en lo mismo de siempre. Y el escenario en donde se deben ventilar las soluciones es precisamente el proceso electoral del 2021. Primero, porque es el entorno cívico natural en una democracia; segundo, porque da oportunidad al pueblo a elegir entre las propuestas de los aspirantes a la primera magistratura del país; tercero, porque lo establecido en las urnas es ley de un mandato popular inapelable. Para que esto suceda tal y cual lo aspira el país, las propuestas electorales deben sintonizar absolutamente con las demandas ciudadanas, no con las aspiraciones mezquinas de políticos que solo hacen cuentas pensando en sus carreras profesionales para mantenerse en el poder.
Para que eso suceda también es necesario que los grupos económicos empresariales afiliados a las Cámaras, sectores inversionistas, etc. no solo piensen en sus utilidades, en sus márgenes de ganancia sino que también acepten redistribuir de manera más equitativa la riqueza que se produce. Uno de los problemas de fondo de Ecuador es que la riqueza que se produce está mal redistribuida, injustamente apropiada por las minorías que detentan el poder económico y político. Y todavía sobre esa realidad el gobierno condona deudas tributarias por sobre los 4 mil millones de dólares al sector empresarial que es el que percibe mayores recursos del país.
El de Ecuador en un Estado en la práctica inequitativo, excluyente y antidemocrático por más que la Constitución tenga escrito, teóricamente, lo contrario. A manera de ejemplo, según el Observatorio de Política Fiscal el gasto estatal se va en un 70% en sueldos de las siguientes instituciones, en millones de dólares: Policía 1.183, FFAA 1.193, Educación 2.485, MIES 113, Salud 1.585. A todas luces hay que disminuir la masa salarial del sector público.
En la perspectiva de generar proyectos políticos, planes y programas de gobernanza es necesario adoptar una nueva visión ideológica que privilegie lo social y luego aplicar, consecuentemente, medidas económicas coherentes con la visión política de esa ideología.
Proyectos políticos nuevos, liderazgos ciudadanos claros, soluciones alternativas pensando en las mayorías es lo que reclama el país. Caso contrario, las próximas elecciones del 2021 serán el primer día de lo mismo.