Al calor de la crítica de las manifestaciones culturales la televisión ecuatoriana ha sido objeto desde siempre de debate y reflexión. Se le atribuye un enorme poder para moldear la opinión pública en la llamada sociedad de masas. La tensión esencial en el centro de la discusión radica en torno a cómo controlar ese poder que se le atribuye.
Entre los temas de la crítica aparece el problema de la “calidad” de la televisión en que no todos los contenidos son, precisamente, valiosos y dado su impacto en el televidente, no basta con preocuparnos de que la televisión no sea monopolizada, sino que además debería promoverse que la programación transmitida fuera realmente de calidad, es decir, que promueva lo cultural o educacional o, al menos, fomente un espíritu crítico en el televidente.
¿Será pedirle peras al olmo?
Un tema recurrente es el morbo en televisión en horario familiar. Ejemplo de ello es la programación de la llamada farándula. La “programación de farándula” consiste, principalmente, en programas de reportajes y opinión sobre la vida privada semificticia de personajes asociados a los medios de comunicación, la entretención y el deporte. Lo propio de la farándula es la concentración preferente en los aspectos morbosos de la vida de los “famosos”, haciendo promoción pública del morbo en horarios en que la audiencia está compuesta por niños y jóvenes (entendido el morbo en sus acepciones de “interés malsano por personas o cosas”). Este formato televisivo recurre a principios identificables y reiterativos: ficción, frivolidad de las disputas entre famosos y el comentario persistente al respecto en busca de ampliar los niveles de la polémica. Un monitoreo de la televisión ecuatoriana confirma que más del 50% de los horarios familiares están invadidos por programas de farándula.
No obstante, a la hora de preguntar al público por las razones de insatisfacción con la televisión aparece la farándula (38,2%), y poca programación cultural (18,7%) en la pantalla abierta. En el caso de la TV de pago, un 55% dice que la insatisfacción se debe a la repetición de programas.
En la actualidad la audiencia ecuatoriana consume a diario los programas organizados, desarrollados y divulgados de entretenimiento ignorando la extensión ética propia de todo proceso informativo -señala el espacio digital Paola Pullaguari Blog- y estos a su vez ejercen una gran influencia en las decisiones y comportamiento de las audiencias”. Sin lugar a dudas, la programación de farándula ha sido tomada como un género mal elaborado. La llamada “prensa rosa” nos quiere convencer de que entretener es hacernos enterar de la vida privada de los “famosos, sus romances, peleas, juicios, etc.”.
Una diabla televisiva
El desgaste televisivo de dichos formatos ha permitido la entrada de nuevos temas y espacios de crítica al medio que no han tenido más alternativa que abocarse a los debates que imperan en la opinión pública. Es raro encontrar en estos tiempos de farándula política y de la otra, la de los famosillos y sus cuitas, un programa que desde el tema pretenda desmitificar ese mundo acicalado y falso de las divas y la llamada “gente de pantalla”. El canal estatal GamaTv pone al aire diariamente un espacio llamado Diabla Tv, conducido por una presentadora que, con una actitud desenvuelta, irreverente, busca las costuras a la gente del mundillo del espectáculo. Una demoniaca y sexi presentadora, cada tarde, saca los cueros al sol a todo mundo. Y lo hace con una buena dosis de histrionismo en la forma de un reporterismo de investigación en redes sociales que no deja títere con cabeza.
Es saludable un programa de farándula que se ría de los faraduleros y baje de la nube rosada a presentadores sentenciosos, maledicentes y especuladores que hacen del ridículo ajeno su caldo de cultivo y programación diaria. Un espacio de televisión que desmitifique con humor qué traen bajo las polleras las divas tuneadas y sus curvas de silicona.
Lo rescatable del programa Diabla Tv es la contracultura televisiva que propicia con una actitud cuestionadora de tanta impostura y frivolidad de la pantalla chica. En tiempos de figureteo y de linchamiento mediático, la Diabla Tv refresca la pantalla con un programa de entretenimiento que induce el criterio de un televidente por lo general receptivo y pasivo, fácil de manipular bajo la forma de diversión.
La idea de fondo de la crítica es que la televisión tiene un rol social importante y que no cualquier contenido resulta aceptable bajo el amparo de la libertad de expresión.