El otrora aclamado Director Técnico del combinado nacional de fútbol, Hernán Darío Gomez deja el país, luego del fracaso con la participación internacional del Ecuador durante 12 meses, lapso en que dirigió en 13 oportunidades a la selección tricolor, ganó cuatro, empató cuatro y perdió cinco veces. La tri bajó del puesto 57 al 66 en el ranking FIFA durante el tiempo que el Bolillo estuvo a la cabeza del plantel en el último año.
Otras cifras, nada propiciatorias para el país, rodean la presencia del técnico colombiano. La FEF, encabezada por Francisco Egas, llegó al acuerdo de pagar $ 1.5000.000, a Gómez, por término bilateral del contrato. Si se hubiese rescindido unilateralmente el convenio se debía haber pagado al entrenador $ 5.000.000. Es una cifra nada despreciable luego del fracaso deportivo -en el torneo Copa América 2019- de un estratega que, según dicen los entendidos, “no se actualizó” en sus esquema tácticos y no fue claro en sus objetivos. Gómez llegó a insinuar que iba a Brasil “a aprender”. Ecuador, con Bolillo Gómez, quedó penúltimo en el certamen carioca con un punto, luego de perder tres encuentros y empatar uno, superando solo a Bolivia. Mas allá de los compromisos legales, no es justo salir con plata en el bolsillo después de fracasar.
Más allá de los resultados futbolísticos y de las cifras económicas, cabe reflexionar si el futbol ecuatoriano está reflejando la situación de crisis que vive el país en todos los ámbitos de la vida nacional. El espíritu ganador venido a menos, la corrupción que se enquistó en el balompié criollo, y la propia desunión nacional son factores que, a no dudar, inciden en los resultados de un deporte como el fútbol en el que se ventilan complejos intereses de todo tipo.
Es sintomático que el propio estratega colombiano haya hecho una mención a la desunión del país, -motivada sin duda por la situación política y social que vive Ecuador en estos momentos-, aunque Gómez se refería a la desunión provocada por no clasificar al mundial Rusia 2018. El guardameta Alexander Dominguez confirmó la intención de Gómez de volver a “unir al país que está muy desunido”. No obstante, las buenas intenciones, el técnico colombiano olvida que un país se une en torno a causas concretas y una de esas causas es el fútbol, previos resultados motivantes.
Esta vez el Bolillo enfrentó a la prensa deportiva ecuatoriana que cuestionaba -con todo acierto- sus esquemas fallidos de juego y su actitud “poco ganadora”, postura que sin duda debió ser percibida por los jugadores que requieren de fuertes motivaciones para cumplir con su compromiso deportivo de alta competición. En el terreno futbolístico, Bolillo, se encontró con un relevo generacional del elenco tricolor, con jugadores jóvenes faltos de experiencia y con otros maduros que ya no quieren arriesgar nada por nada. La falta de ensamble futbolístico del combinado nacional fue evidente en el campo de juego.
La lecciones de vida se pagan, y a veces muy caro, y eso es evidente en el fútbol, un deporte profesional con ingentes intereses económicos de por medio, con enorme ilusión masiva de los aficionados y con la dignidad mancillada de un país que ve humillar sus pretensiones de triunfo en el terreno de juego.
La nueva dirigencia de la FEF deberá hacer nuevos cálculos con sentido más realista, sin atavismos ni otro compromiso que no sea el desarrollo y prestigio del deporte nacional. La honestidad y capacidad directiva del Presidente de la FEF debe ser a toda prueba como un factor esencial para revertir, más temprano que tarde, la crisis del fútbol nacional.
En el fútbol, como en la vida misma, nada está dicho hasta el pitazo final. La esperanza deber ser lo último que estemos dispuestos a perder.
Foto El Comercio