La crisis política y social que vive Ecuador ante la decisión del gobierno ecuatoriano de suspender el subsidio a los combustibles, no tiene signos de solucionarse. La medida resulta incendiaria puesto que desata la elevación en las tarifas de transportes públicos de personas y productos que, a su vez, desencadena una ola de alzas en los productos de primera necesidad. El gobierno se mantiene invariable en su postura de eliminar los subsidios, sugerencia que está incluida en los acuerdos sostenidos con el FMI. Dijo el Presidente que no va a dar marcha atrás “porque lo correcto no tiene matices (…) La eliminación del subsidio a los combustibles es una decisión histórica». Por su parte, amplios sectores sociales, étnicos y políticos mantienen su inclaudicable repudio a la medida oficial.
En las últimas horas el país ha visto que la política ecuatoriana se convierte en un estado de propaganda con la emisión oficial de una serie de mensajes subliminales para que sean leídos y aceptados, inconscientemente, por la población. Los signos políticos así lo indican, las escenas de la respuesta del gobierno a la crisis, lo confirman. El régimen introdujo un nuevo elemento comunicacional en una cadena de televisión en la que aparece el Presidente Lenin Moreno junto a miembros de las tres ramas de FF.AA. y al ministro de Defensa. En su discurso el primer Mandatario culpó a sectores políticos vinculados al ex presidente Rafael Correa y al gobierno de Venezuela de lo que llamó desestabilización golpista.
“Lo que ha sucedido en estos días en Ecuador no es una manifestación social de protesta social o descontento frente a una decisión de Gobierno, dijo Moreno. Aquí hay una intención política organizada para desestabilizar al gobierno y romper el orden constituido y democrático. Son individuos externos pagados y organizados. No es coincidencia de que Correa, Patiño, Virgilio Hernandez y Pavón hayan viajado a Venezuela. El sátrapa de Maduro ha activado junto con Correa su plan de desestabilización”.
Las palabras del Presidente Moreno no dejan de sorprender. La febril interpretación presidencial no resiste análisis. Es un gesto de irresponsabilidad oficial afirmar aquello sin demostración fehaciente de que sea cierto. Y de ser cierto, ¿por qué Ecuador no reclama ante los organismos internacionales la injerencia de un gobierno exterior en sus asuntos internos? El mandatario señaló que se están utilizando a los sectores indígenas. Sin embargo, éstos por su parte han respondido que no tienen nada que ver con Rafael Correa ni con Lenin Moreno”
Este nuevo argumento oficial pone una nota surreal al panorama político ecuatoriano ¿Qué está en juego para el gobierno, su permanencia en el poder, la obediencia al FMI para obtener a préstamos para financiar al régimen, o el futuro del país?
Es hora de que el gobierno ensaye respuestas políticas y económicas convincentes y no solo militares. ¿Acaso el régimen busca una salida castrense? El ministro de Defensa, Oswaldo Jarrin, dijo en entrevista televisiva que “en cualquier momento se puede dar un conflicto de mayor envergadura”. ¿Ayudan a mantener la paz en el territorio ecuatoriano estas declaraciones?
En la práctica las imágenes en la televisión enseñan a movimientos étnicos con capacidad de movilización y logística propia y en abierto desafío al poder establecido, como lo han demostrado históricamente en los casos de los derrocamientos de los ex presidentes Lucio Gutiérrez , Abdala Bucaram y Yamil Mahuad, ¿será este un nuevo caso y la historia se repite?
¿Estarán la FF.AA. ecuatorianas dispuestas a apoyar al régimen de Lenin Moreno hasta mancharse las manos de sangre de su propio pueblo para defender un gobierno que no exhibe liderazgo, o capital político que ofrecer, ni argumentos económicos convincentes ante el país?
El gobierno ecuatoriano envía señales confusas. El presidente Moreno abandona el Palacio de Gobierno en Quito -el cual es desalojado de funcionarios y periodistas- y se va a Guayaquil a una base militar. ¿Esto demuestra que la única salida a la crisis es militar?
El régimen aun no envía el paquete de medidas económicas a la Asamblea Nacional para su aprobación, lo que demuestra de que nadie está dispuesto a asumir las consecuencias de unas medidas que aunque “correctas” -según el gobierno-, son extremadamente impopulares. El presidente Moreno afirma estar “abierto al diálogo” con los sectores opositores a las decisiones de su gobierno, pero en cambio nadie se ha sentado a dialogar en una evidente falta de credibilidad en la palabra presidencial.
Los municipios se han pronunciado contrarios respecto de su competencia para autorizar el alza de pasajes urbanos producto del alza de los combustibles, y dicen que debe ser el gobierno central quien asuma la responsabilidad de autorizar la impopular alza de la transportación. En Quito se dijo que dicha elevación de pasajes “no es decisión del Consejo Metropolitano porque es una decisión del Gobierno central”. En Guayaquil, la alcaldesa manifestó que “no asumiremos las consecuencias de una decisión que no tomamos”, dijo Cynthia Viteri.
En tanto, los transportistas especulan con el índice de alza aumentando, sin autorización, hasta en un 40% el valor de los pasajes, y los mercados del país son escenario de las más diversas especulaciones con los precios de los víveres.
Frente a esta situación los medios informativos juegan un rol suigéneris: no orientan a la población y con sentido sensacionalista muestran imágenes de saqueos, de niños entregando alimentos a los militares, ¿cuál es el mensaje, movilizar mediante la emocionalidad y no del raciocinio y la cordura cívica?
Es hora de que el gobierno de Lenin Moreno haga posible un giro a la situación mostrando mayor liderazgo político y asegurando en la práctica el diálogo con la ciudadanía y sus representes políticos. Es hora de hacer prevalecer la política del entendimiento por sobre la violencia. El ministro de Defensa Oswaldo Jarrin dijo que ante atentados perpetrados a las antenas de televisión e instalaciones petroleras, esto “será repelido con el máximo de la fuerza, no habrá diálogo si se atenta contra las instalaciones sensibles”. Y concluyó en que “son actos vandálicos planificados criminalmente, atacar a los puntos claves del país. Es rebelión con actos de planificación terroristas; no estamos hablando de armas no letales, se usará toda la fuerza de las FFAA y serán repelidos, las FFAA orgullosamente tienen experiencia de guerra”.
Es sin duda preocupante y desalentador que un gobierno no muestre signos de comprensón acerca de lo que sucede en su país y haga lecturas equívocas de los hechos que, lejos de contribuir a la solución de la crisis, exacerban aún más los ánimos de la población. La comedia de las equivocaciones que vive Ecuador, corre el riesgo de transformarse en tragedia.