Por Hernán Reyes
Cuando la racionalidad política pierde espacio frente al dogmatismo fundamentalista de la violencia de los cuerpos armados, la dirección que toma la respuesta de un gobierno débil e impopular frente a un conflicto social de magnitud -desatado por su propia incapacidad para evaluar el alcance y los efectos del “paquetazo económico”- avizora la caída en el abismo del horror. Ecuador está viviendo horas de horror.
En una de las tantas y anodinas cadenas nacionales y “entrevistas pactadas” que el gobierno desplegó en los medios de comunicación del país, la presencia conjunta de la Ministra de Gobierno y del Ministro de Defensa ya anticipaba ese desplazamiento desde la posibilidad de negociar razonablemente un desacuerdo político hacia la aplicación pura y dura de la fuerza bruta para reprimir a la sociedad que protesta. En esa entrevista ya casi no se escucharon las palabras de la Ministra Romo frente a la verborrea agresiva de Ministro Jarrín quien invirtió esquizofrénicamente la realidad: los militares bajo su mando ya no estarían para resguardar lapaz social y el orden público –cosa para la que no están preparados como el propio General Moncayo lo reconoció públicamente hoy día- sino que dijo que estaban en las calles para defender su “honor” , y por tanto responder a lo que llamó a la ligera “provocaciones” de “extremistas” y “vándalos”. Nuevos calificativos que declaran prácticamente la guerra para todos quienes salieron a las calles a protestar estos días aciagos, y que se sumaban al apelativo de “zánganos” que muy suelto de huesos el presidente Morena ya les había endilgado anteriormente. Ese momento, Jarrín demostró tener la batuta discursiva de la respuesta del gobierno a la protesta social y dio el paso decisivo: opuso a la milicia y a la sociedad civil como enemigos antagónicos. Tenía su razón de ser la cadena nacional donde apareció el presidente Moreno y su vicepresidente rodeados de los jefes militares y en cuya escenografía fue ruidosamente notoria la ausencia de la Ministra de Gobierno.
La inédita violencia desatada en las calles es real. En redes sociales han circulado cientos de videos y de fotos transparentando la brutalidad de la violencia armada contra personas indefensas en muchas ciudades del país, que ya ha dejado un número indeterminado de personas muertas –se habla de 20 al menos, incluyendo un niño recién nacido- aparte de los cientos y cientos de heridos. Como en las peores escenas de Mad Max, jaurías de motociclistas policiales y de tanquetas de las “fuerzas del orden” han arremetido con salvajismo contra personas de todas las edades. Estas hordas represivas han lanzado, muchas veces directo al cuerpo, miles de bombas lacrimógenas, han usado perdigones y balas de goma. Muchas de esas bombas han sido lanzadas a los centros de acopio y de atención médica que varias universidades abrieron para atender a los damnificados. Han usado ambulancias falsas para transportar equipos y material para la represión, lo que a la larga ha desembocado en que temporalmente la Cruz Roja se abstenga de apoyar las tareas médicas por falta de garantías para su trabajo. Han atacado a los brigadistas médicos y voluntarios que ayudaban a las víctimas. La vida de decenas de recién nacidos corrió serio peligro cuando las bombas policiales cayeron en la Maternidad Isidro Ayora. Existen impresionantes evidencias gráficas de cómo se atacó a personas que se habían refugiado en los techos del barrio de San Juan en Quito, como si se estuviera en una guerra civil, con tomas de puertas cerradas de donde emanan chorros de sangre de quienes se refugiaron para salvar su vida. Espeluznantes señales de la barbarie que los grandes medios -aliados y cómplices del gobierno, jamás mostrarán. Los jefes policiales no han dicho una palabra sobre esto. Las tímidas “disculpas públicas” dadas a destiempo por otros responsables directos de los excesos, más parecen una burla que otra cosa. En definitiva, la disposición de mantener “orden público” ha devenido en la inmisericorde violación del propio y más valioso derecho de los seres humanos, el derecho a la vida. Un país donde ya no se respeta la vida, no tiene ningún futuro.
IMAGENES DE MANIFESTANTES GOLPEADOS POR LAS FUERZAS DEL ORDEN DURANTE LA MARCHA DEL 9 OCTUBRE EN QUITO.
IMÁGENES DE UN ATAQUE POLICIAL A UN DOMICILIO PRIVADO EN EL BARRIO SAN JUAN, EN QUITO.
Evidencias de la represión en YouTube
https://www.youtube.com/watch?v=fhrM832yjIM