Luego del resultado parcial de los escrutinios realizados el domingo pasado en Bolivia, crecen las sospechas de un fraude electoral a favor del candidato oficialista Evo Morales. Ante el marcado pesimismo de la oposición que acusa al régimen de falsear los resultados de los comicios, el Gobierno solicitó a la OEA que audite el conteo de votos, solicitud que fue aceptada por el organismo internacional.
Aunque las elecciones se realizaron con presencia de observadores internacionales y tecnología de punta para verificar resultados de conteo y escrutinios, prolifera la versión de que las autoridades electorales no tienen imparcialidad al cabo de tres periodos del MAS, Movimiento al socialismo, organización política oficialista que está en el gobierno. Y no fueron solo voces opositoras las que lanzaban alertas, la propia Unión Europea ya había advertido en septiembre que este tribunal electoral boliviano gozaba de muy baja credibilidad.
En las primeras horas del escrutinio de votos la tendencia era a favor de Evo Morales con una ventaja sobre Mesa de menos de 10 puntos con un margen de 7 puntos de diferencia, lo que daba lugar a una segunda vuelta. Las leyes bolivianas establecen que el ganador en primera vuelta debe superar el 50% del total de votos y si no logra ese margen, al menos deberá tener el 40% con una ventaja superior a 10 puntos sobre su inmediato seguidor.
El gobierno boliviano esperaba escrutinios de zonas rurales que presuntamente les otorgaría una ventaja y el conteo de votos del bolivianos en el exterior que siempre le ha dado el triunfo a Morales. Esos escrutinios habían inclinado aun más la balanza a favor del mandatario boliviano que busca la reelección.
La situación dio un vuelco cuando por la noche del domingo se suspendió abruptamente el conteo de votos. Veinte horas después se reanudó y para ese momento las cifras mostraban un panorama diferente, y en contra de las tendencias mostradas las primeras horas del escrutinio. Ahora, al reanudarse el conteo Evo Morales ganaba con mas del 10,1 puntos a su contrincante Mesa, lo que le garantizaba la victoria en primera vuelta. En ese momento la oposición comenzó a denunciar un fraude electoral que se prendió en la version internacional que circula en estos momentos. Acto seguido, se desató una ola de violencia en las calles de las principales ciudades con manifestantes opositores al régimen enfrentados a la policía.
El guión parece conocido. Las fuerzas políticas conservadoras han venido cuestionando los procesos electorales y desconociendo los resultados de toda elección en aquellos países donde existe un gobierno “progresista”. El caso de Bolivia evoca lo sucedido en Ecuador, como otro ejemplo regional.
Existe en marcha una estrategia continental de desacreditar procesos electorales reñidos y, por tanto, a los gobiernos elegidos bajo esas condiciones. Bolivia es un caso que puede rodar como bola de nieve creciendo la duda y el desprestigio del proceso frente a un sistema cuyas autoridades electorales acumulan cuestionamientos.