Una de las actuaciones más notables cumplió ayer el team ecuatoriano en los Juegos Panamericanos de Lima, cuando el atleta esmeraldeño Alex Quiñonez se coronó campeón continental al obtener la medalla de oro en la prueba de los 200 metros planos. Nuestro país obtiene la octava presea dorada y supera la actuación de Toronto 2015.
El espectacular arranque del esmeraldeño le permitió afianzar su posición en la pista hasta ganar la prueba en primer lugar, con un tiempo de 20,27 segundos. Quiñónez relató que esos primeros 50 metros fueron eternos: “los primeros 50 metros de la carrera fueron algo muy malo de mí porque estaba muy presionado y nervioso, pero los últimos 50 metros fueron los mejores para mí y gracias a Dios se dio lo que se tenía que dar”.
Nuestro atleta de elite, en 200 metros planos, se suma a los otros 7 deportistas ecuatorianos que en brillante actuación consiguieron la presea de oro en sus especialidades, pero por diversas circunstancias la actuación de Quiñonez se coronó de gloria por la actitud y garra deportiva mostrada por el esmeraldeño. “Estábamos preparados para esto y este logro se lo dedico a todas las personas que están conmigo, cada vez prometo dar lo mejor de mí cada día”, dijo al concluir la prueba con un irrefrenable llanto de campeón.
Dedicó el triunfo a su hija recién nacida y celebró eufórico un logro deportivo al que enfrentó con estirpe de campeón confiado en sus fuerzas físicas y en su temple espiritual de ganador: “Hasta voy a llorar, es mi primer logro, esta medalla vino con sabor a mi hija que recién nació y estoy feliz por eso”, concluyo Quiñonez. Detrás de nuestro deportista en el podio se ubicaron el representante de Trinidad y Tobago, Jereem Richards, en 20.38 segundos y el podio lo completó el dominicano Yancarlos Martínez con una marca de 20.44 segundos.
Una vez más el deporte nos estrega una lección moral de enorme magnitud instándonos a hacerla extensiva a todas las actividades que desarrollamos los ecuatorianos. Solo si la política fuera tan noble, otro país cantara.
¡Gracias Campeón, por tu ejemplo de lucha y nobleza de espíritu!
Fotografía El Telégrafo