El magnate norteamericano, Donald Trump, presidente de los Estados Unidos se salió de casillas y arremetió contra “demócratas, periodistas y denunciantes”, ante la petición de más testigos y documentos en las indagatorias para dar paso a un juicio político que tiene como propósito su destitución, gestión parlamentaria que el mandatario ha calificado de “golpe de Estado”
Trump calificó el caso de “farsa”, enfurecido antes las cámaras de los medios informativos que cubrían la información de la visita del presidente finlandés a la Casa Blanca. Trump dijo que la investigación para su impeachment es “un crimen fraudulento sobre el pueblo estadounidense”. En sus cuentas de redes sociales el mandatario norteamericano acusó a la prensa de no sólo fabricar noticias sino ahora de ser “corruptos”, y afirmó que son el “enemigo del pueblo”. A renglón seguido escribió en Twitter que los demócratas deberían dejar de “desperdiciar el tiempo y energía de todos sobre bullshit”.
La noche del martes, un envanecido Trump, tuiteó: “estoy llegando a la conclusión de que lo que está ocurriendo no es un impeachment, es un golpe de Estado, con la intención de quitarle el poder al pueblo, su voto, sus libertades…. su religión, sus militares, su muro fronterizo, y sus derechos otorgados por Dios como ciudadanos de Estados Unidos de América”.
Entre arrebatos de ánimo y ataques a sus detractores, Trump amenazó con demandas legales a sus acusadores. El motivo de la ira presidencial radica en que una investigación puso en evidencia su llamada telefónica, en julio, en la que presionó al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky a investigar a Biden y su hijo por supuestas actividades corruptas, invitando con ello a un poder extranjero a incidir a favor de Trump en la contienda electoral presidencial de 2020. El enfrentamiento entre la cámara baja controlada por los demócratas y el presidente republicano se intensificó con el anuncio de que los legisladores emitirán órdenes directas -ya no solicitudes- a la Casa Blanca para que entregue documentos sobre la famosa llamada que está en el centro del proceso de impeachment iniciado la semana pasada. Si el presidente se niega a colaborar con la indagación parlamentaria, el acto será considerado “obstrucción de justicia”.
Los miembros de la cámara han dicho que no dejaran pasar el tiempo indefinidamente: “Aquí no estamos jugando… no queremos que esto se extienda por meses y meses, lo cual parecer ser la estrategia de la administración”, declaró Adam Schiff, presidente del Comité de Inteligencia de la cámara baja que está encabezando parte de la investigación.
Trump ha sido acusado de incitar a la violencia por las amenazas que profirió contra el denunciante anónimo cuya queja fue el motivo para iniciar el proceso de impeachment. La presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi, dijo que las amenazas son peligrosas y tienen el propósito de “intimidar testigos… es una incitación a la violencia”.
El caso Trump está al rojo vivió. Los comités de la cámara baja que participan en la investigación están por escuchar testimonios del personal diplomático del Departamento de Estado, a pesar de los intentos oficiales para obstaculizarlo.
La democracia norteamericana, cada cierto tiempo, da visos de ser un sistema que se auto depura, con casos como Watergate que le costó la presidencia al republicano Richard Nixon. La historia acaso esta vez se repita.