En tiempos en que la movilidad humana se ha convertido en tragedia con más de 400 niños que han muerto ahogados en las costas mediterráneas tratando de huir de la guerra, medio millón de venezolanos y miles de colombianos recibidos generosamente en Ecuador, cuando en la frontera mexicano norteamericana se pretende construir un muro para impedir el paso de migrantes latinos hacia territorio estadounidense y niños mexicanos son enjaulados y separados de sus padres, evocamos una fecha historica de la migración europea hacia América: el 4 de agosto de 1930 zarpó desde Pauillac, Francia, el barco Winnipeg, con 2.400 españoles refugiados hacia Chile, gracias a la misión diplomática de Pablo Neruda, cónsul en Barcelona, que posibilitó el viaje.
Con España en el corazón, el poeta chileno acogió a los ciudadanos españoles perseguidos por el régimen fascista de Francisco Franco. Se cumplen 80 años de la gesta solidaria del Nobel de literatura chileno que en 1939 rentó el barco carguero y lo acondicionó para llevar a más de dos mil refugiados, que sobrevivían en campos de concentración, víctimas de la guerra civil española, hasta Valparaíso, Chile. Dice la crónica que “en 1939, más de 500 mil españoles republicanos escaparon del hambre, la cárcel y los fusilamientos y terminaron en campos de concentración franceses en precarias condiciones y con la amenaza de una nueva guerra mundial. El estallido de la guerra civil española, en 1936, tiñó de sangre el país y representó un duro golpe para el chileno, quien perdió a grandes amigos, como el poeta Federico García Lorca, fusilado por el mando franquista”.
El poemario nerudiano, España en el corazón, escrito en 1937, refleja la tragedia y la solidaridad de Neruda, impactado con los sufrimientos del ser humano. El vate pasa de las letras a las acciones posibilitando el refugio de los migrantes españoles en Chile. El gobierno chileno del Frente Popular, encabezado por el presidente Pedro Aguirre Cerda, acogió a los españoles en un acto de solidaridad internacional singular en su época. El poeta reunió aportes solidarios en Argentina y Uruguay, con los cuáqueros y el Partido Comunista francés, que le proporciona el carguero Winnipeg. Esta fue una misión de amor, humanitaria y de solidaridad, que debe servir de ejemplo en estos días en que hay una crisis migratoria en todo el mundo.
En ese entonces en Chile la derecha política se opuso a la inmigración. Decían los diarios que “iban a venir rojos, criminales, que sería un costo para el erario nacional”. Similares argumentos se esgrimen hoy desde círculos políticos chauvinistas insolidarios, que rechazan al migrante por ser muchas veces un apátrida que representa un potencial peligro para los connacionales. La historia demuestra que hay casos y casos, y no se debe rechazar indiscriminadamente a nadie por su origen y por su condición de refugiado político.
Por ello es imprescindible establecer una migración organizada y selectiva que garantice que se está ayudando a quien lo necesita y que no representa ningún riesgo para la tranquilidad del país receptor. Un ejemplo es la gestión de Pablo Neruda que en 1939 venciendo las dificultades reunió recursos, gestionó las visas, consiguió certificados médicos y logró la embarcación para ayudar a los migrantes españoles que en su mayoría eran trabajadores y profesionales que aportaron al crecimiento del país que los acogió, Chile.
Cuando el buque Winnipeg tocó puerto, el 3 de septiembre de 1939 en Valparaíso, el mismo Neruda fue quien recibió a los refugiados españoles acompañado del entonces ministro de Salud, Salvador Allende. Durante la navegación nacieron tres niños, uno de los cuales murió y dos sobrevivieron, como símbolo de la nueva vida en libertad.
En el octogésimo aniversario del Winnipeg, 24 instituciones en Chile y España se unen para conmemorar esta gesta solidaria del poeta chileno universal. Pablo Neruda inscribe su nombre entre los ciudadanos latinos solidarios con los refugiados europeos. La fecha del 4 de agosto resulta un aliciente para los ecuatorianos, agobiados por la crisis nacional, la tragedia de millones de migrantes latinoamericanos y por la falta de expectativas futuras en un país que como Ecuador, por sobre los males sociales, muestra su estirpe solidaria que lo caracteriza.