Transitar la ciudad de Quito, de norte a sur, es una pesadilla para los habitantes de la capital ecuatoriana. Una forma de hacerlo es en el sistema de troles y buses municipales que cruzan la ciudad diariamente. Pero estos vehículos de transporte público se han convertido en mercados ambulantes de mil chucherías y miserias humanas, con millares de vendedores informales que venden su mercadería, desde comida hasta accesorios para celulares, y otros exhiben solo su miseria para provocar la conmiseración del pasajero. Viajar en trole o buses alimentadores del sistema es una experiencia tortuosa y deprimente, más aun si el viaje va desde el norte hacia el sur de la ciudad en un tramo de 22 kilómetros que se lo realiza en una hora aproximadamente.
En ese escenario Quito es la capital de la mendicidad, del trabajo mendicante y la inseguridad. La informalidad laboral invade las calles y avenidas de la ciudad.
En el sistema de troles impera un ambiente caldeado y en las unidades saturadas de pasajeros es común ver hasta 6 u 8 vendedores y mendigos, al mismo tiempo, gritando sus mercaderías y miserias. El ambiente sofocante del bus contribuye a la experiencia deprimente de ver cómo el ser humano es capaz de hacer cualquier cosa por un trozo de pan. Mujeres embarazadas cargando niños amarrados con chales a su espalda dedicadas a la venta ambulante, minusválidos, amputados, ciegos, recién operados, indigentes, niños y muchachas fáciles de convertirse en presas propicias de la perversión callejera o la delincuencia desenfrenada, se mezclan con expendedores de comida, accesorios, aguas, útiles escolares, juguetes de menor valor o publicaciones de diversa índole. Estos se confunden con predicadores, raperos evangélicos, venezolanos recién llegados al país o cantantes callejeros que musitan sus miserias al transeúnte. El sistema de troles trasporta 250 mil pasajeros diarios en 113 articulados que transitan entre las estaciones terminales del Labrador y Quitumbe. Existen 30 mil policías metropolitanos a cargo de la seguridad de los buses. No obstante, los incidentes violentos son frecuentes. Peleas entre vendedores, o riñas a cuchillo en mano enfrenta a venezolanos en Av. Suecia y El Salvador. En el sector de El Recreo, al sur de la ciudad, 15 vendedores participaron en un trifulca callejera de grandes proporciones en el mes de junio.
La Ordenanza municipal 280 señala que el espacio público ocupado por los vendedores debe ser autorizado por el Municipio. La Ordenanza 332 sanciona con multa del 0.5% del salario básico a quienes vendan sin autorización. Quito registra 30 mil comerciantes informales y, al menos, 3 mil son venezolanos. La ganancia promedio diario de un vendedor ambulante es de 20 dólares. Según la Ley de Tránsito conductor que permita venta o mendicidad en el bus será sancionado con $14.95 dólares, pero los buses son mercados con ruedas, diariamente.
El pasajero los ve con lastimera mirada o indiferencia, algunos compran sus caramelos, aguas o confites, otros no les prestan atención, pero nadie los rechaza con agresividad, demostrado un instinto de conmiseración singular. Todos forman parte de un drama urbano que se acrecienta día a día, en un país que vive la peor crisis económica y social de su historia con la más elevada tasa de desempleo, empleo informal o inadecuado. Un panorama social deprimido, fruto de la aplicación a rajatabla de las recomendaciones del FMI en materia económica y laboral.
Las cifras hablan por sí solas. La Tasa de Empleo Bruto, que mide la capacidad de absorción del empleo en la economía, registró variaciones anuales estadísticamente significativas a nivel nacional y urbano. A marzo de 2019 a nivel nacional, la tasa de participación global se ubicó en 66,5%; la tasa de desempleo fue de 4,6%; la tasa de empleo adecuado fue de 37,9%; el subempleo se ubicó en 18,7%; la tasa de otro empleo no pleno fue de 27,2% y el empleo no remunerado en 11,0%.
Por ciudades auto representadas, en Quito el empleo adecuado presenta una reducción anual significativa de 4 p.p., En junio de 2018 a nivel nacional, el 28,7% del empleo estuvo afiliado/cubierto por el seguro. A nivel nacional, a marzo de 2019, la tasa de subempleo fue de 18,7%, en el área urbana 18,5% y en el área rural 19,1%. Entre marzo de 2018 y el mismo mes de 2019, esta tasa no presentó variaciones estadísticamente significativas, a nivel nacional ni por área de residencia. En marzo de 2019 a nivel nacional, el 29,2% del empleo estuvo afiliado o cubierto por el seguro general del IESS, el 12,2% por seguros distintos al IESS general (seguro voluntario, seguro campesino, ISSFA, ISSPOL y otros tipos), y el 58,6% no tenía afiliación o cobertura a la seguridad social. El Empleo no pleno subió 1.5 punto en un año. Más de 125 mil personas pasaron a formar parte de este segmento. La Tasa de empleo adecuado cayó del 41.1% al 37.9%, eso significa que 267.767 personas perdieron su empleo adecuado, es decir que no reciben un salario igual o superior al salario mínimo.
El Instituto Nacional de Estadistica y Censos, INEC, dice que el desempleo subió de 7.1% a 9.7%. Solo en Quito 3.000 funcionarios fueron desvinculados en marzo del 2919. Hasta ahora son 11 mil los separados de sus puestos a nivel nacional. Se registran 261.767 personas que perdieron su empleo en el último año. El gobierno prometió crear 250 mil empleos anuales y no ha hecho realidad la promesa de campaña en un vergonzoso fraude contra la confianza ciudadana.
Ante esta realidad, la convivencia en Quito se ha vuelto un drama social. Es preciso que el gobierno responda por lo ofrecido y genere políticas públicas para la creación de empleo formal. Por su parte la empresa privada debe hacer todo el esfuerzo para generar puestos de trabajo adecuado. Hasta que aquello ocurra, decir que Quito es “una ciudad para vivir”, no deja de ser un ampuloso eufemismo.